Histórico
25 junio 2014Guillermo Gonzalez

Argentina: Más allá del mal fario

Por Guillermo González (@Guille_Futbln)

El mal fario en una competición como el Mundial es un concepto demasiado manido para excusar ciertas aplicaciones del fútbol sobre el terreno de juego. Es una excusa que, también, a veces se convierte en algo más, y eso que el actual se disputa en Brasil con el fantasma de 1950 pululando por las inmediaciones de Maracaná, con vistas a que aparezca otro Ghiggia de turno en 2014. Precisamente, el objetivo está puesto sobre Argentina que, a las órdenes de Leo Messi y Alejandro Sabella, están llamados a aguar la fiesta al público brasileño, visto ya en la final por decreto. No obstante, Julio Grondona, presidente de la asociación de fútbol argentino, avisa que la presencia de Diego Armando Maradona en los partidos es la principal razón para que la selección albiceleste no gane su tercer título. Disculpe, presi, pero los fallos son atribuibles al juego. Aquí no hay mal augurio que valga.

El Pelusa realizó un comunicado en el programa ‘De Zurda’ de Telesur, en cual dijo que había que “ser muy perverso para afirmar” dicha justificación. Porque sí, es una excusa barata para no evidenciar que existen problemas en el juego de Argentina, sobre todo donde el fútbol comienza a elaborarse. Ensimismados por la gesta del ‘10’ y las paradas del ‘Chiquito’ Romero, había que hacer reflexión de cara a lo disputado frente a Bosnia e Irán, selecciones más débiles que Argentina, pues los octavos de final implican más exigencia.

Sabella no encuentra su once tipo. 5-3-2 o 4-3-3 son sus dudas. De momento ninguno funcionó

El seleccionador apostó por una defensa de cinco en el partido ante los bosnios, con Marcos Rojo y Pablo Zabaleta teniendo mucha capacidad de llegada al área de Asmir Begovic. No había elaboración alguna, pues Sabella primó una clara intención de verticalidad. No obstante, en fase de ataque estático, la albiceleste sufría con Mascherano, Maxi Rodríguez y Di María, teniendo como interiores a dos jugadores de proyección netamente ofensiva y un ancla con poca capacidad de poder de mando. Se pusieron dos arriba pero el fútbol planteado dejó connotaciones de dependencia a la imaginería de Messi, que pidió al técnico retomar a un 4-3-3 con vistas a favorecer su juego y el de sus compañeros.

Sabella parece tener poca fe en los repliegues y en la solidez defensiva, quizás porque no existe un término medio que pueda equilibrarlo todo. Rodear a Messi de la mejor manera es la tarea principal, apreciándose un degradado desde la zaga hasta al ataque y quedando la medular como una pieza endeble que puede resquebrajarse como un castillo de naipes. Contra Irán y con el sistema requerido, se dispuso de una medular formada por el ‘Jefecito’ Mascherano – fijo en el esquema –, acompañado por Mario Gago y Ángel Di María. El jugador de Boca Juniors todavía sigue siendo cuestionado y el último contexto acaecido tampoco le favoreció.

Ante una Irán bien dispuesta sobre el campo, el puesto de interior dejaba a un centrocampista poco adecuado para el arrojo y la colocación iraní. El partido exigía mesura y tranquilidad, a la par que descontrol hacia el entramado rival. La horizontalidad del jugador se tornaba como un recurso inútil, puestas todas las exigencias sobre él. Di María rompe el costado izquierdo y recupera posición, siendo más un hombre asociativo con la tripleta ofensiva. A su vez, Javier Mascherano parecía hacer la función de hombre escoba, atento a los contragolpes, dadas las subidas de los laterales argentinos y la soledad de Federico Fernández y Ezequiel Garay. Lo cual, el foco estaba dirigido hacia Gago, buscando su creatividad, su mando…su batuta. La sensación: no era el mejor partido ni el mejor sistema para ponerlo. Era más un complemento esporádico que un recurso útil. No mandó aún teniendo un 78% de posesión.

Argetina suma dos victorias en dos encuentros en este Mundial, pero sigue sin convencer. El juego es demasiado pobre

Y salió el nombre del ausente Éver Banega o de lo que podría haber aportado Enzo Pérez, un centrocampista más rompedor y dinámico que habría incentivado más la locura, en vez de buscar el buen juicio, la pausa. Seguramente, es una apuesta más que solicitada de venirse un once similar en el último partido. Puestos a no encontrar un equilibrio, mejor potenciar lo que se supone que puede hacer Argentina.

Todavía no hay un once tipo para Alejandro Sabella y los octavos de final son una fase en la que hay que empezar a apostar por una idea, ya que la aclimatación o adecuación al sistema del rival no parecen ser una buena estrategia para la albiceleste. El partido contra Nigeria podría servir para afianzar un concepto que se está desarrollando y que se espera, al menos para pensar en una hipotética final en Maracaná, un estadio que no está para malos augurios y que exige fútbol.

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