Histórico
27 junio 2018El Enganche

Brasil: La traición de Tite

Tite 2

Por Paco Mariscal (@MariscalPakillo)

La fase de clasificación que realizó Brasil para esta Copa del Mundo fue impecable. La Canarinha mostró una versión autoritaria y dominante en las siempre tan complicadas eliminatorias sudamericanas. De la mano de Tite, Brasil empezó a suscitar ilusión y a generar de nuevo grandes expectativas con respecto a sus posibilidades en el Mundial. Y es que tras la debacle sufrida hace cuatro años en casa, sumado al poco poso que dejó Dunga los dos años posteriores, la llegada de Tite supuso un impulso revitalizador tanto mental como deportivamente para una selección que iba a la deriva, sin hoja de ruta y sin una ideología clara.

El entrenador brasileño instauró, desde su llegada, un discurso futbolístico que iba más relacionado con el físico, el músculo y la solidez que con la gestión o el fútbol alegre, una Brasil que estilísticamente nos recordaba a las últimas que se habían proclamado campeonas en 1994 y 2002. Tite cimentó su modelo en la construcción del equipo de atrás hacia delante, el técnico priorizó el orden defensivo para así poder liberar el talento de la última línea.  Así pues el patrón de juego se construyó a partir de un once muy definido, un once que se sabía de memoria y el cual arrasó durante toda la fase de clasificación.

En este equipo la idea era la de ser un conjunto compacto que buscase obstaculizar el juego rival y con el balón atacar los espacios con verticalidad. Tite apostó por un 1-4-3-3 donde los interiores eran Paulinho y Renato Augusto, dos jugadores con presencia física que abarcaban mucho campo y que estaban destinados a compensar defensivamente la movilidad de Marcelo, Neymar o Coutinho. Por lo tanto la idea principal de Tite era la de ser un equipo poco propositivo, Brasil era reactiva y la velocidad y dinamismo preponderaban por encima del control y elaboración del juego. Aunque evidentemente este estilo tenía sus déficits. La línea medular presentaba problemas en términos de creatividad y Tite decidió que su principal baza para paliar esto era la inteligencia y capacidad de Dani Alves. El lateral derecho se desplazaba hacia la zona de Casemiro y desde ahí ayudaba a la salida de balón desde atrás y aumentaba las posibilidades en la construcción del juego.

Sin embargo la no presencia de Dani Alves en este Mundial por lesión ha trastocado todos los planes brasileños y Tite ha retocado varias piezas del equipo para intentar equilibrar todo aquello que ha perdido sin el lateral del PSG.  Empezando por la línea defensiva, Tite ha apostado por Thiago Silva como pareja de Miranda atrás, cuando el titular indiscutible era Marquinhos. Aquí empieza la primera variación táctica, sin Dani Alves, que por edad ya no estaba para grandes esfuerzos, Tite entiende que no es necesaria la velocidad de Marquinhos para corregir los movimientos que realizaba Alves hacia la medular. Danilo y Fagner han sido los encargados de ocupar el puesto de Dani Alves en los dos primeros encuentros de Brasil en este Mundial, no obstante ninguno de ellos está capacitado para realizar aquello que Tite le pedía al lateral del PSG, por lo tanto ese déficit creativo en el medio campo que Alves subsanaba ha estado apareciendo, y el seleccionador ha creído que la mejor forma de mitigarlo es con el desplazamiento de Coutinho, de la última línea donde actuaba de extremo derecho a la posición de interior izquierdo.

El intercambio de roles que ha sufrido Coutinho parecía que a priori podía ayudar a Brasil a ser más fluida en sus ataques posiciónales y ayudar a asentar al equipo en campo contrario, sin embargo Coutinho ha vuelto a evidenciar que él no es un gestor del juego, sino un elemento fundamental entrelineas. Es cierto que el triangulo que han formado en el sector izquierdo entre Marcelo, Neymar y el propio Coutinho está siendo el punto álgido de los ataques canarinhos, pero aún así la dificultades para atacar de forma más elaborada y labrar posesiones, siguen latentes. Por otra parte, esta permuta de piezas y posiciones ha hecho a Brasil más frágil sin balón. La exclusión del equipo de Marquinhos y Renato Augusto les ha conducido a perder velocidad, físico y destreza para defender espacios amplios y situaciones a campo abierto.

Brasil se ha desnaturalizado, la intención de Tite de dotar al equipo de una vertiente más ofensiva ha provocado que estructuralmente ya no sean tan fiables. El técnico ha renunciado a su esencia y Brasil lo está notando para mal y si a esto le sumamos que la estrella del equipo no se encuentra al 100 % 100 obtenemos al equipo pálido y poco consistente que estamos viendo en Rusia.

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