Histórico
16 mayo 2014Jose David López

Borussia Dortmund: Top 5 jugadores históricos

La cerveza unió al fútbol y el fútbol se unió a la cerveza. Dos alicientes para todo alemán, engendraron hace más de un siglo el primer equipo de la airosamente artística pero sencilla ciudad de Dortmund. “Yo le pondría una camiseta llamativa con pantalón negro que recordara nuestra tierra”, decía entre tragos Robert Unger. “Podremos tener a los mejores jugadores de la zona”, comentaba orgulloso Hans Siebold, que siempre había secundado la idea de Franz Wendt, que cada noche repetía que su sueño era “poder albergar a toda la comunidad en un estadio que sea referencia para nuestra gente”. Dieciocho jóvenes apasionados del deporte, se reunían a menudo entre cervezas para soñar con un equipo de fútbol que representara a los trabajadores de las minas y el acero en la ciudad que ahora representa el modelo futbolístico a seguir por toda Europa.

Tan espontáneo fue su proyección de futuro, que se reflejaría incluso en el nombre del club pues Borussia, hace referencia a una de las Brauerei Dortmunder (DAB) (fábricas de tan famosa bebida germana de la ciudad) que suministraba la propia cerveza al local donde ellos solían pasar sus tardes-noches ociosas. El BVB nació luchando contra las normas y atravesó crisis deportivo-financieras terribles, hasta el punto de rozar el abismo en varias ocasiones. Seguramente por ello, su estancia en la élite habla más de regularidad que de títulos, pues de sus 9 Bundesligas, solo tres habían llegado antes de que los noventa colocaran al Westfalen como el estadio de moda. Aquella generación que acabó tocando cielo europeo en 1997, representa la más grande de su historia pero, a su vez, la que unía por vez primera a varios jugadores que pasaron a la  leyenda. Casi desaparecidos e irreconocibles hasta entonces, el Dortmund disfruta ahora de un clon moral muy parecido al de entonces. Momento ideal para analizar a los cinco mayores iconos del césped que vistieron de amarillo.

Matthias Sammer: El 16 de noviembre de 1989 no fue un día más en la carrera deportiva del, para la gran mayoría, jugador franquicia de la historia del Dortmund. La historia del pueblo alemán, con la caída de un muro levantado por la RDA con el único objetivo de impedir la huida de los ciudadanos de su propio Gobierno, levantó mayores ambiciones, conocimientos y metas para los que vivían tras él. Al ‘coronel pelirrojo’, la noticia le llegó en mitad de su carrera y pese a haber jugado en 23 ocasiones con la selección de la RDA, las fronteras se abrieron de par en par, mostrando la posibilidad de pasarse a la Bundesliga. Pese a empezar ese recorrido en Sttutgart, dio un salto inquietante al Inter que apenas duró un año, tiempo que siempre calificó de duro pero de máximo provecho pues solo jugó una decena de partidos y sintió lo que era la competitividad. Lo colocaron más retrasado y allí acabaría siendo gigantesco en Dormund. Dos campeonatos de la Bundesliga consecutivos, 1 Champions League, Copa Intercontinental y, desde luego, Balón de Oro ese año con la combustión de un ‘Fuego Amarillo’ que fue cada vez más arrasador. Defensa libre, una excepcional salida de balón y polivalente, sabiendo adaptarse a esas acciones de mediocentro o zaguero siempre con calidad, colocación y fortaleza física. Su mentalidad ganadora y la clase de sus movimientos, quedaron marcados para siempre. Uno de los dos únicos jugadores que actuaron con las ‘dos Alemanias’ y hoy en día, curiosamente, director deportivo del Bayern de Múnich.

August Lenz: La Gauliga, allá en la prehistoria del fútbol alemán (en torno a los años 30), reconoció a varios jugadores como pilares determinantes para que el fútbol tuviera fuerza suficiente y aclamara a las masas en diferentes ciudades. Uno de los que se estableció como ‘rey goleador’ de antaño fue el goleador amarillo, apodado ‘The Unity’. La gran estrella del equipo rival, el Schalke, su mito Ernst Kuzorra, pidió al presidente que fichara a toda costa a Lenz. Sin embargo, pese a doblarle el sueldo en la época, el pundonor y cariño a sus colores nunca le generaron ganas de un cambio tan doloroso. La Segunda Guerra Mundial interrumpió, al igual que a muchos otros jugadores, la carrera de lo que muchos consideran el mejor delantero alemán hasta el fútbol moderno. Fue 14 veces internacional y los rumores aseguran que, tras fallar una ocasión clara ante Noruega en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, Adolf Hitler la tomó con él, le hizo caer en desgracia y lo sacó por obligación de los planes nacionales. Desde ese momento, fue tomado como marioneta de propaganda entre las ‘dos’ Alemanias. Ascendió, ganó torneos inferiores, fue capaz de colocar al BVB como abanderado de la Oberliga West varias veces y se retiró dejando en la élite a su equipo con nada menos que 38 años. El restaurante y una tienda oficial del club hoy en día, llevan su nombre y su rostro, aparece cada semana en las gradas del Westfalen entre los más fanáticos, llamados en su honor, ‘The Unity’.

Timo Konietzka: Su leyenda comienza con un primer gol y concluye con una enseñanza final como legado reflexivo para nuestra propia conciencia. Este extractor de carbón desde los 11 años, fue rescatado por su talento y cambió el ritmo de los inicios del fútbol profesional alemán. Su vida son 58 segundos, los que empleó para convertirse en el primer futbolista en anotar un gol en la historia de la Bundesliga. Comenzó en las filas del VfB 08 Lünen, conjunto en el que fue descubierto por Max Merkel, legendario entrenador, que reconoció al instante el talento goleador de Friedhelm y le otorgó una oportunidad en el Borussia Dortmund, que el joven minero no dejó pasar. No tardó en asentarse como uno de los grandes goleadores del Borussia, aunque jugando de ‘falso nueve’ o llegador con fuerza. Apodado ‘Timo’, siempre tuvo la cabeza rasurada. Entre 1962-1965 fue el goleador de la selección alemana occidental, firmando un promedio goleador sin precedentes en la época, acabando su carrera como campeón y estrella del TSV Munich 1860. Eso sí, sus días acabaron con polémica tras agredir a un árbitro y sufrir una sanción de seis meses, que actualmente es aún la más dura de la historia del fútbol alemán. Fue entrenador, ganó títulos en Suiza y hasta llevó al FC Zürich a unas semifinales de Champions, algo que le sirvió para entrenar a ‘su’ Dortmund años más tarde. Pasó los últimos años de su vida en su ciudad, Brunnen, donde un día eligió libremente una muerte rápida y digna (eutanasia), tras años sin poder moverse por una dura enfermedad.

Andreas Möller: Uno de los que aún soy capaz de recordar con claridad en mi mente no sólo por cuestiones temporales, sino porque era uno de los jugadores más talentosos, técnicos y brillantes de la primera-segunda etapa de los años 90. No sólo lo fue para un Borussia Dortmund que despertaba de su largo letargo y al cual lideró como engranaje ideal entre medular-ataque hasta levantar la Champions, sino que fue el timón inteligente y diferencial de una Alemania que apenas era capaz de generar jugadores de ese corte. Curiosamente, Italia 90 fue su debut Mundialista pero le cogió muy joven y no jugó la final, por lo que tenía la revancha en su cabeza hasta que levantó la Eurocopa 1996. Para ello, fue clave el gol que le dio el pase a la final a Alemania en la tanda de penaltis ante Inglaterra, aunque se quedó fuera de la final nuevamente, aunque ahora por sanción. Se marchó a la Juventus para ganar una UEFA (1993) y pese a vivir sus mejores años en BVB, sus años de veteranía los vivió en el máximo rival, un Schalke donde experimentó la palabra enemistad en sus carnes. Tildado de quejica y blando en acciones concretas, no se correspondía a los jugadores que le rodeaban, pero marcó diferencias por su estilo, esencia de talento. Se retiró en 2005 en las filas del equipo de su ciudad, el Eintracht de Frankfurt, aunque en la actualidad es director deportivo del singular Kickers Offenbach.

Alfred Preissler: No vivió los años más legendarios a nivel continental, pero sí se ganó los apoyos-reconocimientos eternos de la hinchada amarilla a base de goles determinantes para romper el frasco de la victoria en el país. Perteneció al legendario vestuario que ganó la Bundesliga dos veces consecutivas en 1956-1957, siendo el más determinante de cara a puerta en una generación marcada por ‘Los tres Alfred’, ya que formaba un tridente demoledor junto Niepiekło y Kelbassa. Marcó 175 goles con la camiseta del Westfalen, llegó a ser capitán y se despidió con goleada histórica al eterno rival (5-0 al Schalke en 1959). Solamente fue internacional en dos ocasiones, pero su huella futbolística va más allá, pues su trampolín había sido previo, al ser subcampeón con el modestísimo SC Preussen Münster en 1949. Su definitivo valor al deporte rey lo consagró como técnico, siendo capaz de ascender con el Red-Weiß Oberhausen y soñando con dirigir a su BVB en la élite. Por entonces, el presidente amarillo, Dr. Gerd Niebaum, dijo que “Addi Preissler era vital para la historia del Borussia Dortmund, pues sin él en la pre-história, este club jamás hubiera sido un grande alemán”.

Gracias por la ayuda de los textos escritos anteriormente en esta web por Jesús Camacho

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