Histórico
4 noviembre 2013Jose David López

Borussia Dortmund: Klopp-Buvac, pájaros inseparables

Klopp-Buvac Dortmund 2013

Llegó a casa por casualidad. Era domingo invernal, unas carreras para ponerse en forma intentando no pensar en las cervezas enjarradas la noche anterior y un gorro para tapar las orejas más sensibles de todo el año. Hacía frío, mucho frío, aunque la lámina blanca que azotaba la ciudad al silencio de un día libre, vacío de sonido, ajeno al personal callejero, llamaban a la tranquilidad más genuina de los runners. Ese momento de serenidad implacable, ausente en cualquier otro momento de la semana, es el gran regalo con el que el ente que todo lo domina, premia a los intrépidos (o absurdos) corredores domingueros. Pero en ese baño blanco, tintado de grises o algún negro esporádico, impactó de repente, sobre el suelo, junto a un árbol, un tímido movimiento colorido. Algo se escondía, hacía mover las hojas y alteraba con su sonido gaznate aquella armonía impasible. Con precaución e inquietud, moví las hojas caídas y, con una rápida reacción, atrapé entre mis manos lo que saltaba, que resultó ser el pájaro más fascinante que jamás había tenido. Subí rápidamente a casa y, junto a los canarios que mi padre coleccionaba, le hice hueco en una jaula ‘acomodada’. Ese simpático amigo, era un singular Agaporni.

Pero aquella sugestivas sensaciones, que hacían babear a todo aquél al que se asomaba a mi terraza ante los coloridos plumajes de este derivado ‘miniatura’ del loro, fueron transformándose. Su carácter cambió, se peleaba con el resto de integrantes de ‘su’ casa y ante el menor acercamiento humano (dedo apareciendo en el lateral de la jaula), su respuesta no era huidiza, sino agresiva, intentando atacar sin pudor. Algo iba mal. Los días posteriores no hicieron sino acrecentar esta sensación, hasta el punto que ya todos lo conocíamos como Woody (nombre original del Pájaro Loco, la serie de dibujos de cuando yo era pequeño). Ese odio interno, esa furia descontrolada, le hicieron aparecer muerto, de nuevo, en una fría mañana de domingo invernal. Años después, supe que los Agapornis son conocidos como ‘inseparables’, porque tienen fuertes vínculos con la pareja, siendo inalterables las caricias entre macho-hembra y manteniendo una estrecha unión. Probablemente, ese día atrapé a Woody porque estaba buscando a su ‘chica’ entre las hojas tras escaparse de su anterior jaula. No quería separarse de ella, de su vínculo, de su otra mitad, de su media naranja. Una relación especial que hoy, se vive en Dortmund, donde han renovado amores hasta 2018. “No se debe separar lo que debe estar junto…”, dijo el ‘pájaro Jurgen Klopp’.

Jurgen Klopp solo tiene dos retos en su carrera. El primero, consolidar el éxito en Champions de su proyecto en Dortmund. El segundo, ser seleccionador alemán en un futuro que aún quiere ver lejano.

Esas palabras, casi recitadas al unísono por el entrenador amarillo y el gerente de la entidad del Westfalen, Hans Joachim-Watzke, refrendaban el acuerdo de renovación del cuerpo técnico más exitoso de la historia reciente del fútbol alemán. Con la ampliación de contrato de Jurgen Klopp, se amplía la confianza en un estilo, en una ideología identificativa y en un sentimiento desarrollado únicamente en beneficio del fútbol alemán. Porque aunque se trabajó para superar la crisis que casi fulmina al club a principios de siglo, la rentabilidad de las maniobras deportivas y administrativas desde la llegada del míster, han superado cualquier barrera, propósito o sueño. A su llegada, se le exigió únicamente no descender, reducir los costes de su plantilla y crear una base que pudiera volver a ser luchadora en el contexto nacional. Pero hoy, tras escaladas mucho más desafiantes de lo que se hubiera previsto en la mejor de las perspectivas, se sumaron dos títulos de Bundesliga, dos DFB Pokal y una DFL Supercup. Pero sobre todo, se conjugó a la perfección la fuerza del sentimiento ciudadano con su club, al que siente más dentro que nunca gracias a la estabilidad deportiva más referencial de su historia. El club buscaba un salvavidas, tomó medidas urgentes y propuso el reto a un ‘novato’ apasionado que hoy, les llevó al segundo escalón europeo (finalista Champions) y es el técnico más creciente del fútbol mundial (y desde luego, el más simpático para cualquier analista sincero). “Tenemos la sensación de que este proyecto aún no está terminado, podríamos estar a mitad de camino”, recalcaba Michael Zorc, director deportivo.

Klopp-Buvac - Mainz

Y en ese trayecto, nunca le puede faltar su ‘semejante’. Le acompañará una vez más su inseparable ‘pareja’, esa continuidad humana que ha encontrado en el que es su mejor amigo, Zeljko Buvac. El bosnio es esa sombra amistosa sobre la que deriva grandes responsabilidades de vestuario. Ex delantero corpulentísimo (1,92 de altura nada menos), que remataba de cabeza todo lo que llegaba al área en clubes modestos durante los años 90, hasta instalarse durante varias campañas en el Mainz, donde se originó una amistosa relación con el entonces central, Jurgen Klopp. Ese fue el epicentro profesional, la unión de un grupo intocable donde uno grita más que el otro, donde uno manda más que otro y donde uno se lleva los méritos más que el otro, pero donde el ‘otro’ es la clave escondida para el éxito global de una entidad referencial. Aquellos años en Maguncia, desencadenaron la maquinaria de ilusiones y ambiciones que no lograron con la pelota en los pies, donde la incapacidad técnica y la necesidad de una continuidad más competitiva, acabó lastrándoles para la élite. Ya habían puesto la primera piedra y solo faltaba que el destino uniera esa amistad. Buvac siguió su carrera por las catacumbas del fútbol germano pero, nada más retirarse en el Neukirche, prosiguió su carrera sentado al frente, algo que Klopp acabaría consiguiendo emblema del Mainz pasando del césped al banco. Cuando esa opción se consumó, Jurgen llamó a su ‘inseparable’.

Zeljko Buvac es el mejor amigo profesional de Klopp, y nada hace temer que vaya a tomar su camino individual, pese a que sí ha tenido propuestas de clubes alemanes en estos últimos meses

Lograron ascender a la Bundesliga tras superar el complicado play-off definitivo en un curso donde no contaban entre los candidatos a pelear por tales objetivos, e incluso lograron competir en Europa dos años después, pero la dinámica de exigencia en un club que se estaba armando en la élite, les debilitó hasta caer nuevamente en descenso. Sin ser capaces de reeditar éxitos anteriores, fueron cesados. Sus maniobras futbolísticas y la capacidad de rentabilizar cada euro invertido en el mercado para crear plantillas equilibradas, animaron al Borussia Dortmund, por entonces en crisis galopante y cerca de la desaparición. No había plan a largo plazo, sino una supervivencia diaria donde Klopp y Buvac sacaron a relucir todas aquellas deficiencias y problemáticas que arrastraron en su etapa como futbolistas semi-profesionales en divisiones impronunciables. La ideología acertada, la inversión económica acertada y una ambición contagiable jamás conocida en Alemania, convirtieron al BVB en el equipo más espectacular, vistoso y atractivo durante un par de campañas, donde rompió estadísticas y multiplicó aplausos. Uno es la fuerza anímica y la personalidad atrayente. Otro es el ‘cerebro’ (Jurgen le llama The Brain). Los dos son Dortmund. Hoy, Buvac es Klopp. Klopp es Buvac. La pareja de moda. Dos pájaros inseparables.

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