Histórico
29 mayo 2013David De la Peña

Serie A: Inter, Napoli y la constancia en una idea

Quizá en aquellos vómitos durante la charla previa a la final de la Copa de Europa del 67 en el Estadio Nacional de Lisboa, el Inter de Milan puso las semillas para forjar su particular estigma de equipo descompuesto. Los futbolistas, agotados por las inflexibles formas de Helenio Herrera, se terminaron de venir abajo justo antes del partido. La política de concentraciones del míster y la acumulación de partidos obligaba a los jugadores a estar incluso semanas sin ver a sus familias. Una tensión que hizo desplomarse al grupo en el momento clave de la temporada. El Celtic ganó aquella final, y unos días después el Inter perdió el Scudetto. Más o menos desde entonces, y con la pérdida de futbolistas claves de aquel equipo, el Inter entró en una espiral de cierta indeterminación. Por supuesto, generaciones como la del Inter de los alemanes, la etapa de Jose Mourinho que devolviera la Copa de Europa a las vitrinas, junto a otros momentos con futbolistas de primerísimo nivel en el club, han mantenido al equipo con más o menos continuidad en la élite.

Pero, a pesar de eso, el Inter no ha sido un club dominante desde el puño de hierro de Herrera. La etapa post Mourinho está siendo muy difícil de digerir, y la gota que ha colmado el vaso ha sido el noveno puesto de esta temporada. Cierto que las lesiones se han cebado con los de Stramaccioni, pero la irregularidad de sus planteamientos, y, al menos de puertas para afuera, su falta de carisma para transmitir consistencia en un momento delicado, han definido la temporada del Inter como algo caótico. Walter Mazzarri no es Helenio Herrera (sus formas serían impensables en el fútbol moderno), pero desde luego es una alternativa con toda la lógica teniendo en cuenta la palabra que rige el día a día interista durante, salvo momentos contados, demasiado tiempo:  irregularidad.

Mazzarri siempre ha tenido claro lo que ha querido. Lejos de mostrar algún rubor por dejar claro que para él lo primero era su esquema y después su plantilla, dijo siendo aún un imberbe en esto de los banquillos que sus equipos jugarían siempre con tres centrales. Y, salvo contadas excepciones, lo ha cumplido a rajatabla. Jamás le ha importado dar la sensación al ojo del analista de entrenador precavido y  rígido, puesto que para adornar su estilo ya están él mismo y el micrófono que tenga cerca. Defiende que juega con 3-4-3, cuando siempre su defensa organizada forma una línea de cinco efectivos, y desde luego este Napoli, salvo un detalle importante, se ha caracterizado por un eficaz estilo de contragolpe. Es decir, que aunque este Napoli nunca ha sido brillante lo ha devuelto a la Copa de Europa a la élite italiana. Ideas fijas, sí, pero eficaces. El detalle al que hacía referencia es que en el último tramo de la temporada ha hecho una variación clave en el medio campo, utilizando a Hamsik de interior, y el equipo ha mejorado mucho su ataque posicional. Un poquito de luz para que en el Inter, además de una constancia en una idea que será lo que defina esta etapa, haya formas más flexibles, puesto que le ha funcionado en sus últimos meses en Nápoles.

Mazzarri va a un equipo absolutamente carente de sus principios más básicos, pero deja uno que por su casi lustro en el sur, los tiene ya fuertemente arraigados. Nápoles, desde luego, no es bonita. O, como para gustos los colores, al menos no es lo suficientemente bonita como para pensar que podía ser más que Roma en la pelea con los clubes del norte. Así que me puedo imaginar como se sienten hoy en día los aficionados del Napoli después de haber visto bailar a Maradona desde Milan a Roma, por todos los campos de la época dorada del Calcio. Supongo que para un napolitano haber ganado con Maradona y su tropa tiene que ser como ser el más feo del instituto y pasear, además de otros menesteres, con la rubia espectacular del momento. Supongo que por eso San Paolo piensa que cada año podrán sacar a bailar a su rubia querida y que todos miren embelesados. Mazzarri no veía jugar a Maradona desde posición privilegiada, pero quizá el aura del pelusa ayudó a ganar a su fundamentalismo, y al fin y al cabo, ganar es lo importante.

Ese será el banquillo de Benítez. El de un club que no ganaba nunca y de repente ganó con Maradona. La etapa reciente del Napoli me parece muy propicia para Benítez. El proyecto Mazzarri creció desde la continuidad, y creo que esta es una característica fundamental de Rafa. Sus equipos siempre han sido ordenados, y aunque no sea tan rígido como Mazzarri en sus ideas, siempre ha basado sus planteamientos en un especial cuidado en las distancias entre sus líneas, salidas rápidas tras robo y defensa posicional competitiva. La plantilla del Napoli le puede, perfectamente, dar una base sólida para trabajar en esta dirección. Benítez fracasó en Italia por la inestabilidad imperante en el Inter, pero quizá la cultura de un club como el Napoli le pueda dar una confianza para arraigar un proyecto competente en el Calcio. Saber si la tozudez de Mazzarri tendrá éxito en el Inter, y si el carisma de Nápoles hace migas con Benítez, serán dos de los alicientes más bonitos de la nueva temporada en Italia.

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