Por Gabriel Casimiro (periodista especializado en fútbol sudamericano)
Fútbol de Chile. Tuvieron que pasar largos 58 años para que O’Higgins de la primera vuelta olímpica de su historia. Una extensa espera para sus hinchas, y que acabó esta temporada no sin el sufrimiento acostumbrado. El equipo de Eduardo Berizzo derrotó en la final a la Universidad Católica y le puso la primera estrella a su escudo. Comenzó el año con perfil bajo y mínimos objetivos, pero acabó llevándose el premio mayor. Y como toda campaña, existen claves y puntos fuertes. Allí donde destaca nítidamente el nombre de Pablo Calandria. ¿Qué es un equipo sin un goleador? Pues la verdad, se notaría incompleto. Y por eso los de Rancagua, en esa búsqueda del actor principal que fomente sus alegrías, hallaron en el argentino a su artillero ideal.
¿Le faltaba algo más que el protagonismo y el título? Sí. En la final -nada menos- se vio las caras con la ‘U’ Católica, aquel club que meses atrás le cerró las puertas intespestivamente. Fue la dulce revancha, y el delantero la ganó. “Ha sido el mejor año de mi carrera” declaró Pablo tras la obtención del título. Es entendible. Se sacudió en las épocas tristes, y hoy disfruta de la alegría deportiva. Y con revancha incluida. Así es el fútbol. Rancagua se lo agradece.
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