Histórico
16 octubre 2013Fran Alameda

España: Jesús Navas, el ‘extrecrack’

Jesús Navas - España

El extremo es una posición estigmatizada. Ya el propio sustantivo lleva consigo una connotación que le excluye de la participación o del equilibrio. Partiendo de esta base, pensamos que el extremo es un jugador alejado de la jugada, que participa poco y que solo sabe ir hacia delante. En una imagen unos recordarán a Garrincha o a Figo, pero habrá quien recuerde al primer Joaquín. Mis ojos terminarán uniendo la posición de extremo a un jugadorazo de Los Palacios. Jesús Navas nació realmente para ser extremo. Cuanto menos peso se le exige, más tiene. Y, hasta sus dos últimas temporadas en Sevilla, donde pasó de extremo a casicrack, era solo extremo. Súper extremo, eso sí.

Decía Fromm que la creatividad “requiere el valor de desprenderse de las certezas”. Solo Jesús sabe qué pasaba por su cabeza cuando su timidez se volvió miedo, con mayor envergadura que su personalidad dentro del campo, y lo zancadilleó para ser elite. Elite de verdad. El trabajo mental, la convicción y el desprendimiento, volviendo al psicólogo, de certezas incómodas dentro y fuera del campo, renació a Jesús. Aprendió a jugar. El niño-genio que hacía regates en una parte del campo comenzó a creerse estrella. Se forjó en el éxito, que en su caso fue más acierto que error, y nació el hombre que jugaba. Un tipo de jugador que no ha perdido la esencia de la banda. Pero desde allí juega, “hace jugar” y sonríe. Con la responsabilidad de un hombre y la habilidad de un niño.

Navas ha pasado de jugar en la banda, a aparecer por todo el campo. Esa es su virtud y casi revolución

Ahora ha viajado a Inglaterra. Para quedarse. Es la última prueba que Jesús tenía que superar: probar su capacidad en la exigencia rítmica de la Premier. Allí la responsabilidad es colectiva. La única opción que se conoce es ganar, pero el maestro de ceremonias es Pellegrini. El chileno quiso a Jesús, jugador que parece antagonista de su entrenador. Pero Pellegrini sabe que el dueño del monorrecurso más determinante del mundo (con permiso del recorte de Robben) es capaz de pesar en el partido como si no hubiese regateado ni una sola vez. Cada regate es el mismo pero parece nuevo, esa es su virtud. El extremo derecho es el jugador de fútbol. Y qué jugador. Es un ‘extrecrack’.

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