Histórico
15 noviembre 2014Andrés Cabrera Quintero

La lata que cambió un trozo de historia (Monchengladbach-Inter)

 

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Por Andrés Cabrera

Suena el pitido del árbitro. El encuentro ha finalizado. Un clamor creciente estalla desde las gradas. La locura colectiva se refleja en ese grito al unísono, en esa pasión desbordada. Una de las grandes noches europeas acaba de finalizar. Mientras jugadores locales y afición celebran la machada, los jugadores visitantes se dirigen al árbitro, nada de lo que allí ha sucedido les parece justo, creen que el resultado se ha visto alterado por una acción. El resultado refleja la grandeza del duelo, 7-1. Pocos equipos pueden igualar tal gesta en una eliminatoria de la máxima competición europea. Sin embargo, el vencedor terminaría eliminado y el derrotado pasaría de ronda. Entremedias otros dos partidos, pero una acción que desencadenó todo. El partido de la lata, uno de los encuentros más enigmáticos de la historia del fútbol.

Las cerca de 27.000 entradas del Bökelbergstadion habían sido vendidas. En el tapete se enfrentaban el campeón de Alemania y el campeón de Italia. Borussia Mönchengladbach-Inter de Milán. El Borussia había ganado muchos adeptos en Alemania, tras convertirse en el primer equipo en reeditar Bundesliga, muchos aficionados se sentían identificados con el equipo del norte de Alemania. No solo por sus éxitos deportivos, también por lo que el club transmitía. En unos años de contrastes el Borussia Mönchengladbach se asociaba con el liberalismo, la modernidad, la juventud se sentía afín a los potros. En cambio el Bayern representaba el conservadurismo. Netzer y Beckenbauer se convirtieron en baluartes de ambas formas de entender el fútbol y la vida. En esas el Inter, bicampeón de Europa por entonces, visitaba un campo en el que nadie había ganado aún en Copa de Europa. Partido que centraba la atención del mundo del balompié, y sin saberlo, sería el protagonista de tertulias por toda Europa en los días posteriores. Un partido de leyenda.

Borussia 1970

Los Vogts, Netzer, Bonhof, Heynckes salieron a por todas. En el minuto 7, el mítico Jupp Heynckes ya había puesto por delante a los germanos. Este gol obligaba al Inter, en buena parte, a romper con el catenaccio que tanto les había caracterizado en los años precedentes. Cierto que Invernizzi no era Helenio Herrera, pero el estilo seguía muy sistematizado en jugadores como Facchetti o Burgnich. El Inter tuvo que atacar y Boninsegna, uno de los primeros europeos de primer nivel en jugar en Estados Unidos, puso las tablas. El jugador nacido en Montova sería el protagonista de la eliminatoria en una acción acaecida minutos después. Sin tiempo casi para festejar el tanto, los potros volvían a ponerse por delante. El danés le Fevre sería el ejecutor. 21 minutos de juego y ya habíamos visto tres goles. El espectáculo estaba cumpliendo los pronósticos, faltaba poco para que se enturbiara.

Matt Busby, era el representante de la UEFA en aquel partido. Había dejado el banquillo de Old Trafford unos meses antes. La leyenda del Manchester United se quedó atónita con el juego de los alemanes, una vez terminado el partido declaró: “Que equipo tan fantástico. Qué ritmo, qué potencia, qué imaginación”. Busby sería clave en la resolución posterior de la UEFA. La acción que marcaría la eliminatoria estaba a punto de acaecer. El Bökelberg hervía, entre el resultado favorable al Borussia y la sensación que estaban dando sus jugadores, nada parecía poder con ellos. De repente, Bonisegna cae al suelo, los jugadores italianos comienzan a rodear al árbitro, el neerlandés Dorpmans se ve superado. No ha visto bien lo que ha sucedido. Mazzola, el jugador más imaginativo del Inter, se dirige para explicarle su versión de los hechos. El hijo de la leyenda del Torino, Valentino, ya había escrito su propia historia en el Inter. Aquí viviría uno de los capítulos más rocambolescos. Mazzola portaba una lata de CocaCola llena, según los italianos, ésta ha impactado en la cabeza de Boninsegna. Partido detenido, nadie ha visto muy bien lo que ha pasado. Nunca se sabrá con exactitud ya que la televisión alemana se negó a televisar el partido porque el Gladbach había pedido 6.600 marcos más por los derechos. Había lío.

Borussia 1Boninsegna se tuvo que retirar del encuentro, pese a que visiblemente este impacto no le había producido nada. En su lugar entró Ghio. Los médicos del estadio dijeron que no tenía siquiera una marca en la cara. No tenía nada. No había cámaras que reflejaran el incidente, por la negativa de la televisión alemana. Un testigo, Max Merkel, declaró: “Boninsegna habló con sus compañeros mientras estaba en el suelo, les dijo que protestaran al árbitro”. Los testigos directos de aquella parte del estadio dicen que el delantero italiano fingía, aunque que van a decir. Alguno incluso se atrevió a añadir que la lata había sido lanzada por un aficionado italiano. Lo cierto, es que las fuerzas del orden detuvieron al presunto agresor, un joven alemán, pero nunca se pudo demostrar que fuera el autor material del latazo. Años después, Brian Glanville, uno de los mejores novelistas y periodistas deportivos del siglo pasado aseguraba en “Champions of Europe” que Sandro Mazzola reconoció que la lata que golpeó a Boninsegna estaba vacía, pero la lata que entrego al árbitro estaba llena. La oscuridad alrededor de la famosa acción nunca fue descubierta con claridad. El árbitro dio continuidad al encuentro.

El Borussia no se frenó por este parón en el juego y continuó haciendo sangre en el rival. Al descanso el resultado reflejaba un sorprendente 5-1; Heynckes, le Fevre y Netzer habían marcado en apenas diez minutos. La segunda mitad demostró la superioridad germana con nuevos goles de Netzer, el cual hacía poco que había vuelto de una lesión, y Sieloff. El resultado final fue de 7-1. Humillante para los italianos. Aunque esto no iba a quedar aquí, el equipo italiano dispuso de sus mejores artimañas fuera de los terrenos de juego. El argumento consistía en que los jugadores interistas habían jugado el resto del partido condicionados por la agresión a Boninsegna. Pese a la ausencia de pruebas plausibles, la UEFA anunció la suspensión del partido. La sorpresa y las protestas no se hicieron esperar. La protesta de los alemanes consistía en que el resultado era de 2-1 antes del lanzamiento de la lata. Pedían que como mucho se comenzase el nuevo partido a partir de la agresión a Bonisegna, con 2-1. La UEFA ahora sí, se mostró inexpugnable. El 7-1 ya era historia. La vuelta se jugaría en San Siro y el Inter ganaría por 4-2. Aquí no terminaba todo, ya que quedaba el encuentro en Alemania. La UEFA, para más inri, decretó que el tercer encuentro entre ambos contendientes se disputase en Berlín. El Olímpico se llenó, pero en esta ocasión los alemanes no pudieron repetir hazaña, 0-0, con partido espectacular del portero italiano Bordon, que llegó a detener un penalti. Los despachos cambiaron un resultado histórico por una acción rodeada de oscurantismo. Historia del fútbol.

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