Histórico
27 junio 2013Jose David López

Italia: Aquilani-Montolivo, plan ‘pirlista’ que jamás llegó

Por cuestiones lógicas de la edad, las personas mayores se jubilan y ponen fin a una larga trayectoria laboral. A su vez, la juventud no encuentra su lugar y desespera en la búsqueda de empleo, aunque sigue anulando posibilidades en puestos de trabajo que sí necesitarían continuidad debido al desgaste del círculo profesional. Allí donde un anciano finaliza sus obligaciones, queda una plaza libre que ocupar, pero sus labores, arcaicas y dependientes, exigen una vida dedicada en pleno a su desarrollo. El mundo agrario intenta encontrar jóvenes capacitados y motivados para incorporarse a explotaciones ganaderas, aunque se topa con la amenaza de abandono en el sector y la desaparición de industrias de las zonas desfavorecidas menos competitivas. El principal objetivo es la viabilidad del futuro y la sostenibilidad del medio, algo que se enmarca por igual en las explotaciones lácteas de Galicia, que en la FICG (Federación Italiana de Fútbol).

Porque un lado, los gallegos han iniciado un plan de reestructuración para conseguir un modelo de explotación óptimo, la solicitud de la financiación necesaria, la tramitación de las ayudas y la posibilidad de un relevo generacional. Por el otro, en Italia ya dieron el primer paso en su transformación hace unos años (con la llegada de Cesare Prandelli), pero pese a una ideología mucho más asociativa, hermanada a la pelota y que intenta justificar en esas premisas sus resultados, la personalidad italiana ha sido debilitada. Porque pese a esas nuevas teorías de construcción de fútbol en torno a la calidad y talento, todo sigue dependiendo de un actor principal. Y allí, tanto en Galicia como en Italia, el nuevo modelo de explotación, radica en la imposibilidad del relevo generacional de su creador (Pirlo), una gestión con protagonistas ‘esclavos’, Alberto Aquilani y Riccardo Montolivo.

Esta lectura optimista en cuanto al virtuosismo, la visión de juego y la genialidad de un líder talentoso, se incorporó al diccionario italiano el día en el que Carlo Ancelotti decidió alinear a un joven Andrea Pirlo como mediocentro creativo. El concepto táctico cambió, la idea de un ‘tre-quartista’ como organizador encontró acomodo en los pies del ingenioso mediocentro ahora juventino y la Azzurri, necesitada de nuevas sensaciones, adoptó la original dinámica. El papel del mediocentro creativo, el mago, dentro de un suelo hostil y muy amigo de los valores defensivos como principio futbolístico, se revolucionó por completo. Pirlo pasó a ser arte y los equipos que deseaban crecer en torno al buen trato a la pelota, buscaron su director de orquesta.

Desde ese momento, la idea del talento se impuso en el club que mayor identidad daba a su juego. Durante sus años en Milan se apreció de la misma manera que ahora se aprecia desde su estancia en la Juventus. Sin embargo, Italia como selección, como combinado, se auto-exige la incorporación de alternativas, jugadores capacitados para dar descanso al jugador vital y hasta han intentado incorporar a sus esquemas a aquellos que más cualidades o comparaciones aceptaban respecto al genio. Una obsesiva reflexión que lleva años siendo el principal temor de futuro de una Italia incapaz de asumir que no hay uno igual que su líder actual y que, probablemente en su ausencia, no solo cambie el orden pre-establecido durante esta última década, sino que cambie por completo el discurso que han querido adoptar en estas últimas etapas con el nuevo seleccionador. Un deseo de Prandelli y conjunto a muchos en el país, pero insoluble sin la perspectiva de quien le da forma.

Y es que el perfil de mediocentro no admite comparaciones. Pirlo es uno. Pirlo es único. El primer intento, Alberto Aquilani, responde a un perfil diferente. Ofrecer un alternativa desde segunda línea apareciendo por sorpresa, concluir acciones ofensivas con disparos desde media distancia y e incorporarse al ataque con potencia y descaro, que se convirtió en la mejor de las habilidades cuando era una joven promesa, pero que nunca acabaron de concretarse. Víctima de la falta de clarividencia global que atraviesa el fútbol, vive atado a un sistema que intenta darle galones de organizador, una condición que no le pertenece, para la que no está preparado y quizás nunca lo esté. Y no sirve con insistir pues Aquilani puede aportar en otras cuestiones pero no es ‘pirlista’.

Siguiendo esa estela, pues aunque criado en el Atalanta también ha terminado llegando al Milan como intento de rescate para encontrar ese lenguaje generado en la medular, apareció Montolivo. Es el mediocentro que más cualidades comparte con su homólogo milanista. Es un ‘tre-quartista’ renovado para la causa a posiciones organizativas, tiene un buen disparo lejano, es el guante que imprime calidad en todas las jugadas a balón parado y ha aprendido de su compañero-compatriota en la distancia. Corta, por cierto, porque entre Flero (tierra donde nació Pirlo) y Caravaggio (tierra de genios donde lo hizo Montolivo), apenas hay 25 kilómetros. Muchos más, aunque partidos, son los que ha tenido para demostrar su valía en ese puesto, el que nunca ha terminado de concretar debido a su frialdad, imposibilidad de mantener equilibrio en solitario y dar ritmo en salida de balón con criterio.

“¿Pirlo? Sería una comparación injusta. Somos dos jugadores completamente diferentes”, han repetido tanto Aquilani como Montolivo en infinidad de ocasiones, reflejando su desagrado con un rol que no están preparados para sumir y del que incluso cada día parecen alejarse más incluso en el césped (porque ambos están ocupando últimamente posiciones de interiores o volantes).

Pirlo, como Aquilani, como Montolivo, tuvo que lidiar con entrenadores tácticos, esquemas que esclavizaban sus cualidades y años de readaptación que terminaron dando con la clave pues, al final, sí fue capaz de auto-convencer a todos como mediocentro en su más extenso significado (gracias a un entrenador que supo leerlo, Carlo Ancelotti). También nació tre-quartista, pero sus pies de seda no envejecen y siguen impartiendo clases cada semana. Uno consiguió hacer ver el camino. Los otros, necesitan quitarse de encima el castigo y romper con una etapa eterna de reconversión improductiva. Aquilani nunca será ‘il creatore’. Montolivo nunca será ‘il creatore’. Un plan ‘pirlista’ que jamás llegó.

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