Se recuerda más que sus goles, más que sus penaltis e incluso más que el ganador. La final del Mundial 2006, coronó a Italia ante Francia en el cielo de Berlín. Hasta ahí, todo normal, aportando también que ese fue el colofón que provocó el año más espléndido de la carrera de Fabio Cannavaro (ya que a la postre, aquellos instantes se reflejaron en su Balón de Oro). Sin embargo, la cita germana pasará a la historia por provocar una de las agresiones más polémicas jamás vistas, y por unir las carreras de dos profesionales absolutamente extremos en todos los sentidos (vida y fútbol). Hasta hace unos días, la cabeza de Zinadine Zidane golpeando el pecho de Marco Materazzi, estaba inmortalizada en una estatua de bronce por las calles de París.
Frente al museo de arte moderno del Centro Pompidou, la obra refleja el impacto furioso del jugador francés ante los ataques (aún no conocidos con oficialidad) del agresivo defensor italiano. El título de la misma es “Cabezazo” (2012) y es una estatua de bronce de más de cinco metros de alto y varias toneladas, que fue colocada en la plaza de Beaubourg, en el marco de una exposición de Abdessemed, que se abrió al público el pasado mes de octubre y que cerró sus puertas hace unos días. “Esta estatua se enfrenta a la tradición, que consiste en hacer estatuas en honor de algunas victorias. Esta es una oda a la derrota”, explicó Philippe Alain Michaud, el comisario de la exposición. Lástima no haber pasado por allí …
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