Por Guillermo Berenguer (@GuiBerRa)
El próximo domingo 17 de junio, a las cinco de la tarde hora española, alemanes y mexicanos medirán sus fuerzas en el césped del estadio Luzhnikí de Moscú. Cuando empiece a rodar el balón, los interrogantes sobre la ausencia de Leroy Sané en las filas de la Mannschaft, el estado de forma de Neuer, así como las recurrentes dudas y polémicas en torno al combinado centroamericano y su seleccionador Juan Carlos Osorio pasarán a un segundo plano.
Antecedentes
Alemania llega como defensora del trono y flamante campeona de la última Copa Confederaciones, donde se presentó con un plantel tan joven como talentoso: Julian Draxler, Leon Goretzka, Timo Werner y Lars Stindl brillaron con luz propia en aquel torneo. En semifinales, los hombres de Löw derrotaron por un claro 4-1 a los mexicanos. El partido no tuvo mucha historia, porque Alemania ya mandaba en el marcador a los ocho minutos gracias a un sensacional doblete de Goretzka. Eso sí, el tanto del honor fue obra del centrocampista ofensivo Marco Fabián. Un golazo por la escuadra a la salida de una falta.
En sus tres cruces directos en la Copa Mundial, los germanos han hecho pleno contra el Tri: 0-6 en la primera fase de grupos de Argentina 1978 y 2-1 en los octavos de final de Francia 1998, con remontada en el tramo final incluida. Pero cuando realmente sudaron para ganar fue en México 86, donde, tras 120 minutos en los que no se movió el marcador —los alemanes lo atribuyeron al calor infernal que hizo aquel día en Monterrey—, la República Federal de Alemania acabó imponiéndose 4-1 en la tanda de penaltis. Harald “Toni” Schumacher, el héroe teutón que atajó dos penas máximas, cuenta que Franz Beckenbauer sirvió champán para todos en el vestuario para celebrar tan trabajado triunfo.
El único mexicano que consiguió batir al meta alemán en aquel duelo fue el mediocampista Manuel Negrete, autor en la ronda anterior contra Bulgaria del que recientemente ha sido elegido mejor gol de la historia de los Mundiales. México caía en el fatídico quinto partido, ese hito que jugadores y afición tienen marcado en rojo antes de cada cita mundialista.
En Rusia 2018, Alemania vuelve a figurar en el grupo de favoritas al título, pero ¿tan favorables son las condiciones para que los pupilos de Joachim Löw avancen como una apisonadora en este Mundial? “Si cometemos esos pequeños errores, no somos más que un equipo mediocre”, advirtió el técnico alemán tras perder 2-1 contra Austria a principios de junio.
Por si fuera poco, tres de las cuatro últimas selecciones campeonas del mundo han tenido que hacer las maletas en el siguiente Mundial al término de la fase de grupos: le pasó a Francia en Corea y Japón, a Italia en Sudáfrica y a España en Brasil. Y solamente la Brasil de Pelé, Garrincha, Zagallo y Vavá ha sido capaz de ganar dos Mundiales consecutivos: Suecia 1958 y Chile 1962.
Goles para el recuerdo
Además, no hace tanto tiempo, hubo un torneo en el que México sí pudo sacar pecho al fin. Fue en la Copa Mundial Sub-17 que organizó en el año 2011. Tras completar una liguilla perfecta y demostrar su ambición en octavos y cuartos de final, ambos contendientes se citaron en Torreón por un puesto en la final.
Superado ya el temido quinto partido, el combinado local se enfrentó a Alemania sin complejos. El centrocampista ofensivo Julio Gómez adelantó a los mexicanos en el minuto tres, pero Samed Yesil igualó la contienda en el diez. El encuentro seguía con empate 1-1 después del paso por vestuarios, pero fue entonces cuando apareció la figura de Emre Can —el único superviviente de aquel enfrentamiento que está presente en Rusia— para marcar un tanto maradoniano y adelantar a los suyos cumplida la hora de partido. Lo hizo exactamente 25 años después de la obra de arte que firmó el Pelusa contra Inglaterra en el Estadio Azteca.
Pero aquel no iba a ser el único gran gol de la tarde. México estaba a punto de escribir uno de los capítulos más brillantes de su historia en el fútbol juvenil, y sus jugadores se encargaron de regalarle a la hinchada uno de los finales más emocionantes que se recuerdan. El volante Jonathan Espericueta empató a dos con un inverosímil gol olímpico en el minuto 76. En esta misma acción, Julio Gómez chocó contra un defensor alemán y se hizo una brecha en la cabeza. Como su equipo ya había hecho los tres cambios, el autor del primer gol no tuvo más remedio que salir momentáneamente del terreno de juego para ser atendido y regresar poco después con un llamativo vendaje.
El delirio llegó en el minuto 90. Los locales botaron otro córner desde el flanco derecho y, tras una prolongación en el primer palo, Julio Gómez —bautizado desde entonces como “la momia”— enganchó una media chilena que se coló en la portería tras rebotar en el poste. México eliminó así a Alemania. En la final, el Tri ganó 2-0 a Uruguay y se coronó campeón, como ya hicieron Héctor Moreno, Giovanni Dos Santos, Chicharito Hernández y Carlos Vela en Perú 2005. Sin embargo, ninguno de aquellos chicos de oro ha logrado dar el salto al entramado absoluto mexicano. No haría mal Osorio en mostrar semejante hazaña a sus hombres en las horas previas al duelo contra Alemania para darles un plus de motivación.
Rusia 2018
Lo que sí parece claro es que los protagonistas históricos de los choques entre Alemania y México son los centrocampistas y los goles para el recuerdo. Así las cosas, el foco podría pasar de los Thomas Müller, Timo Werner, Chicharito Hernández o Carlos Vela, a futbolistas como Toni Kroos —vigente campeón del mundo y ganador de las tres últimas ediciones de la Liga de Campeones—, Mesut Özil, Andrés Guardado o Héctor Herrera, premiado recientemente como el autor de la mejor diana del año en Portugal.
Asimismo, también parece muy probable que el segundo clasificado de este Grupo F se verá las caras con Brasil en octavos de final. Desde luego, Neymar, Gabriel Jesús, Coutinho y compañía no son, ni mucho menos, los rivales más asequibles para llegar al quinto partido, por lo que sumar estos tres primeros puntos se antoja vital para determinar la trayectoria de Alemania y México rumbo a cotas más altas. Empieza el Mundial y aquí ya no hay experimentos que valgan. Toca escribir la historia con el balón en los pies.
