Histórico
12 febrero 2013Francisco Ortí

PSG: El Macguffin de Blaise Matuidi

Dos hombres viajan en un tren. Ni se hablan ni parecen conocerse, pero uno de ellos rompe el silencio preguntándole al otro por su equipaje. “¿Qué es eso que lleva ahí?”, cuestiona el hombre número uno. Es un Macguffin, responde escueto el hombre número dos. El primero insiste: “¿Y qué es un Macguffin?”. “Un Macguffin es un aparato para cazar leones en las Tierras Altas de Escocia“, contesta sin evitar una nueva réplica de su desconocido compañero de viaje: “Pero si en las Tierras Altas de Escocia no hay leones“. “Entonces no debe de ser un Macguffin“, afirma el hombre número dos, cerrando el diálogo y resucitando el silencio inicial. La anécdota, estúpida por otra parte, no es mía, sino que la tomo prestada de Alfred Hitchcock, quien no creo que me vaya a reclamar derechos de autor.

El cineasta británico, sin embargo, fue más claro a la hora de definir el significado de un Macguffin. Se trata de un elemento de suspense que hace que los personajes avancen en la trama, pero que no tiene mayor relevancia en la trama en sí. Es una excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia, y que en realidad carece de relevancia por sí misma. “En historias de rufianes siempre es un collar y en historias de espías siempre son los documentos“, señaló Hitchcock, quien ha utilizado ese recurso en muchas de sus películas. El siempre humilde y trabajador Blaise Matuidi se considera a sí mismo un Macguffin dentro del funcionamiento del Paris Saint-Germain. Se equivoca. 

En un ecosistema en el que conviven las geniales locuras o locas genialidades de Zlatan Ibrahimovic, el talentoso cerebro de Marco Verratti y próximamente también el carisma de David Beckham, el ojo del aficionado queda deslumbrado por el deslumbrante brillo de las estrellas compradas a golpe de talonario. Pocos prestan la atención es la pequeña figura de la hormiga que trabaja para que la cigarra pueda continuar cantando bajo el sol del verano. Entre tanto jugador de clase mundial, la labor del mediocentro defensivo queda reducida a la categoría de circunstancial. Infravalorada hasta límites que atacan al respeto. Un mal que ha sufrido Sergio Busquets cada vez que viste la camiseta de la Selección española, y que ahora ataca a Blaise Matuidi, la hormiga que trabaja en el Parque de los Príncipes.

La moda está tan arraigada que hasta el propio Matuidi llega a dudar de su importancia en las dinámicas del PSG. “Es lógico que la gente coree el nombre de mis compañeros. En el mundo hay artistas y obreros, y yo soy de los obreros. Si me piden que regatee a dos o tres rivales seguramente tendré problemas. Yo me dedico a correr y para eso me han traído aquí“, explicó Matuidi en una entrevista. Su labor, sin embargo, es vital para el buen funcionamiento del conjunto parisino. El PSG respira como un equipo y no como un conglomerado de estrellas desde el mismo momento en el que la figura de Matuidi cobra importancia en el plan de Ancelotti. La siempre denostada labor del mediocentro defensivo, en este caso personificada en Matuidi, al igual que un Macguffin es esencial para que los personajes avancen en la trama, pero no es irrelevante en el argumento, sino que es indispensable para sostenerlo.

Matuidi es tan necesario en el PSG como lo son los goles de Ibrahimovic o las cabalgadas de Menez, Lavezzi o Lucas, y Ancelotti lo sabe perfectamente. De hecho, no es la primera vez que el técnico italiano recurre a un ‘Macguffin’ futbolístico para blindar su equipo. En su poderoso Milan utilizó una fórmula exactamente calcada a la actual. En San Siro, Andrea Pirlo creaba con Massimo Ambrosini y Gennaro Gatusso como escoltas. En el Parque de los Príncipes, Clément Chantome y Matuidi tejen la red de seguridad sobre la que hace malabarismos Verratti. Con la única diferencia de que en París, una de sus hormigas está aprendiendo a ser cigarra. Un obrero empieza a sentir curiosidad por el arte. O lo que es lo mismo, Matuidi cada vez aporta más en ataque.

Mientras que él mismo resta importancia a sus condiciones ofensivas, sus compañeros le ven cada día con más peso en el equipo. “Convivir con jugadores de tanto nivel ha ayudado a Matuidi a mejorar. Ya no sólo defiende, sino que ayuda en ataque“, asegura Bafetimbi Gomis, delantero del Olympique de Lyon. Esta temporada ha llegado a marcar cinco goles, lo que demuestra que cada vez pisa más el área rival. Tanto Ancelotti como Didier Deschamps en la selección de Francia confían en este pequeño jugador al que muchos comparan con leyendas del corte de Tigana o Makélélé, pero que está reinventando su posición de mediocentro defensivo. Una posición que cobra mayor importancia todavía en las eliminatorias de Copa de Europa que se estrenan este martes con el Valencia-PSG. Matuidi es esencial para que los protagonistas avancen en la trama, pero es tan relevante como cualquier otro. Y eso lo pueden afirmar hasta los dos desconocidos que se encontraron en un tren.

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