Histórico
30 diciembre 2013Jose David López

#QuesitoNaranja: ¿Por qué los Austria-Islas Feroe son especiales?

Regresa nuestra nueva sección Quesito Naranja (recordando esa mítica y salvadora pregunta naranja de Trivial), buscando respuestas para cuestiones de lo más variopintas.

Pese a poseer auto-gobierno e independizarse (casi totalmente de Dinamarca, con quien aún mantienen autonomía) en 1948, el fútbol de las Islas Feroe ya había surgido en 1930. Pese a la celeridad, no fue aceptado por la FIFA como tal hasta 1988 (dos años antes de la UEFA, que lo haría en 1990). El tercer país menos poblado del planeta jamás ha osado involucrarse en metas competitivas, pues su único objetico radica en evitar vergonzosas derrotas, lograr el respeto de los rivales y, soñando, arañar algún resultado ligeramente positivo que sus jugadores amateur celebraran como si de una final mundialista se tratara. Es la alegría del menor, del humilde, del que juega por placer y no por trabajo, sino porque reunirse en torno a una pelota sigue siendo el mejor plan para mezclar pasiones isleñas.

En su extensa lista de fracasos, las goleadas siguen ocupando la triste hoja gris que nunca desean resaltar porque su grandeza está en los pequeños detalles. Capaz de generar ciertas sensaciones de dificultad a selecciones muy superiores en los últimos años, su recuerdo histórico tiene esta semana internacional un sabor especial. El fútbol feroés escribió sus líneas más brillantes un 12 de septiembre de 1990, en plena fase de clasificación a la Eurocopa de 1992 que iba a disputarse en Suecia. Por aquél entonces, sus resultados eran drásticamente bochornosos (mucho más que en la actualidad) y la sensación de desconocimiento de sus jugadores, país y cultura, rozaba lo absolutamente misterioso. Aquella tarde, ante Austria, iba a cambiar su destino.

La selección alpina iba a ser incapaz de cumplir la lógica y, lejos de encontrarse cómodo en algún momento en aquél improvisado césped artificial del estadio sueco de Landskrona (se obligó a Feroe a jugar allí debido a la falta de campos de césped en las Islas), acabó sepultado. Un gol de Nielsen, ídolo absoluto desde aquél día, generó una de las imágenes más impactantes de la historia del fútbol modesto. Sin ni siquiera saber cómo celebrar un resultado positivo, el final del encuentro se alargó en exceso para el panadero, el mecánico y el conductor de autobús, tres hombres de casa que por una vez en sus vidas entendieron el sabor de la satisfacción por la pelota.

Pero la leyenda negra de Austria con los isleños no queda allí, puesto que el 11 de octubre de 2008 las Islas Feroe empataron 1-1 en Tórshavn, nuevamente frente a los austriacos. Dos recuerdos míticos, únicos e inigualables de un fútbol minúsculamente genial. Este viernes, Viena les espera para la gran osadía final…

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