Histórico
25 noviembre 2018El Enganche

Kai Havertz, pintando su destino

Kai Havertz Por Shark Gutiérrez.

Para algunos un libertador y luchador antifascista, cruel asesino justamente acribillado en Bolivia para otros, Ernesto Guevara marcó un antes y un después en muchos aspectos. Su concepción de la juventud siempre estuvo con la necesidad de crear nuevos caminos, nuevos rumbos y, porqué no decirlo, un futuro donde apenas había un presente difuso: “Una juventud que no crea, es una anomalía”. Lo paradójico del caso es que, de alguna manera, “el Ché” sabía mucho de juventud, creatividad y comunismo…pero poco del futuro.

Éste, como casi siempre resulta, es una perenne incertidumbre de la que somos (individual o colectivamente) responsables subsidiarios. El guerrillero argentino, no obstante, difícilmente podría imaginar que esa frase pudiese ser aplicada a un joven futbolista alemán de 19 años. Porque Kái Havertz está hecho para crear, pintar escenarios futbolísticos cuáles cuadros impresionistas y poco recargados en su diseño.

El centrocampista del Leverkusen es un futbolista que, quizás, haya quemado etapas mucho más rápido de lo que se pensaba, algo que ha sido constante a lo largo de su corta y fulgurante vida deportiva. Cuenta que, desde niño, jugaba con chicos dos o tres años mayores a él y, al contrario que otros muchos chicos, no se impresionaba con la capacidad física de los rivales. Muy al contrario.

Esto demostraba, desde entonces, una personalidad marcada para afrontar retos mayores a los que se les presuponía y un crecimiento, casi prodigioso, en las categorías inferiores del Bayer Leverkusen. Los ojeadores del club de la aspirina lo tenían claro cuando pusieron sus ojos en el jovencísimo futbolista. Kai tenía que recorrer kilómetros al este, kilómetros al oeste con mucha frecuencia. Hasta él mismo confiesa, entre sonrisas, que se pasaba la mayor parte de sus cursos escolares. Esto fue así hasta que tuvo que separarse de sus padres y que, llegado el momento, alguien de Leverkusen le acogiese.

Fue a los quince años cuando, en una decisión tomada por su familia y el propio joven, pensaron que sería mejor para su desarrollo estar cerca del campo de entrenamiento del Leverkusen y, a su vez, en un instituto de la zona. Los Schenkmann (cuyo cabeza de familia trabajaba en el club) le acogieron hasta que completase sus estudios. Poco tiempo después se proclamaría campeón juvenil nacional con el Bayer Leverkusen y llamó la atención de Roger Schmidt y su equipo, quienes le hicieron debutar con apenas 17 años.

Era septiembre de 2016, cuando debutó ante el Werder Bremen, aunque previamente había ido a convocatorias ante Hamburgo y Dortmund. Cuenta Havertz que su debut fue un tanto caótico. A las 11 de la mañana estaba en Leverkusen y el entrenador le llamó al domicilio, le preguntó si estaba listo y aceptó el reto. El club le llevó hasta Bremen de manera casi inmediata tras llamada. Llegó en torno a las cuatro de la tarde a la concentración del Leverkusen, justo antes de poner rumbo al Weserstadion. Resultaba que uno de los hermanos Bender se había lesionado, y Schmidt necesitaba completar la convocatoria. Al final, terminó debutando en Bundesliga esa misma tarde con 17 años, cuatro meses y siete días.

Se convertía en el jugador más joven de la historia del club en debutar en la máxima categoría. Lo curioso del asunto es que Havertz volvió esa misma noche a Leverkusen para disputar un encuentro con los sub-19, de quienes formaba parte por aquél entonces. Este tipo de anécdotas sirven para contextualizar el carácter de un chico de 19 años, pero con una mentalidad de quien lleva 300 partidos en la élite. De hecho, el chico ha disputado en total en torno a los cincuenta partidos con el primer equipo de la aspirina.

Aún con los pies en el suelo, tiene claro que aún debe mejorar en muchos aspectos y, en lo que se centra principalmente, es en hacer una buena temporada para ayudar al Leverkusen a estar en los puestos de la zona noble de la tabla. Algo que, pese a su arranque individual de la presente temporada, no está pudiendo con la mala puntería y exposición del Leverkusen en este comienzo de temporada.

Es necesario, por tanto, contextualizar en qué equipo se encuentra Havertz antes de entrar en qué aspectos mejora Havertz al equipo y en qué aspectos debería mejorar o desarrollar con el paso del tiempo para ser el centrocampista que parece que va a ser.

Los esfuerzos del Leverkusen se han centrado, esta temporada, en conservar el potencial que tiene en toda su plantilla, así como encontrar reemplazos a sus salidas (esencialmente la de Leno) como, por ejemplo, Lukas Hradecky. También cubrir algunas necesidades, como la llegada del carrilero Mitchell Weiser (Hertha), Kiese-Thelin (como reemplazo del ya retirado Stefan Kießling), o la decidida apuesta por Paulinho (talento brasileño procedente de Vasco da Gama).

Conociendo sus refuerzos, sus virtudes y sus limitaciones, Herrlich ha querido dar una vuelta de tuerca más a su plantilla: usar más el balón como método de dominar los partidos, asociándose zonalmente según sus propios ataques. Esto conlleva tener a dos laterales (Wendell y Weiser) que viven mucho en campo contrario, con lo que son necesarios para ensanchar al campo y permitir a los extremos de tendencia interior intercambiarse con el/los puntas).

Esto exige, a su vez, que su pressing sea alto y su ocupación de espacios sea, casi siempre, en campo contrario. Y he aquí un problema del Leverkusen: la exposición tras pérdida. Cualquier salida en largo hacia la delantera rival, permite hacer daño a la débil defensa de Herrlich. La separación que hay entre centrales y la pareja de interiores (generalmente no suele contar con un MC posicional que le ayude a dar una salida más jugada, rasa y asociativa), es manifiesta y notoria casi en cada partido.

Sus salidas son, casi siempre, hacia los laterales y rara vez pasan por el medio, salvo si uno de los interiores recibe en la divisoria y se apoya en su compañero. Aunque esto, también, implicaría que el rival espera y repliega; en cuanto hay pressing, la opción del Leverkusen es lateralizar los ataques e intentar usar las bandas como método de entrada. Esta es la opción cuando se juega con una doble punta que, en realidad, y debido al dinamismo de ésta, se podría decir que cuenta con cuatro delanteros, más que con dos.

La capacidad resolutiva y generación que ofrecen Bailey, Brandt o Bellarabi es de sobra conocido, pero igualmente conocido es el hecho del “no retorno” en situaciones de descompensación rival.
Y aquí entra en liza qué tipo de jugador es Havertz. El de Aquisgrán ofrece soluciones intermedias, a problemas con y sin balón. Kai necesita estar en contacto permanente con el balón; como un pintor ante un lienzo en blanco, Herrlich ha situado a Havertz en distintos roles y puestos a ocupar en el campo. La versatilidad del joven permite esta clase de decisiones, aunque todas tienen connotaciones y consecuencias distintas.

Con una doble punta, Havertz tiende a ser desplazado a la banda derecha, lo que implica interiorizar su juego en cada contacto con la pelota. Havertz es zurdo e intenta compensar, de esta manera, una referencia intermedia y permite al lateral derecho ganar mayor profundidad, así como al delantero abrirse, lo que. en según qué situaciones, permite generar momentos de 2 vs 2, siendo Havertz quien genera la ventaja numérica suficiente para salir airosos de la situación, bien como apoyo, bien como el tercer hombre.

Sin embargo, esto no es exclusivo en la posición “del 8”, sino también en zonas interiores, cuando el Leverkusen juega con un único punta y da un similar (por no decir mayor) ámbito de libertad a los extremos para percutir y pisar área. Esto también va en función del delantero que juegue con Herrlich; Kiese-Thelin, por ejemplo, es más referencia o el hombre-grúa que permite llegar a cualquiera de los tres jugadores que le preceden, bien para jugar de espaldas, bien para intentar ofrecer ventajas posicionales. El matiz, en este sentido, es la de un Leverkusen que no necesita asociarse tanto y busca saltarse líneas de presión con frecuencia.

Usa mucho el envío largo y la ganancia de la segunda jugada, gracias a la altura del delantero nórdico. Con Volland ejerciendo solo en punta, el equipo de la aspirina se queda sin una referencia visible, ya que el delantero bávaro es un jugador que, aún necesitando entrar en contacto con la pelota con frecuencia, permite desmarques cortos de ruptura para ganar por velocidad a la defensa, o tirando desmarques largos a uno de los costados permitiendo ganar, al menos tres rematadores en la frontal/área. Si el delantero es Alario, cabe decir que el Leverkusen se difumina más; el argentino es un delantero que depende del pae filtrado, el desmarque de ruptura y siempre en dirección al área.

Cuando no tiene la portería y al portero delante, pierde el foco y se entretiene en jugadas qe no ayudan nada al Leverkusen. Así que esa figura intermedia necesaria que une a centro del campo con la delantera, y de la que el propio Havertz reconoce sentirse más a gusto, es en la que más destaca. Es la que más contactos con el balón le permite tener y, al mismo tiempo, la que le permite bajar unos metros, hacer girar a su rival y empujar a su equipo hacia zonas más cercanas al área rival.

Esto lo hace a través de apoyos, pases medios y progresión, pero siempre con una velocidad dada al balón que, no obstante, conlleva a veces al error. Havertz necesita situarse entre mediocentros y centrales para que tenga protagonismo. Es decir: un equipo estrecho, que espera a´tras y reculado, juntando medios y centrales, le resulta una tarea mucho más difícil. Cuando esta es la circunstancia, Havertz juega relativamente más cerca de la base de la jugada y procura dar una salida interior más limpia. Juega de interior, gestionando más los ataques que las defensas, siendo este aspecto algo relevante en el que necesita una mejora si quiere ser un centrocampista completo.

Su físico, de momento, no le acompaña. Aunque cabe decir que, tácticamente, es disciplinado y entiende muy bien lo que quiere su entrenador la mayor parte del tiempo. Havertz maneja el tempo del Leverkusen a su antojo; es el que más pases da, pero también es el que más pases arriesga. Cuando Herrlich lo sitúa en el interior, Havertz confía mucho en su control orientado, algo que le ha permitido dejar atrás a rivales cuando juega ligeramente escorado en la derecha y viene hacia dentro, o incluso en zonas de ¾.

Por esa razón, Herrlich confía tanto en él: no se suele equivocar a la hora de decidir y conserva mejor la pelota en ataques más “estáticos”. Tiene una visión de juego que le hace único y potencialmente un centrocampista mundial de nivel TOP, tal como afirma el mismo Julian Brandt (uno de sus mejores socios dentro de la plantilla).
Técnicamente exquisito tanto en el golpeo, como en el pase o en el control de la pelota, cabe decir que también se equivoca poco, que tiende a la conservación del esférico y suele ser, con frecuencia, al jugador del Leverkusen que más faltas le hacen de media.

Lejos del agobio que tenía cuando estudiaba en el instituto, Havertz parece haber dado un paso adelante en cuanto a responsabilidad y madurez, jugando como un futbolista que tuviese diez años de experiencia en la competición. No obstante, necesita ser consciente de que el equipo tiene que acompañarle en aras de anexionar y estrechar el equipo en torno a la figura que es dentro del campo, consciente del impacto que tiene cuando él no está entre los once titulares.

El chico de Aquisgrán de 19 años necesita que Herrlich, y futuros entrenadores, lo rodeen mejor, que convierta a sus equipos en una máquina de engrasar mucho más fiable para que, cuando Havertz falle, no se resienta el colectivo. En este Leverkusen, y con tantas piezas de nivel desde el centro del campo en adelante, hay un equipo con Havertz y otro completamente distinto sin él.
No teme Havertz lo que Séneca dijo una vez: “non est ad astra mollis e terris via” (No hay un camino fácil de la tierra a las estrellas”.

Más bien, al contrario: como cualquier desafío que artistas llevaron consigo en sus obras, Kai pinta y crea, con su propio lienzo, pincel, colores y sus propias reglas, un destino mucho más halagüeño que Ernesto Guevara.

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