Histórico
26 marzo 2014Fran Alameda

Bundesliga: Guardiola-Bayern, la excelencia a destiempo

Bayern Munich

En los triunfos hay tantas sonrisas como riesgos cuando uno decide abrazarse. Ganar, en la civilización maquiavélica donde el resultado es el único fin, es sinónimo de éxito sin importar la evaluación del camino. Así, con la pobre receta y excusa del triunfo, gobierna el pesoe en Andalucía sin mirar el retrovisor o Rajoy capitanea España sin pulsar si en la calle se ahogan parados o salen ardillas a bailar. No era un brindis al sol, precisamente, aquello que Wilde pronunciaba con su habitual ingenio: “Un tonto nunca se repone de un éxito”. Y aquí seguimos, soportando triunfos mediocres de tipos hinchados.

El éxito, va de suyo –que diría León Gross–, es una medida cargada de sujeto, por eso para unos es un éxito el hoy y para otros el mañana, de tal manera que unos prefieren disfrutar y otros, quizá decadentes y románticos, eligen perpetuarse –si es que la Historia se puede prevenir–. En aquella final de Mundialito, Guardiola lloró porque cerró un ciclo, el de los resultados y el del estilo, que traducido es Irina Shayk, pero en versión Premio Nobel, algo inexistente en el mundo real. Ahora es el Bayern Munich el equipo que, partiendo de su edificio preconstruido –y de qué manera– persigue la era pluscuamperfecta, casta y pura de juego e inmaculada de resultados. Algo, separemos al elogio de la hipérbole, que aún queda lejos.

Ha roto todos los récords del Bayern en la historia de la Bundesliga y de la anterior etapa exitosa, la que tan solo hace un año parecía inmejorable. Aún aspira a Copa Alemana y Champions tras ganar el Mundial de Clubes

Guardiola - Bayern 2014A Guardiola, como a Mourinho, lo añoramos el domingo cuando el Clásico devino en un circo de los horrores, que como todo circo acabó agradando a la mayoría. Para corroborar esto solo es necesario encender la televisión, donde interesa más Undiano que el balón, Coelho que Nietzsche y el Ferrari estampado en Madrid que todos los muertos de un año en accidente de tráfico. Marca España. La excelencia o la sencilla diferencia está mal vista incluso entre los tuyos. Que le pregunten a Guardiola, al que le pasó lo contrario que a Suárez: los que lo beatificaron acabaron crucificándolo. Una reacción que él, adelantado a su tiempo y a su edad, ya lo había dicho: cuando dejemos de ganar veremos si soy tan bueno.

La pasión es la semilla del éxito sea cual sea la concepción del mismo. Pep ha dado algún discurso sobre ella con ella puesta, hablar de la pasión siendo pasional es como escribir sobre escribir, una suerte de metaejemplo que seduce más que cualquier retórica. Guardiola es un tipo raro, una pasión andante que, lejos de la imagen mediática, se rige más por el corazón que por el intelecto. La primera es el principio y el fin, el comienzo y la meta. Alpha y Omega. A él, al niño de Santpedor que entrenaba contra la pared izquierda y derecha como si a los entrenamientos hubiera que llegar aprendido, le toca gestionar la reposición del éxito. O sea, la victoria a la victoria, la excelencia sobre lo excelente, el presente sobre el futuro, la pasión sobre lo pasional. Es decir: ser eterno sobre ser simplemente el mejor.

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