Histórico
1 febrero 2014Jesús Camacho

Luis Aragonés, el sabio que cambió a España

Luis Aragonés

Julio de 2004, la Federación presidida por Ángel María Villar anuncia que ha elegido para suceder a Iñaki Sáez en el cargo de seleccionador a Luis Aragonés Suárez. De esta forma accedía al cargo de seleccionador uno de los personajes más respetados y queridos tanto por la afición española como por los profesionales del fútbol español. Con un pasado brillante como jugador atlético el legendario “Zapatones” contaba a su vez con más de 30 años de carrera técnica y gran estima entre la mayoría de futbolistas que habían trabajado a sus órdenes. Con la prensa por su parte mantenía una relación curiosa, de respeto, de distancia, pero a su vez de cercanía, porque Luis, genio y figura, siempre fue un tipo indomable, de mucho carácter. Con defectos visibles pero con la virtud de poseer un carácter tan singular como para hacerse fuerte en el vestuario, consiguiendo así el apoyo incondicional de sus futbolistas.

Sin duda una de las claves maestras de su éxito, forjado a base de trabajo y dificultades en su camino. Desde aquel inicial momento en el que el de Hortaleza llegó con un discurso muy claro, intentando con una simbólica “gran sentada” unir a todos los sectores del fútbol. Idea esta, con la que consiguió el apoyo mayoritario, pero que poco a poco fue perdiendo fuerza. El cargo de seleccionador es complicado y la presión mediática puede convertirse en feroz si los resultados o el juego no cumplen con las expectativas creadas. Especialmente si quieres trabajar a fondo en un proyecto de innovación y liderazgo con el que pretendes conformar un equipo y no una selección, proceso que inevitablemente lleva consigo el hecho de prescindir de futbolistas consolidados y dar entrada a otros que por estado de forma o progresión te aportarán justo lo que necesitas para llegar a tu objetivo.

Contaba por aquel entonces Luis que el futbolista español siempre había sido un jugador de mucha categoría técnica pero históricamente inferior en su condición física de base con respecto a otras grandes potencias mundiales. Por ello trabajó de forma específica en este punto para conformar un grupo con el que poder equilibrar su teoría, rentabilizando de forma exponencial las virtudes que adornaban al prototipo de jugador con el que construyó su equipo tipo y el estilo que define hoy día a la selección. Aún así los primeros años de Luis al frente de la selección no fueron nada apacibles, desde su llegada en julio de 2004 hasta aquel año 2008 pasó por momentos muy delicados en su trabajo.

Luis AragonésEspaña quedó  encuadrada en el Grupo 7, junto a Serbia y Montenegro, Bélgica, Bosnia-Herzegovina, Lituania y San Marino. Y la fase de clasificación para el Mundial alemán se le complicó en exceso. España cedió el primer puesto de clasificación directa a Serbia y Montenegro, ante la que cedimos dos empates en Belgrado y Madrid. Circunstancia esta, que acompañada por el tropiezo -empate a uno- ante Bosnia-Herzegovina en Valencia, con gol in-extremis de Marchena, nos condenó a la repesca. Eslovaquia fue nuestro rival, selección a la que en la ida conseguimos superar por un contundente cinco a uno bajo una intensa lluvia en el Calderón, resultado que nos permitió afrontar la vuelta de forma serena en Bratislava. Un empate a uno tranquilizador en tierras eslovacas nos sirvió para sellar nuestra presencia en el Mundial alemán de 2006.

Una vez en el Mundial nos tocó en suerte un grupo a priori asequible, compuesto por Ucrania, Túnez y Arabia Saudita. Comenzaba ya a debatirse con fuerza algunos de los temas con los que tuvo lidiar Luis como seleccionador, el primero la presencia de Guti en la selección y el segundo la conveniencia de la titularidad o no de Raúl en el once de la roja. Luis lo tenía claro, Raúl partiría desde el banquillo en aquel Mundial. España goleó cuatro a cero a Ucrania, con tantos de Xabi Alonso, dos de Villa y uno de Fernando Torres. Comenzaba así el divorcio entre el nº7 y el seleccionador, que vivió su momento clave en el siguiente partido ante Túnez. Un encuentro sin duda trabado desde su comienzo, con un gol de los tunecinos a los ocho minutos de juego. Tan complicado como para que Luis tuviera que recurrir a Raúl en un intento desesperado por solventar aquella delicada situación. El capitán no defraudó, aprovechó un rechazo del portero tunecino para poner el empate a uno en el marcador. Un gol clave en la reacción del conjunto español pero que escenificó el divorcio entre capitán y técnico con una celebración, que no gustó nada a Luis. Raúl se fue directo al banquillo para abrazar a M. Salgado y Cañizares, gesto que Luis interpretó como una afrenta de los veteranos contra él y una clara desestabilización del grupo. Dos goles más de Fernando Torres cerraron el triunfo por tres a uno y el pase matemático a octavos de final.

El tercer partido ante Arabia Saudita, fue de trámite, se le ganó 1 a 0 en un gris partido con gol del gaditano Juanito. Suficiente como para amarrar la primera posición del grupo. En octavos  Luis optó por dar continuidad a Raúl, la selección saltó al césped con un dibujo claro en 4-3-3. La media formada por Xavi, Xabi Alonso y Cesc, como enganche Raúl y arriba la pareja formada por Torres y Villa. Recuerdo que en la previa del encuentro los titulares de prensa lanzaron demasiado pronto las campanas al vuelo, infravalorando a Francia y especulando con la veteranía y la retirada de Zidane. Como suele suceder con este tipo de situaciones los titulares no sirvieron para otra cosa más que para añadir un plus de motivación para Zidane y los suyos, que nos dieron una auténtica lección de juego, pero sobretodo y como dijo Luis de competitividad. Francia nos mandó para casa con un claro 3 a 1 y la frase en la rueda de prensa de Luis resumió lo sucedido: No sabemos competir

Para entonces la selección de Luis había perdido gran parte del crédito acumulado, además el técnico había asegurado que no seguiría en el caso de no llegar al menos a semifinales. Aún así se mantuvo en el cargo pero en los meses posteriores tuvo que afrontar los momentos más delicados de su etapa como seleccionador. Primero con una derrota en Belfast ante Irlanda del Norte -segundo encuentro de clasificación para la Euro 2008- que constituyó el detonante final para la desaparición de Raúl, Cañizares y Salgado de las convocatorias. Decisión interpretada por la prensa como un claro gesto de apartar del grupo a futbolistas que desestabilizaban la unidad del equipo. En cualquier caso puede que cargada en parte de verdad, aunque yo la vincularía también al apartado futbolístico, a la necesidad de apostar de forma definitiva por un grupo nuevo y joven con el que encontrar un estilo propio.

Estilo que vivió  su primera representación esférica en octubre de 2007 en Copenhague ante Dinamarca, selección ante la que vencimos 1-3 con una poblada media de locos bajitos en la que brillaron Xavi, Iniesta, Cesc y compañía.  Arriba y como único punta estuvo Tamudo, que suplió a la perfección las bajas de Torres y Villa. Así fueron llegando los Cazorla, Güiza, Senna, Sergio Ramos, David Silva, Albiol

A partir de ese momento España encontró su modelo de juego, Luis fue inteligente y apostó fuerte por un grupo que conectó rápidamente con su idea y mantuvo gran sintonía con el “Sabio de Hortaleza”. Se aislaron del debate de la calle, de la prensa y comenzaron a jugar a lo que sabían, tocar y ganar por calidad, saliendo como les decía Luis muy rápido cuando el momento lo requería. En este apartado y aunque siempre se ha destacado el brillo de la excelente media española me gustaría recordar el trabajo enorme de los puntas del equipo, Villa y Torres a la hora de caer a bandas y crear espacios.

De esta forma España retomó el rumbo con una idea y un camino muy claro, en el que el líder era el equipo. Así logró su presencia en el europeo, donde se pudo constatar la gran unión y la enorme calidad del grupo.

Luis captó rápido el positivo mensaje de la cadena de TV. Cuatro e hizo suyo el “Podemos” -slogan publicitario de la misma-, y logró transmitirlo a los suyos con su habitual dosis de genialidad. La genialidad que ostentaba aquel equipo que en el europeo de Austria y Suiza, dignificó el buen fútbol, debutando con partidazo ante Rusia. Primer partido de una primera fase en la que la selección quedó encuadrada junto a Grecia, Rusia y Suecia. España fue muy superior a una Rusia de la que se esperaba mucho más. Villa con un hat trick firmó tres de los cuatro tantos con los que la roja presentó sus credenciales en este torneo. El otro lo hizo Cesc. Posteriormente en el camino de la selección se cruzó la ordenada Suecia de Zlatan Ibrahimovic, que generó ciertas dudas en el juego del equipo español, especialmente tras el gol de Ibra, que neutralizó el de Torres. Aquella tarde el fútbol de toque no acababa de derrumbar el entramado táctico montado por los suecos, pero una estelar aparición de Villa en la Zona Cesarini le dio la victoria a España 2 a 1 y comenzó a dejar claro que algo había cambiado en el seno de nuestra selección. El pase a cuartos estaba sellado.

El tercer partido ante Grecia sirvió para dar opción a los menos habituales pero también fue una oportunidad magnífica para demostrar que teníamos no solo un buen equipo sino una gran plantilla. España venció y convenció 2 a 1 a los griegos en un muy buen partido de Xabi Alonso y Dani Güiza.

Como dijo Luis tras aquel partido España había cumplido con su papel pero lo impresionante comenzaba a partir de ese momento. En cuartos una vieja conocida se cruzó en nuestro camino: Italia. Una selección que tradicionalmente nos lo había puesto siempre muy difícil y que aquella tarde lo volvió a cumplir. Fue un partido intenso, en el que poco o nada pasó en su primera mitad pero que se agitó en la segunda, en la que a España quizás le faltó precisión para decantar el choque de su lado. Fue sin duda un encuentro de máxima exigencia para el combinado nacional, que vivió su continuación en la prórroga y la épica en los penaltis, en los que Iker nos puso un pie en semifinales y Cesc acabó de forma definitiva con los viejos fantasmas que habían perseguido históricamente a España en aquella ronda de clasificación.

Luis Aragonés 2008En semifinales volvimos a cruzarnos con Rusia, a España se la pudo ver liberada de una carga histórica pesada, jugando un fútbol de alta escuela. Xavi llevó magistralmente la batuta del combinado nacional arropado por el sostén de un extraordinario Senna. Futbolista este alrededor del cual flotaron Silva, Xavi, Iniesta y Cesc. Fue un partido brillante, inolvidable, con dos estiletes arriba sensacionales como Torres y Villa -que se lesionó- y una defensa muy sólida liderada por Puyol. Además con Iker en la portería demostrando porque era considerado mejor portero del mundo.

Como dije un inolvidable tres a cero que nos colocó al borde de la historia 44 años después. Historia que pudimos vivir de forma completa un 29 de junio de 2008, en el estadio Ernst Happel de Viena. Escenario que fue testigo de la consumación de un estilo futbolístico que nos definió. Una final sin Villa pero con una media de lujo que derrochó buen fútbol por cada metro cuadrado de césped del estadio vienés. Partido en el que solo en los primeros diez minutos pudimos ver un tanto perdida a nuestra selección. Un pequeño lapsus del que despertamos para retomar nuestro rumbo a través de la privilegiada visión del mejor futbolista del torneo: Xavi Hernández, que mandó un pase único a la espalda de los centrales para que el Niño Torres besara la gloria con su poderosa carrera y su perfecta definición. Un gol que soltó a España e hizo entrar a la selección en otra dimensión, aquella con la que hizo pequeña a Alemania e hizo grande nuestra apuesta por el fútbol.

Dos sistemas de éxito (4-4-2 y 4-5-1) pero sobre todo y como soñó Luis un equipo y no una selección. Para el recuerdo la ya mítica formación: Casillas; Sergio Ramos, Puyol, Marchena, Capdevila; Senna, Iniesta, Xavi, Cesc, Silva; Torres.

Casillas escenificó  el momento, elevando al cielo vienés la Copa y protagonizó una estampa aguardada por todos 44 años. Mientras, Luis se marchaba silenciosamente, con la satisfacción de haber cumplido un sueño, quizás repitiendo una vez más su pequeño ritual: como en cada previa de partido, atravesar aquella mitad del terreno de juego en solitario para acabar traspasando la línea de gol. Aquella línea que tantos años no separó de la gloria y que gracias a Luis y los suyos pudimos por fin traspasar. Esa fue la escenificación de su adiós…

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