Histórico
21 enero 2014Francisco Ortí

La patada que desencadenó una guerra

Ahí estaba yo, una cara pública preparada para arriesgar mi vida, mi carrera, todo lo que la fama puede comprar, todo por un ideal, por una causa: la causa croata“. Esas fueron las palabras de Zvonimir Boban después de agredir a un policía durante los altercados que se produjeron en el partido entre el Estrella Roja y el Dínamo de Zagreb el 13 de mayo de 1990. En ese momento pensaba que sólo había defendido a un compatriota, pero su patada a un agente de policía tuvo unas consecuencias inimaginables. Sin saberlo, Zvonimir Boban acababa de desencadenar la Guerra de los Balcanes.

Para entender lo que sucedió aquella tarde de mayo en el estadio Maksimir de Zagreb y sus desastrosas consecuencias es necesario conocer la tensa situación que se respiraba en Yugoslavia en 1990 y que trascendía lo puramente futbolístico. El país se encontraba sumido en un clima de crispación política que comenzaba a abrir grietas entre etnias. Serbios, croatas, bosnios y albaneses compartían nacionalidad, pero se odiaban unos a otros. En ese contexto comenzaron a crecer las fuerzas nacionalistas, especialmente en Croacia, que defendían la independencia.

“Ahí estaba yo, una cara pública preparada para arriesgar mi vida, mi carrera, todo lo que la fama puede comprar, todo por un ideal, por una causa: la causa croata” – Zvonimir Boban

Yugoslavia

El 6 de mayo de 1990, pocos días antes de que se disputara el duelo entre el Estrella Roja y el Dínamo de Zagreb -los dos principales representantes futbolísticos de Serbia y Croacia, respectivamente- se celebraron las primeras elecciones autonómicas en Croacia desde la caída del comunismo en Europa del este y el pueblo croata se decantó mayoritariamente por la fuerza nacionalista croata, liderado por Franjo Tudjman, gran enemigo de Slobodan Milosevic. La llegada de Franjo Tudjman al poder prendió la mecha del odio entre serbios y croatas, que vieron el duelo entre el Dinamo de Zagreb y el Estrella Roja algo más que un partido. Era la oportunidad de trasladar su rivalidad a un terreno de juego. Así lo manifestaron las aficiones radicales de ambos bandos desde un primer momento. Especialmente beligerantes fueron los ultras del Estrella Roja, bautizados como Delije (Héroes) y liderados por Zelkjo Raznatovic, quien se escondía bajo el seudónimo de Arkan y durante la Guerra de los Balcanes formó un grupo paramilitar dedicado a exterminar croatas.

Con Arkan a la cabeza, los Delije acudieron en masa a Maksimir dispuestos a combatir su propia guerra y dejar claro, desde la violencia, su odio y superioridad sobre la etnia croata. Hasta 3.000 serbios acompañaron al Estrella Roja a Zagreb para invadir el estadio de Maksimir. Desde el primer minuto se vio claro que el partido iba a ser más tenso en las gradas que sobre el terreno de juego. De hecho, los altercados comenzaron antes de que sonara el pitido inicial. Ambas aficiones se encontraron a las puertas del estadio, protagonizando la primera batalla de aquel 13 de mayo. Cuando los radicales ocuparon sus asientos en las gradas los ánimos ya estaban caldeados y la tensión no tardó en explotar. La afición del Dinamo de Zagreb entonó cánticos nacionalistas y los seguidos serbios respondieron deseando la muerte a Franjo Tudjmani, nuevo líder croata. Las provocaciones dieron paso a los hechos. Se lanzaron piedras, arrancaron asientos, dispararon bengalas y prendieron fuego a todo lo que encontraron a su paso. Ante la pasividad de las fuerzas de seguridad, ambas bandas rompieron la valla que les separaba y estalló la guerra.

Se lanzaron piedras, arrancaron asientos, dispararon bengalas y prendieron fuego a todo lo que encontraron a su paso. Boba, con solo 21 años, entró a defender a un seguidor y acabó saltando la ‘chispa’

Los radicales se enzarzaron en una batalla en la que se intercambiaron golpes y ataques con armas blancas y se acabó trasladando al terreno de juego, con el partido todavía disputándose. El caos era total y la policía se vio obligado a actuar, aunque lo hizo de un modo un tanto parcial. Las fuerzas de seguridad estaban en ese momento lideradas por Slovodan Milosevic y, por orden, solo atacaron a los seguidores croatas, multiplicando así las fuerzas de los Delije. Fue entonces cuando llegó la famosa patada de Zvonimir Boban. El jugador croata, por entonces de 21 años, vio como un agente se estaba ensañando con un seguidor croata y para intentar defender a su compatriota agredió al policía. Años después se descubrió que aquel policía era bosnio y de religión musulmana, pero esa acción marcó el inicio de la Guerra de los Balcanes.

Los graves incidentes del Maksimir se cerraron con centenares de heridos y todavía hoy se recuerdan como uno de los episodios más tristes vividos sobre un estadio de fútbol. Fue la chispa que prendió la guerra que acabó descomponiendo Yugoslavia, como así lo recuerda una placa en el propio estadio de Zagreb: “A los aficionados del equipo, que sobre este terreno de juego empezaron la guerra contra Serbia el 12 de mayo de 1990“. Así fue como un partido de fútbol desencadenó una guerra. Esperemos que no suceda lo mismo en Egipto.

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