Histórico
10 diciembre 2014El Enganche

Marcelo Vieira: la armonía del desorden

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Por David de las Heras (@David_Heras)

Desde que el fútbol es fútbol, siempre hemos tenido la figura del lateral como ese jugador que más se sacrifica del equipo, omnipresente en ataque y en defensa, y que debe de tener unas condiciones físicas sobrehumanas, además del gran control posicional para que el equipo no sufra y no se desequilibre. Si hablamos de grandes laterales a todos nos viene a la cabeza un país, Brasil, y dos nombres, Cafú y Roberto Carlos. Cuando un lateral brasileño destaca todas las comparaciones miran hacia ellos, pero ningún lateral ha estado a la altura de las comparaciones. Es más, suelen acabar defraudando (véase Cicinho o el reciente Douglas culé). Sin embargo, hay un tipo al que no le pesa esa comparación y ha conseguido crear su propio perfil futbolístico: Marcelo.

Marcelo Vieira llegó al Real Madrid en el año 2006, vino con el cartel de “el nuevo Roberto Carlos” y eso volvió a ilusionar al madridismo. El mito brasileño se había marchado al final de la temporada pasada. Marcelo venía de Fluminense, de ser un lateral de esos que corrían la banda como si de un velocista se tratase. Al llegar al equipo blanco se encontró con un Fabio Capello que apenas confió en él. Con el italiano, los laterales debían basar su trabajo en defender, lo de atacar era secundario y Marcelo brilló lo que un cartón: nada. Sí lo hizo con Schuster, que tras reposicionar a Heinze como central zurdo y que Drenthe era aún más “cabra loca” que Marcelo, el técnico alemán decidió darle la alternativa al brasileño. En esta etapa, Marcelo tuvo más libertad que con Capello,  pero tenía un serio problema, no sabía combinar del todo bien ataque y defensa. Cuando subía por la banda izquierda acompañando el ataque, le costaba muchísimo volver abajo y defender la siguiente jugada, le cogían la espalda muy a menudo y a muchos no convencía.

El Marcelo que llegó era un atacante desordenado, una lateral  típicamente brasileño: notable en ataque, pero desastroso en defensa

El despegue de Marcelo llegó de la mano de José Mourinho, las lecciones tácticas del entrenador luso le hicieron un jugador mucho más ordenado y completo, tanto en defensa como en ataque. Estaba flanqueado por Xabi Alonso y Sergio Ramos, y la situación de Cristiano Ronaldo, caído a banda, le permitía subir más tranquilo y hacer su famosa diagonal hacia el borde el área, esa que tanto le gustaba hacer y que aún la posee, debido en gran parte a los desmarques de ruptura de Cristiano Ronaldo en los que arrastraba a varios defensas rivales. Ese despegue del brasileño se fue difuminando según pasaban las temporadas, Cristiano Ronaldo abarcaba cada vez más parcela ofensiva y limitaba a Marcelo a avanzar por la banda y no poder hacer esa diagonal tan dañina. Además, la llegada de Coentrao y las concesiones defensivas de Marcelo en varios partidos, le relegaron a un segundo plano. Demostró talento, pero le faltó constancia en sus actuaciones para confirmarlo.

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Afortunadamente, y tras una última temporada con Mourinho marcada por la lesión que sufrió en el quinto metatarsiano del pie dercho, llegó Carlo Ancelotti. Este cambio de entrenador sirvió para despertar al lateral brasileño. Carletto sabía que su lateral defensivo era Coentrao, Marcelo era su puñal por la izquierda, el lateral perfecto para jugar contra equipos replegados dándole una mayor libertad, y gracias a eso llegó el redespegue de Marcelo. Ese nuevo Marcelo fue el que se encargó de revolucionar una final de Champions ante el Atlético de Madrid que el equipo merengue tenía perdida, volviendo loca a la defensa atlética desde su entrada en el campo, y aprovechando su velocidad e imprevisibilidad para incluso marcar gol. Estábamos ante un consolidado Marcelo, que a pesar de que defensivamente seguía sin destacar, poca falta le hacía, lo que aportaba al Real Madrid y a la canarinha le hacían un jugador de un perfil único en el mundo.

En este segundo año de Ancelotti, hemos visto cómo Marcelo ha pasado de recurrente a indiscutible, de compartir el puesto de titular según el rival, a comerle la galleta al portugués y establecerse como el lateral todoterreno, como un lateral que no solo actúa de lateral, puede aparecer en el campo haciendo de interior, extremo, media punta e incluso delantero. Un jugador que no es un iluminado táctico, como algunos laterales, pero que basa su juego en el desorden, en la sorpresa, en la llegada por donde menos le esperan, en abrir defensas, amargar tardes a laterales derechos (más que a extremos), en marear rivales con sus recortes, sus centro precisos, la velocidad, en convertirse en una pieza tan importante para el esquema de Ancelotti como la mismísima BBC. Ya lo vimos en Basilea: cuando Marcelo no juega, el Real Madrid lo nota y el equipo no rinde igual, echa en falta al desordenado morenito de pelo rizado.

En definitiva, Marcelo no es el nuevo Roberto Carlos, nunca lo ha sido y nunca lo será, pero tampoco le hace falta para ser uno de los mejores jugadores del mundo en su posición. Tras siete años en el Real Madrid es, junto a Pepe, los únicos supervivientes de los fichajes de la etapa “calderoniana” del equipo blanco, todo por mérito propio, por haber reformulado el concepto de lateral a un trotacampos que actúa abriendo las enlatadas defensas rivales. Eso es Marcelo y por eso es tan importante ahora mismo en este Real Madrid.

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