Histórico
22 julio 2013El Enganche

Barbados-Granada: Hecha la ley, hecha la trampa

Por Andrés Cabrera (@Andres_inter):

Pasen, tomen asiento, al fondo hay sitio. ¡Pon tres pintas más, Mike! Si les parece bien, comienzo con el relato de la historia. Tienen que estar en silencio y muy atentos para no perder el hilo de la misma. El fútbol, como bien saben, es un deporte plagado de historias de grandeza, proezas, anécdotas y hechos irrepetibles, quizás es lo que le hace grande. Hoy les voy a narrar una de los capítulos más delirantes de este centenario deporte. Les prometo que no quedarán insatisfechos. Nos remontamos al año 1994, muchos no levantabais dos palmos del suelo. Los acontecimientos ocurrieron en un lugar exótico, desconocido incluso.

La capital de Barbados, Bridgetown, acogía el partido de la fase preliminar de la Copa del Caribe entre el susodicho país y Granada. El torneo caribeño surgió en 1989 por iniciativa de la CFU (Caribbean Football Union), el campeonato sirve de clasificatoria para la Copa de Oro, torneo principal entre selecciones de Centro y Norte América. Trinidad y Tobago es el dueño y señor de la Copa caribeña, con ocho entorchados, perseguido de Jamaica con cinco. La edición que nos interesa, la de 1994, era la quinta que se disputaba. La fase preliminar contaba con seis grupos, solo el campeón de grupo pasaba a la fase final. Martinica, como campeón vigente, y Trinidad y Tobago, como organizador ya estaban en esta última fase. Cuatro de los grupos preliminares tenían tres selecciones, solo dos grupos contaban con cuatro integrantes. Nuestras miradas se focalizan hacia el Grupo 1, formado por Barbados, Granada y Puerto Rico. ¿Alguien se ha perdido? Si hace falta lo repito, pero deben estar completamente inmersos en el relato.

Bien, continuamos. Los encuentros se fueron disputando, Barbados cayó en casa 0-1 ante Puerto Rico, lo cual le dejaba las cosas muy difíciles a los de las Antillas Menores. El segundo encuentro enfrentaba a Granada y Puerto Rico, deparando un 2-0 para los locales. De esta forma el estado asociado a EE.UU. quedaba eliminado del torneo al haber jugado sus dos partidos y tener peor gol average con respecto a los granadinos. El último partido enfrentaría a Barbados y Granada en el Barbados National Stadium. Los locales necesitaban ganar por una renta de dos goles o más para pasar de ronda, en este supuesto habría un triple empate a puntos, pero a Barbados le favorecería la diferencia de goles para pasar a la fase final. Hasta el momento todo entra dentro de la normalidad en el mundo del fútbol.

Llegados a este punto, toca explicar el desencadenante del acontecimiento que hoy les cuento. En una decisión que no se llega a entender del todo, la organizadora del torneo varió ligeramente las normas establecidas en este deporte. Quizás solo se comprende desde la búsqueda de un mayor espectáculo para el aficionado. La primera norma decía que en esta fase no podía haber empates, algo raro al tratarse de una fase de grupos. En caso de empate se iría a la prórroga, una vez llegados a ésta se aplicaba la segunda norma, la más delirante de todas, el que metiese un gol en la prórroga ganaría el partido, pero no por un gol, como era lógico aplicando la regla del gol de oro, sino por dos tantos de diferencia. Por lo que el gol de oro, valía el doble. Es importante que hayan comprendido estas variantes en la normativa del juego. Quizás los más avispados ya saben por dónde van los tiros.

¡Mike, sirve otra ronda, que les noto muy secos! Bueno, ¿por dónde íbamos? Ah sí, estábamos a punto de entrar en el meollo de la cuestión. El 27 de enero de este 1994, el Nacional de Barbados vestía sus mejores galas, sus jugadores necesitaban vencer por dos goles a Granada, y la afición creía en el milagro. Con inmediatez los locales consiguieron esta renta que precisaban. Se llegaba al descanso con el 2-0 y el clamor del público retumbaba por cada esquina del terreno de juego. La fase final estaba más cerca. En el segundo tiempo, Barbados especuló con el resultado, el resultante de jugar con el fuego suele terminar en quemadura y Granada consiguió el gol que le daba la clasificación en el minuto 83. Silencio absoluto en el estadio, Barbados necesitaba un gol para pasar de ronda. Tras varios intentos infructuosos, la bombilla se le encendió a un defensa local, el cual le indicó la táctica a su guardameta. Corría el minuto 87 cuando ante la sorpresa general, Barbados se metió un gol en propia puerta de forma deliberada. La gente no se lo podía creer, ahora en lugar de ir ganando por una renta mínima, el partido estaba empatado.

Noto por vuestras caras que ya sois muchos los que habéis comprendido la táctica del defensa barbadense. No sois los únicos en percataros pronto de esta artimaña. Barbados con este empate forzaba la prórroga, y de esta forma tenía opciones de pasar de ronda, ya que si marcaba gol en la media hora adicional, éste valía el doble, y conseguirían la diferencia necesaria para su clasificación. Claro, que los granadinos no son tontos, también se dieron cuenta de que haciendo un gol en cualquiera de las dos porterías en el tiempo restante, pasarían de ronda. Era lo mismo ganar 2-3, que perder 3-2. Los tres minutos que restaban más el tiempo añadido forma parte de la historia de este deporte. Granada intentaba marcar en cualquiera de las dos porterías, mientras que Barbados defendía ambas metas. Imagínense en la piel del árbitro, viendo como un equipo defendía las dos porterías, teniendo en cuenta que en una de ellas al más mínimo toque de pelota podía haber fuera de juego. Afortunadamente para el colegiado, el calvario pasó pronto. El resultado no se movió, Barbados 2-2 Granada.

Esta magnífica historia tenía que tener un final acorde con el nudo de la misma. Los papeles asignados daban como héroes a los barbadenses y como antihéroes a los granadinos. Un gol de Granada no era entendible en este modelo de relato. Como no podía ser de otra forma, Barbados anotó y consiguió la clasificación para la fase final, merced al valor doble del gol de oro. En la cita final no pudo pasar de la fase de grupos, pero eso no es lo que importa, ya habían entrado dentro de la verbosidad propia de tabernas como esta. Su logro era la permanencia eterna, casi mística, entre el romancero futbolístico popular. Habían permitido que este viejo locutor tuviera una historia más que narrar, el fútbol nunca dejará de sorprendernos. Les agradezco su atención a lo largo de este breve, pero intenso, ensayo.

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