Histórico
19 octubre 2018El Enganche

Holanda: Volver al pasado para tener un futuro

Por Miguel Angel Ruiz. 

Países Bajos vuelve a estar en el mapa. Si el pasado tres a cero ante uno de sus máximos rivales de siempre ya anticipó que el conjunto neerlandés había vuelto con ganas de rock and roll, el partido ante la flamante Bélgica de Roberto Martínez dejó claras sus aspiraciones para volver a sentarse en ese disputado trono entre los grandes equipos de Europa.

Ha sido Ronald Koeman quien ha sabido hacer madurar ese talento innato y juvenil que poblaba desde hacía algunos meses las convocatorias de la selección ‘oranje’. Y es que, la vuelta a los orígenes parece ser cada día la vía más clara para llegar a tener un futuro para los neerlandeses.

Esquema claro, alma ofensiva

El ritual de inicio, frente a la pizarra en el vestuario, para el mítico líbero de Países Bajos y del FC Barcelona, debe ser coser y cantar. El 4-3-3 es innegociable. Y no tanto en colocación de hombres pre partido, sino en la capacidad de ordenarse con respecto al horizonte que se plantean durante los noventa minutos. El conjunto de Koeman repasa a la perfección las clases ya conocidas de juego ofensivo neerlandés. Queda muy claro que la ‘oranje’ tenderá siempre a anotar primero y defender después como método de vida.

Su supervivencia y su éxito jamás habían tenido una crisis tan grande con respecto al estilo y al concepto de juego como en el desierto atravesado durante los tres últimos años. Su última versión aceptable, la de 2014, recurriendo incluso a un fútbol algo más descuidado de lo que nos tenía acostumbrados en multitud de partidos. Su más que aceptable tercer puesto la convirtieron en una de las selecciones revelación, con Van Persie y Robben en una segunda (o tercera) juventud.

Las tornas cambiaron en el camino a Rusia y los aficionados neerlandeses vieron como su combinado nacional se quedaba fuera de un Mundial de Fútbol dieciséis años después (desde el Mundial de 2002 en Corea del Sur y Japón, en el que también se quedaron fuera).

Un timonel más que experimentado

El giro era necesario y evidente, pero lo curioso es que el cambio de rumbo ha sido hacia el pasado. Rompiendo con lo reciente y aceptando que la teoría no fallaba, la federación neerlandesa puso a los mandos de la ‘oranje’ a quien muchos años tuviera también el timón de juego como futbolista. Ronald Koeman fue internacional con Países Bajos en 78 partidos, nueve de los cuales los disputó en dos mundiales, el de 1990 (en Italia) y el de 1994 (en los Estados Unidos).

Sin embargo, su mayor éxito llegó en 1988, año en el que ganaría junto a sus compañeros de selección, la Eurocopa con Países Bajos, en el campeonato celebrado en la Alemania Federal, imponiéndose en la final a la Unión Soviética.

Discípulo de la escuela de Cruyff, sus años en el Barcelona le regalaron, además de los títulos logrados, una “master class” de fútbol ofensivo sin miedo al gol rival. Junto a Cruyff, desarrolló, desde la posición de líbero y acompañado por nombres como Zubizarreta, Stoichkov, Eusebio o Guardiola, un fútbol ofensivo eficaz y romántico, que entendía el fútbol como un juego que no se debía separar del entretenimiento del que lo practicaba y del que lo veía. En esa línea, Koeman ha tomado estos jugadores y las está encajando como piezas en un puzle, sorprendiendo, en algún caso, por la sintonía con la que lo consigue.

Sangre nueva, ADN viejo

Entre las piezas que mueve Ronald Koeman, destacan algunas que, por su estilo y habilidades, parece que encajaran genéticamente con lo que venía necesitando la selección neerlandesa todos estos años. Quizá otros De Jong, De Ligt o Van de Beek camparan por los campos de la Eredivisie o del panorama europeo en ese oscuro período en la que Países Bajos no parecía el de otras épocas, pero si los había, nadie dio con ellos (o no le atraerían lo suficiente).

El caso es que aquí están y parece que para quedarse. Los tres simbolizan a la perfección dos matices imperdonables en el fútbol neerlandés de la vieja escuela: buen trato al balón y polivalencia. En los tres futbolistas citados, se cumplen con creces, demostrando además que el peso de un equipo y de un vestuario no recae en quien por edad quema etapas sino en quien, por amor por lo que hace, no teme la responsabilidad.

Al lado de esos tres virtuosos crece otro talento. Un talento que, al parecer, también se hereda, con un caso ilusionante en la siempre difícil parcela del gol. Aunque algo más escorado a banda que su padre, menos goleador y con un estilo algo más versátil, Justin Kluivert ha desembocado en el fútbol neerlandés por la puerta grande. Internacional absoluto con su país, bajo el mando de Koeman y habiendo dado ya su primer gran paso, cambiando el Ajax por la Roma este mismo verano.

En el campo de la experiencia, Cillesen, un seguro bajo palos, Blind, una pieza excelente para acompañar el camino de jugadores como de Ligt o de Jong, o Strootman, que seguirá mandando en mediocampo hasta que sus piernas o los que hoy (aún) son sus alumnos pidan turno. Y, por supuesto, por encima de todos ellos, el líder total de esta nueva y vieja ‘oranje’: Virgil van Dijk. El central del Liverpool, con carácter, calidad y personalidad, ha tomado sin preguntar el bastón de mando de este equipo, liderando en campo y en espíritu, los pasos que dará, para bien o para mal, este grupo.

Países Bajos tiene a su capitán general. Koeman, una idea y sus piezas. La afición neerlandesa, de nuevo, un equipo para poder sentirse orgullosa.

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