Histórico
9 abril 2013Jose David López

Champions: El Málaga vive su pesadilla en Dortmund (3-2)

Un día irrepetible, para mal. El Westfalen ofrecía el escenario ideal por su mística romántica. La interpretación del juego de ambos enemigos, multiplicaba esas sensaciones de cariños compartidos. Y desde luego, acceder a unas semifinales de Champions League, ampliaba cualquier perspectiva muy por encima de lo que la mayoría de los que estaban en el césped hubiera soñado jamás. El Málaga tenía todo de cara desde el punto de vista heroico. Tenía que remontar un resultado aparentemente favorable al Borussia Dortmund y dejar a un lado la etiqueta de club de moda que su rival se ha ganado a conciencia los últimos cursos. Pero Manuel Pellegrini ocupó ese cargo sentimental en el corazón de todo aficionado al fútbol hace tiempo y, como tal, respetado e inteligente, mostró sus bazas allá en el mes de agosto con un equipo ‘roto’ al que cohesionó hasta meterlo entre los elegidos de la élite.

Su planteamiento no escondía pretensiones, aunque las vaciaba en el césped con suave inteligencia. Desde que frenó completamente la posesión de Gundogan (hombre determinante en salida de pelota amarilla), hasta que limitó a nada las arrancadas por banda de los carrileros o maniató las apariciones de los hombres clarividentes del ataque germano (Reus y Gotze no conectaban con Lewandovski). Y en esa fuerza inicial, el Málaga aprovechó para mostrar su seño, aunque creciendo en base a su fuerza defensiva que, solvente y contundente, facilitó la aparición de libertad en ataque. No tardó en aparecer la figura de Joaquín para desbordar interiormente, amagar y disparar con la pierna izquierda desde la frontal para encontrar la red ajustando al poste.

Los mejores momentos blanquiazules le hicieron crecer, ampliar sus creencias y apostar fuerte por sus premisas iniciales, aunque un ‘chispazo’ talentoso sirvió para destruir lo edificado. Una pérdida de balón medular propició una salida fácil y rápida para el Dortmund que, en una de sus principales virtudes, se asoció velozmente por dentro con taconazo asistente de Reus destruyendo la línea defensiva antes de que Lewandovski definiera sin concesiones para empatar justo antes del descanso. Mejor botín que cuando empezó la noche sí, pero peor del que los esfuerzos originarios hubieran deseado. La pauta estaba, el resultado servía y las sensaciones tenían una cuota superior de presión para el equipo de Jurgen Klopp, jugando a conocerse en situaciones límites y poniéndose a prueba en su rol de club vanguardista.

Pero la reanudación potenció esas sensaciones ofensivas constantes, en un intercambio brutal de golpes donde Caballero y Weidenfeller reclemaron con sus paradas determinantes, un porcentaje de protagonismo brutal en la eliminatoria. Joaquín con un testarazo, Toulalan con un disparo lejano, Reus con un remate cercano y Gotze en el área, pudieron romper la igualdad que agotaba la paciencia del Westfalen. Pero en esa línea de llegadas claras, el que acertó fue Isco. El que recibió fue Baptista. Y el que empujó con el placer de quien se sabe poseedor de un billete hacia semifinales, fue Eliseu. Era la gloria a falta de diez minutos de apretar dientes al tiempo que se disfrutaba de un hito impensable que se había convertido en una realidad cercana. Pero el descuento era demoledor. Primero porque la crueldad llegaría con el empate de Reus empujando tras desajuste defensivo, pero cuando Santana convertía el sueño en pesadilla, todo fue caótico (3-2). Una jugada donde los errores arbitrales se acumulan y donde las opiniones se disparan hacia la crítica (con razones en esta ocasión). Dolor, cruelad, tristeza. Historia de Málaga. Historia de España.

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