Histórico
1 mayo 2014El Enganche

Juventus: Pirlo, el cómo y el cuándo

Andrea Pirlo - Juventus 2013

Por Fran Alameda (@Fran_Alameda)

El mundo no se parará para verle jugar, pero el parará el partido cuantas veces quiera. Habilitándose un espacio para recibir o apartando su melena para levantar la vista y soltar un pase filtrado casi definitivo. Pirlo tiene la partitura adecuada para sus músicos. Tiene el gesto, el balón y la cabeza. Sobre todo, su cabeza, de la que dijo Elvira Erbi: “Con él en el campo, solo hay que correr; el pensamiento está en sus pies”. Andrea alcanza ya los 33 y su edad, hasta el momento, le permite seguir evolucionando. Antonio Conte interpretó la frase de la periodista italiana y le puso a Marchisio y Vidal a sus costados, que no es que no piensen, sino que corren demasiado.

Rompió con las leyes del mal llamado fútbol moderno y, desde pronto fue regista. Alguna vez lo disfrazaron de interior, pero el alma del balón le reubicaba de ‘5’. Él es la renuncia a la carrera sin sentido, al mediocentro africano todo corazón y al destructor. Pirlo representa la virtud de conocer el juego, que no es lo mismo que tener una relación afectiva con el balón, sino con las situaciones. En definitiva, él elige cuándo y cómo, donde los demás asienten o disienten. No se le recuerda especialmente unido a la Champions, pero tiene dos en su bolsillo. ¿Suficientes? Nunca, pues el domina cuándo y cómo luchar por la tercera. Ahora.

Y la identidad del Milan ganador de la primera década del siglo XXI se entiende a partir de Ancelotti y con Pirlo siempre de por medio. No hay colectivo sin prolongación del entrenador en el césped, como no hay Pirlo sin corredores. Esta es la grandeza del sentido colectivo que jamás colisiona con el penúltimo bello italiano. Andrea hace bueno al corredor y viceversa. Porque no hay pase largo sin carrera al espacio, no hay espacio para recibir sin bullicio por delante, no hay un robo sin rival y no hay centro sin rematador. Como no hay gol sin celebración. “Y la multitud delira, y el estadio se olvida de que es de cemento y se desprende de la tierra y se va al aire”, como dice Galeano.

La realidad viste de paciencia a Pirlo. Nunca fue un jugador explosivo, pero hoy es más lento. Su momento, sus últimos meses, no son excepcionales, pero es un jugador indispensable. Probablemente, necesitará ser una sombra para no cometer una imprudencia no dándole la potestad de elegir cuándo y cómo. No eleva el tono de su fútbol ni de su palabra. Por esto, a buen seguro, será difícilmente ubicarle en una zona del campo o con alguna perla fuera de él en 50 años, cuando el vértigo social dé para un par de detalles y un grito. Ni siquiera dos.

Aunque quien realmente sabe de esto, jugadores y entrenadores, por la única y fundamental razón de la experiencia, lo han alabado sin saber nunca dónde está su final. Marcello Lippi: “Es un líder silencioso. Pirlo prefiere hablar con los pies”. Andrea y el fútbol se encuentran continuamente en deuda el uno con el otro. Andrea representa una parte sinequanon del Renacimiento de la Juventus. Ha visto pintar a Rafael, Leonardo o Donatello, es parte de esa esencia del arte que llegó al fútbol para lucir estampa de modelo. Futbolístico, que no de pasarela. Pertenece a esa corta estirpe que considera el juego, un todo, y a la asistencia, un motivo de alegría para dos. Gattuso, quien es justo heredero de ser llamado el complemento arquetipo de Andrea, dijo de él: “Al ver jugar a Pirlo me pregunté si yo era jugador de fútbol”.

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