Histórico
18 febrero 2014Fran Alameda

Champions: Manchester City-Barcelona: Perder el balón

Yaya Touré - Manchester City 2014

El trivializado debate sobre la posesión ha llevado a algunos a nombrar el balón como si fuese un elemento maniqueo del que se pudiera prescindir para jugar al fútbol. Como si se pudiera atacar sin él o ganar partidos rehuyendo de lo único que, en cualquier parte del mundo, es esencial. De hecho, el estado natural y placentero del futbolista se da cuanto tiene la pelota y no cuando corre detrás de ella (estado en el que solo se disfruta posteriormente: cuando gana). Luego, cada equipo decide jugar de una u otra manera girando siempre en torno a la pelota, pero nunca renunciando a ella de manera taxativa, sino relativa, y con el objetivo permanente de robarla para marcar.

El mayor de los defectos de un jugador es perder el balón. Un futbolista que a menudo pierde el balón nunca será un buen futbolista por más que sus acciones exijan riesgo permanente. Perder el balón obliga a retroceder, a correr mirando hacia la portería propia y produce inseguridad en el siguiente pase del compañero. No significa solo el efecto directo de la pérdida. El Barcelona de Martino, por lo general, pierde más balones que el de Guardiola y un volumen similar que el de Vilanova. Sin embargo, llega contra el Manchester City perdiendo menos y mejores balones. La ‘calidad’ de la pérdida es alta desde el punto de vista que facilita la pronta recuperación.

La pérdida de balón es el sinónimo más directo de derrota en City y Barça; ninguno sabe correr hacia su portería

Xavi - Barcelona 2014El Manchester City no pierde una gran cantidad de balones. El Málaga de Pellegrini (equipo bien distinto al City de hoy no por calidad técnicamente únicamente) perdía pocos balones. Los equipos del chileno suelen utilizar el balón para pausar y desgastar. No es una posesión inútil, sino elemental para provocar una salida en falso del rival o un cansancio posterior. Sin embargo, en ambas posesiones se da una circunstancia dramáticamente común: la transición defensiva tras pérdida. Es un punto concreto, pero esencial. Una deficiencia por la que se escapan puntos y aumenta la sensación de peligro como una herida abierta que nunca se termina cerrar.

La pareja Fernandinho-Touré ha dicho cosas buenas durante la temporada, pero lo manifiesto lo ha escrito en negativo: la transición y la posición. Lo de Yaya es un temor que puede obligar a Pellegrini a ponerlo de ‘10’. Corre poco y se escalona torpemente con el brasileño, que no tiene samba suficiente para defender en horizontal. Porque no es un talento defensivo y porque tampoco es Ramires. La pérdida expone a sus centrales con los laterales habitualmente proyectados. Una pérdida en un pase lateral o en el primer escalón de la jugada es un Messi contra centrales en carrera. Un drama en el que la única solución es la tarjeta.

Lo probable es que arriesgar, efectivamente, sea lo más arriesgado esta vez

Fernandinho - Manchester CityEl equipo de Pellegrini arriesga más y acaba gustando más, pero es incluso menos compacto que el de Mancini. Mal que le pese a las estadísticas de goles a favor. El Barça llega creciendo y con Xavi en el pico técnico-físico, porque para tocar también hay picos (de fluidez). Aún así, el Barça, que no renuncia al vértigo como solución a los atascos posicionales, yerra de más cuando no viste a Messi de centrocampista. La pérdida se agrava y expone siempre a Busquets (y centrales) con los laterales siempre fijando como extremos. Rivales corriendo y defensa reculando. Drama visible y latente si corre Negredo (que se lleva a un central), los medias puntas y Touré.

Decía Valdano, no sin razón, que el fútbol es un estado de ánimo. Del de Yaya dependerá el City. Sin Agüero, Touré decide. Su sufrimiento significará que, aproximadamente, el City corre detrás del balón y achica agua. Su sonrisa, la posesión; o, en su defecto, transiciones constantes con espacio. La pérdida marcará un partido en el que, previsiblemente, ambos querrán el balón, pero ninguno saltar y dejar el espacio. Son dos de los mejores atacando, pero, esta vez, contradiciendo a Lillo, lo arriesgado será, efectivamente, arriesgar.

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