Histórico
26 octubre 2013Jose David López

Bundesliga: Tensión y color en la Cuenca del Ruhr

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Este martes, la Cuenca del Ruhr vuelve a vestirse de gala para su Derby. Borussia Dortmund y Schalke cruzan fuerzas en la Bundesliga, lo que aprovechamos para reeditar nuestro post sobre su histórica rivalidad.

Alemania ha sido históricamente uno de los países potenciales en la economía europea y mundial. Su celeridad industrial allá por el siglo XIIX le permitió reservarse un lugar entre los elegidos y actualmente es la tercera potencia económica del mundo, distinguida junto a Francia como el motor empresarial de la vieja Europa. Una de las zonas más importantes se sitúa en el Valle del Ruhr, una explotación minera famosa por su carbón y acero que fue clave en la Revolución Industrial pero que, allá por 1960, cayó en picado. Desde entonces se intenta reactivar y para ello, se decidió reconvertir muchas de sus ruinas industriales, lo que ha generado un renacer y una frescura de la zona más emblemática del pasado industrial en el país.

A comienzos del siglo XX, la pobladísima clase obrera que vivía en el valle (que hoy sigue siendo la aglomeración metropolitana estelar en toda Europa), encontró en el fútbol una de sus grandes diversiones, aunque pronto se convertiría en mucho más. Pese a que hasta once son las ciudades que convergen en la zona y siete los equipos profesionales que compiten por el reinado, dos de ellos se ganaron el respeto y admiración de la gran mayoría. Uno fue el Westfalia Schalke (hoy Schalke 04) y el otro, BVB (hoy Borussia Dortmund), ambos del estado de Westfalia.

El Schalke se fundó en 1904 de la mano de unos estudiantes que habían levantado expectación por sus habilidades deportivas mientras el Dortmund tuvo su primeros pasos en una parroquia católica que decidió poner delante el nombre de Borussia debido a una famosa cervecería de la ciudad. Ambos compartían el modelo ‘standart’ de aficionado ya que los dos pertenecen a barrios obreros que ayudaban a la integración de los inmigrantes polacos o ciudadanos de Prusia oriental. A diferencia de otros derbys, no existen problemas entre hinchadas a lo largo de la historia (salvo casos aislados), ya que todos se criaron en un sistema similar. Por tanto, la pasión que unos desprenden por sus colores, puede citarse también en su rival, lo que genera un colorido, ruido y pasión al alcance de pocos. Ganar al vecino es, con permiso de la Bundesliga, el primer objetivo de cada temporada. Los clubes cuidan muchísimo a sus hinchas hasta el punto de que, por ejemplo, para el duelo de este viernes hay entradas desde 10 euros.

Con apenas unos kilómetros de diferencia entre sus sedes, la rivalidad no tardó en llegar y así, el 3 de mayo de 1925 se celebró el primer Kohlenpott (denominación que recibe en alemán). Apenas dos enfrentamientos más en los años veinte, dejaron paso a la toma de poder nazi en 1933, lo que reguló el deporte y profesionalizó el fútbol con un campeonato de mayor nivel y mejor organización. La Gauliga, que duró 11 años (1934-1945) y estructuró el fútbol germano en 16 regiones con un sistema de grupos hasta los play-off, no derribó esta sana rivalidad, sino que al cerrarse al resto de regiones, fue a mayores y liderar el derby significaba, además, dejar fuera del título al enemigo. Durante esta década el Schalke fue el gran dominador tanto en la provincia de Renania como a nivel nacional, hasta el punto de ganar seis títulos ligueros.

Resultados tan apabullantes como un 10-0 en 1941 o tres 0-7 en apenas tres años, dejaron claro que los de Genselkirchen eran la potencia del momento, aunque esas dolorosas derrotas iban a servir para agrandar aún más las ganas de revancha. Hasta 1943 no llegó la primera victoria del Dortmund a nivel profesional y, desde allí, el crecimiento amarillo fue imparable. En 1962 se creó la Bundesliga tal y como la conocemos actualmente (antes existieron durante algunos años los llamados torneos Oberliga West) y tal había sido la decadencia azulona, que tuvieron que esperar un año para que les permitieran codearse con la élite del momento. El Borussia sí había entrado directamente, creando así una comparativa considerada muy grave por los hinchas del Schalke, que jamás olvidarán aquella desgraciada situación. Hasta 1972 la igualdad fue la nota dominante pero esa campaña el Dortmund descendió tras perder contra su vecino, dando un margen de tres años sin ‘Revier Derby’, que se repetirían después durante dos más por un nuevo descenso, esta vez del Schalke. Desde 1992 el derby no ha sufrido variaciones en ese sentido.

Dentro de los más de 130 derbys que se han disputado hasta el de este viernes, destaca por lo anecdótico el de 1969, donde Friedel Rausch, defensor azulón, fue mordido en pleno partido por un pastor alemán que se le había escapado a uno de los miembros de seguridad. Años más tarde, en 1988, tras imponerse el Dortmund en una eliminatoria de Copa a domicilio, Frank Pagelsdorf vertió a los periodistas locales varios vasos de coca cola a la vez que se mofaba de su derrota, lo que revolucionó la sala de prensa y terminó en una violenta gresca. Más doloroso, al menos para el veteranísimo Jens Lehman, fue el derby de 1997, donde un fallo estrepitoso suyo en la salida de un saque de esquina con el tiempo cumplido, evitó la victoria del Schalke. Aquello se vio después como un favor del meta al Dortmund, porque tras un efímero paso por Milan (apenas meses), el meta fue al Borussia. Toda una ofensa.

Ahora las cosas han cambiado y salvo en 2007, donde una victoria del Dormund en la penúltima jornada evitó que su rival luchase hasta el final por la Bundesliga, el resto de choques son un cúmulo de sensaciones y sentimientos alejados de las luchas por títulos y presas mayores. Los amarillos ganaron la Champions en 1997 y, desde entonces, entraron en una crisis económica que hoy es historia ya desde quien mira como alternativa constante al reinado europeo. Justo lo contrario que los azulones, que han encontrado estabilidad desde que la empresa Gazprom llegara a sus vidas en las finanzas, pero han ido perdiendo paulatinamente esa constancia en la élite. Jurgen Klopp y Jens Keller, cada uno con su estilo singular y completamente inverso, representan la intención de un cambio que, aunque lento, se debe empezar a apreciar en breve sino quieren verse en problemas. El derby está de regreso.

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