Histórico
19 junio 2014David De la Peña

Uruguay: Tabarez, ideas para emprendedores exitosos

Tabarez - Uruguay 2014

Cuando Óscar Washington Tabárez asumió por segunda vez el cargo de seleccionador uruguayo, en marzo de 2006, la palabra sobre la que más quiso incidir fue ‘proyecto’. “No pido piedad, solo aspiro que haya gente que crea en esto” . ‘El maestro’ tenía claro que el fútbol uruguayo debía asentarse sobre unas nuevas bases para poder recoger, en el futuro más próximo, una buena recompensa. En la vida del míster la palabra ‘proyecto’ cobra un sentido particularmente especial, y es que, precisamente ese término, fue el que le introdujo en el mundo del fútbol. Washington (como él mismo indica que le han llamado habitualmente en su vida privada) trabajaba como profesor – de ahí el apelativo de ‘maestro’-, después de haberse retirado del fútbol a los 31 años por una lesión de rodilla. Por aquel entonces su mujer estaba embarazada de su cuarta hija, y los problemas económicos apremiaban, así que Tabárez decidió sacarse el curso de director técnico con la intención de obtener una nueve fuente de ingresos que les ayudase con su delicada situación.

Una vez conseguido, preparó, en los meses de verano y cuando no tenía que dar clase, un proyecto de dirección de fútbol base enfocado a Peñarol de Montevideo. Aquella idea fue rechazada por el Manya, pero sí que pudo adaptarla a Bella Vista, el club en el que había terminado su carrera como futbolista. Aquel proyecto preparado desde una necesidad personal le había abierto las puertas del fútbol, y desde entonces su crecimiento fue imparable. El mayor éxito, sin duda, fue ganar la Copa Libertadores en 1987, precisamente con Peñarol, lo que le permitiría posteriormente entrenar a la selección uruguaya (fue eliminada en el Mundial de Italia 90 por la propia selección anfitriona en octavos de final), Boca, Cagliari, Milan y Oviedo. Una trepidante carrera que pareció haberse apagado en 2002. Casi cuatro años en la sombra, hasta que, inquieto, volvió a presentar un análisis, esta vez de la selección charrúa, a Eugenio Figueredo, que en 2006 era el presidente de la federación uruguaya de fútbol.

Aquel borrador contenía “una mixtura que comprendía un análisis del fútbol local y un semblante de cosas que hay que hacer en el futuro”. Aquellas ‘cosas’ estaban bien definidas y buscaban un objetivo de futuro; educar y tecnificar a los más jóvenes, o que las categorías inferiores tuvieran una misma filosofía futbolística, aunque también sus propósitos iban derivados a mejorar el funcionamiento inmediato del primer equipo. “Instituzionalizar la selección”, por ejemplo, fue objetivo prioritario. Que jugadores, técnicos y directivos luchasen por esos objetivos comunes, y puso como ejemplo el compromiso en Argentina o Brasil, recordando cómo cuando dirigía a Boca, y justo antes de la final con Newell’s, tuvo que ceder a la albiceleste a Batistuta y Latorre, que habían participado en el 90% de los goles del equipo durante el torneo. De nuevo, un papel, un boli, y unas directrices que le abrirían el camino a regresar, y protagonizar, una época reciente bastante exitosa al frente de la selección uruguaya.

Cavani - Luis Suarez UruguaySu vuelta comenzó estaba precedida de la debacle uruguaya en la repesca por ir al Mundial de 2006. Por entonces dirigidos por Jorge Fossati, los uruguayos se quedaron fuera del Mundial de Alemania tras perder en la tanda de penaltis frente a Australia. Era necesaria una reestructuración, y a Figueredo le convenció la propuesta del maestro Tabárez. En 2007 -no sin apuros- consiguió clasificar para semifinales de la Copa América, donde sería eliminado por Brasil, y tuvo que lidiar con algunas renuncias (Recoba) y que tomar decisiones importantes, como lo fue un relevo generacional que dejó fuera  a algunos pesos pesados como Darío Rodríguez, Estoyanoff, Diogo o Canobbio. Relevo que ha dado sus beneficios, puesto que Uruguay alcanzó un más que meritorio cuarto puesto en el Mundial de Sudáfrica, y conseguiría ganar la Copa América en 2011. El plan que Tabárez había diseñado en 2006 empezaba a dejar réditos.

Y quizá después de grandes éxitos llegan periodos de complacencia, o, simplemente, la ley natural obliga a un nuevo y complicado relevo generacional. No fue fácil para Tabárez la fase de clasificación para el Mundial (con el componente emocional que supone para el país la cita –Maracanazo-). La gran igualdad que se vio en el grupo Conmebol trajo dudas respecto a idea y puesta en escena. Los analistas coinciden en señalar varios focos calientes, entre los que destacan el rendimiento de Forlán, la utilización de Edinson Cavani, la falta de futbolistas con criterio en medio campo, y en definitiva, la necesidad de recuperar sensaciones, sobre todo futbolísticas, que añadir a ese indudable compromiso que caracteriza al futbolista uruguayo.

El tema Forlán es complicado. Uno de los grandes ídolos del fútbol charrúa está en la cuesta abajo de su carrera y resulta complicado sacarle, teniendo en cuenta, además, su carisma y profesionalidad. Que para Tabárez sea un fijo ha significado una infrautilización de Cavani que, por ejemplo, en el partido frente a Argentina, jugó literalmente como volante izquierdo en un 4-4-2, o como cuando, en la estrepitosa derrota frente a Bolivia en La Paz, se quedó en el banquillo. Resulta complicado viendo la temporada de Cavani en el Napoli pensar en él como suplente, aunque el principal problema está en encajarle en el mismo once que Diego Forlán y Luis Suárez. Otro manido problema es la falta de futbolistas de un perfil organizador en medio campo. Los Gargano, Arévalo Ríos, Álvaro González o Diego Pérez ayudan a perfilar una versión muy solidaria y combativa en campo propio, pero escasa de ideas para que la pelota sea fluida en el rival. Un relevo generacional y conseguir añadir un nuevo registro para ser competitivo en escenarios difíciles, son los nuevos retos de un Tabárez que ha demostrado que criterio e ideas, le sobran.

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