Histórico
17 julio 2013El Enganche

Libertadores: Olimpia y la arenga del éxito

Por Gabriel Casimiro (periodista especializado en fútbol sudamericano)

El Rey de Copas es un sobrenombre de galones, que pocos clubes en el mundo pueden jactarse de llevarlo. Y en esta parte de América, Olimpia tiene ese lujo. Sus tres títulos de Copa Libertadores grafican de manera exacta ese apelativo, que a poco está de agrandarse. El cuadro paraguayo está en otra final copera. Se ha vuelto a poner a 180 minutos de la gloria, aquella que estuvo cerca de caer en el abismo, pero tuvo un punto de quiebre originado por sus propios jugadores. Un detalle bastante particular, y que agigantó el alma y estirpe de un equipo con raza.

El elenco ‘franjeado’, tras superar la fase de grupos, debió medirse ante Tigre de Argentina por octavos de final. En la ida, no pudo evitar la derrota y se marchó con un 2-1 en contra que lo ponía en la cornisa. Entonces, se preparó para la vuelta en Asunción, donde solo un triunfo certero lo colocaba en la siguiente instancia. Pero eran tiempos difíciles. La gasolina parecía que se acababa, y no había una confianza extrema hacia el cuadro paraguayo. Así que los pupilos de Ever Hugo Almeida apostaron por otro rol. Más allá de potenciar el aspecto futbolístico, se llenaron de fuerza mental. Esta vez no hubo un video motivador, ni la presencia preponderante del DT. Aquella noche en el ‘Defensores del Chaco’ los jugadores de la ‘O’ fueron los principales protagonistas.

Antes de saltar a la cancha, se juntaron en el camarín y comenzaron a fabricar su clasificación. El delantero Juan Carlos Ferreyra fue el primero en tomar la palabra. “Muchachos, vamos a acordarnos que nadie daba nada por nosotros y hemos llegado hasta aquí. No nos olvidemos que hace muchos días que estamos fuera de casa. Que tenemos una familia que dejamos sufriendo y nos están viendo por TV. No podemos defraudarlos”, arengó el ‘Tanque’ ante la mirada de todos.

A esa altura, no había un solo jugador que no tuviese la piel erizada. El optimismo se respiraba en ese camarín. Y antes de salir al campo, el portero Martín Silva concluyó la primera parte de la gesta. “Vamos a disfrutarlo como siempre, con la humildad y el sacrificio que nos trajo hasta acá. Hay que romperse y acordarse que tenemos la camiseta de Olimpia bien puesta, y ¡es un grande!, ¡vamos Olimpia carajo!” dijo el uruguayo sin contemplaciones. Bajo ese clima, el ‘Rey de Copas’ saltó a la cancha y completó su trabajo. Ganó 2-0 y tras el pitazo final, todos los jugadores se abrazaron y dedicaron el pase a cuartos de final a los hinchas, primero, y luego a la familia. A la mujer que se había comido horas de frustración por no tener cerca a su esposo, y a los hijos, que se privaron de salir a jugar con sus padres para dejar fluir este logro, que aún puede ser mayor.

El ‘Decano’ está en la final de la Copa. Allí donde Atlético Mineiro busca el mismo objetivo, y para muchos hasta puede partir con ventaja. En fútbol, plantel y dinero. Pero no en alma. No en fe. Allí Olimpia está unos peldaños arriba. Porque cuando la situación pintaba para adversa, los jugadores demostraron que la palabra derrumbarse no existe en su diccionario. Y empezaron a arengarse. Y así comenzaron a darse cuenta que de esa forma el éxito está al alcance de sus manos.

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