Histórico
25 junio 2018El Enganche

Rusia: Artem Dzyuba contra el mundo

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Por Xane Silveira (@XaneSilveira)

El Mundial es ese torneo que nos acostumbra a fotografiar en la mente jugadas de ensueño, errores de bulto, y jugadores que se convierten en una pieza indispensable de su selección. No siempre las grandes estrellas se llevan los focos. En ocasiones, es un jugador del que no se espera nada el que acaba saliendo en las portadas de los diarios, y este año no iba a ser una excepción.

Cuando alguien se imaginaba la delantera de Rusia hace seis meses, dos nombres flotaban en el aire por encima del resto: Aleksandr Kokorin y Fedor Smolov. El primero se lesionó de gravedad, y el segundo llegó como la gran estrella de la selección. Por detrás, los jóvenes y desconocidos Anton Zabolotnyi, y Evgeny Markov intentaban optar a una tercera posición donde Dmitry Poloz y Maksim Kanunnikov partían con ventaja. Los dos primeros abandonaron el Tosno en invierno, Zabolotnyi se mudó de barrio para jugar en el Zenit, y Markov afrontó el reto del Dynamo Moscow como un salto de nivel en su carrera; ambos empeoraron sus números y se quedaron fuera del Mundial. Con Dmitry Poloz alejado de la acción de manera repentina, y Kanunnikov abandonando Kazan para exiliarse en un SKA Khabarovsk casi descendido, la situación se puso de cara para Fedor Chalov.

A 165 Km al sur de Moscow, en el Oblast de Tula, un mártir de los goles llegó al modesto Arsenal Tula. Artem Dzyuba, apartado del primer equipo por sus diferencias con Roberto Mancini, fichó en calidad de cedido por los próximos seis meses en un club de zona media. El gran sueño era alcanzar la sexta plaza, que podría dar (y finalmente concedió, pero al Ufa) acceso a la previa de la Europa League. La pregunta constante era, ¿Qué hace Artem Dzyuba en el Arsenal Tula? A lo que este siempre contestó con una simple palabra: jugar.

El complicado carácter de Artem Dzyuba le ha llevado a tomar caminos previamente no establecidos. Primero fue en el Spartak de Moscow, donde sus diferencias con Valery Karpin le llevaron a salir cedido al Rostov, con el que levantó la copa de Rusia. En su primera cesión en el Rostov, Dzyuba anotó 17 goles en liga, volviendo a Moscow como el máximo artillero nacional.  La temporada siguiente se encontró con Murat Yakin como entrenador, y dos gallos no pueden convivir en un mismo corral. De jugar todos los minutos pasó a entrar en los instantes finales ante Lokomotiv y Mordovya, quedándose en el banquillo dos partidos más entre medias. Aquello colmó la paciencia de un Dzyuba que tendría que buscar equipo en enero, y volvió al Rostov. Harto de su situación en Moscow, decidió hacer las maletas y dejar el equipo de su vida, donde se había formado desde joven, para jugar en el Zenit de San Petersburgo.

Su etapa en el Zenit fue exitosa, al menos, con André Villas-Boas y Mircea Lucescu. Su conexión con Hulk primero, y con Giuliano después, permitieron al Zenit gozar del mejor ataque de Rusia durante varios años. El mundo idílico de Dzyuba mejoró todavía más cuando el Zenit contrató a Aleksandr Kokorin, con el que pudimos disfrutar de más de una sonrisa a través de las redes sociales (y más de una polémica a nivel nacional). Pero esa esfera de rosas se vería truncada con la llegada de otra personalidad fuerte, Roberto Mancini. Mancini trajo bajo su brazo a Sebastian Driussi, echó a Giuliano, su compañero de batalla la pasada campaña, y relegó a Dzyuba a un segundo plano. El final, al igual que con Yakin y Karpin, sería el mismo. Dzyuba salió cedido. Y de nuevo, volver a un club humilde donde no tiene presión, y donde todo el equipo se vuelca en enviar balones para que él se pelee con los rivales, permitió a Dzyuba recuperar su mejor versión, aquella que equipos como el Valencia ya había sufrido tiempo atrás.

Llegó el Mundial, y pese a que la relación Dzyuba – Cherchesov no había empezado de la mejor manera, el técnico ruso habló con el delantero para convencerle. Y Dzyuba acudió a la llamada de la selección. El resto, ya lo sabéis vosotros.  Dos goles, una asistencia, y el respeto de todo el mundo del fútbol.

Si algo ha caracterizado la carrera de Artem Dzyuba es la superación de obstáculos. Su personalidad, a veces complicada de llevar para algunos técnicos, nos ha regalado momentos como aquel día que levantó a un rival (supuestamente lesionado) en hombros y lo sacó fuera del campo. Su carácter, que le ha llevado a chocar con tanta gente, también le ha conducido a convertirse en un jugador capacitado para todas las situaciones. Artem Dzyuba siempre ha sido un tipo especial, un rockero incomprendido más propio de los años 80 que de 2018.

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