Histórico
29 enero 2013Jesús Camacho

Zambia: Kalusha Bwalya, icono de la generación perdida

En la localidad zambiana de Mufulira Male, nacía un 16 de agosto de 1963 Kalusha Bwalya, un niño que como tantos otros edificó su infancia anhelando agarrarse a sus sueños a través de una pelota de papel. Aquel niño al que todos conocían como Kalu, se familiarizó con el fútbol en las calles de Mufulira, en las que descalzo proyectaba su creatividad la mayoría de las veces con pelotas de plástico o papel y las menos con un balón real, aquel con el que acabó convirtiéndose en el mejor futbolista zambiano de todos los tiempos. En su caso como en el de su hermano Johnson, tuvo relativamente fácil su acceso al mundo del fútbol, pues su padre trabajaba como administrador en este deporte. El joven Kalusha comenzó a jugar al fútbol en las filas del Mufulira Blackpool, conjunto que marcó el inicio de su carrera y su gran sueño, puesto que militando en categorías inferiores, y ejerciendo como recogepelotas tuvo la oportunidad de tomar contacto con aquellos futbolistas del primer equipo a los que idolatraba y ejercieron gran influencia sobre él.

Desde los 14 años en el club, Kalusha vio cumplido su sueño en 1979, cuando a la edad de 16 años hizo su debut con el primer equipo del Mufulira Blackpool. Luego en 1980 pasó al Mufulira Wanderers, club con una tremenda popularidad en Zambia, en el que siguió brillando y fue elegido mejor jugador de su país en 1984. En 1986, tras seis temporadas en las filas del M.Wanderers, el conjunto belga del Círculo de Brujas (uno de los muchos equipos europeos que le venían siguiendo), apostó decisivamente por él y pagó 25.000 $ por su traspaso. Corría el año 1988, cuando militando en las filas del conjunto belga el ya conocido como“The Great Kalu”, fue nombrado mejor jugador Africano del Año. Además, la revista France Football lo incluyó al menos en seis ocasiones entre los mejores jugadores africanos en la década de los noventa. Incluso en 1996, la FIFA le llegó a nominar entre los candidatos al mejor futbolista del planeta, consiguiendo una meritoria decimocuarta posición.

Permaneció en el fútbol belga hasta 1989 y durante las cuatro temporadas que portó la camiseta del Brujas dejó un gran recuerdo y 31 goles en 73 partidos. Su siguiente destino sería el PSV, donde dejaría su sello en la Eredivise, en la que jugaría hasta 1994 conquistando  la Eridivisie en tres ocasiones, la Copa de Holanda en dos y la Supercopa en una. En el PSV firmó 25 goles en 106 partidos y según el propio Kalu, encontró su madurez como jugador. Posteriormente llegó al América de México de la mano de Leo Beenhaker, que lo conocía a la perfección y le incluyó a una tripleta de jugadores africanos que causaron sensación en el futbol mexicano por su habilidad y desequilibrante sintonía el terreno de juego: Francois-Omam Biyik, Jean-Claude Pagal y Kalusha Bwalya. Conocidos como “Las Tres Águila negras” se convirtieron en los nuevos símbolos americanistas, de un conjunto que murió a las orillas del título.

Tras su paso por el América se marchó al gran rival, el Necaxa y de ahí pasó al León de México, donde jugó en el verano del 98. Su siguiente destino fue el Al Wahda de Emiratos Árabes Unidos por donde tuvo un testimonial y fugaz paso. Luego regresó a México para jugar en las filas del Iraputo de la Segunda División mexicana. En 1999 hizo aparición en el CD Veracruz y finalmente en el 2000, portando la casaca del Correcaminos de la UAT, que militaba en la Segunda División mexicana, Kalusha Bwalya, el icono de una generación perdida en el mar anunció su retirada a la edad de 37 años.

Su debut con la Selección de Zambia se produjo en 1983, ante Uganda y con la camiseta de las “Chipolopolo”, (las Balas de Cobre), vivió uno de los mejores momentos de su carrera en septiembre de 1988, en la ciudad surcoreana de Chonju, en los Juegos Olímpicos de Seúl. En aquella localidad el equipo olímpico de Zambia, cuyo líder era el magnífico delantero Kalusha Bwalya, aplastó a su rival, Italia, con un contundente e histórico 4-0. Un marcador para la historia cimentado en gran medida  en el hat-trick que firmó Bwalya. El citado encuentro que constituyó un éxito sin precedentes para el fútbol zambiano precedió a un luctuoso hecho que marcó para siempre la vida de Kalusha, y de aquella generación que como gran icono tuvo el honor de representar. Un suceso acaecido en 1993, cuando el grueso de aquel gran equipo constituido por futbolistas de la categoría de Bwalya, del guardameta David Chabala, del defensa Robert Watiyakeni y de los centrocampistas Wisdom Chansa y Derby Makinka, se quedó a un solo paso de eliminar en cuartos de final de la Copa Africana de Naciones de 1992, a la selección que habría de proclamarse campeona, Costa de Marfil.

El combinado de “Las balas de cobre” era un conjunto en clara progresión, que apuntaba a las cotas más altas del fútbol africano de la época. No en vano tenían como gran meta la Copa de África y la participación del Campeonato del Mundo de USA 1994, pero un trágico accidente aéreo segó la vida de aquellos chicos y las ilusiones de todo un país. De camino al encuentro de clasificación para la Copa Mundial que habría de celebrase en Senegal, el avión de las fuerzas aéreas que transportaba a la selección nacional de Zambia cayó al mar pocos minutos después de la medianoche del día 28 de abril de 1993, tras haber realizado una parada en Libreville, la capital de Gabón, para repostar combustible. Las treinta personas que viajaban en aquel avión murieron, pero entre ellas no se encontraba Kalusha Bwalya, al que una lesión le libró de aquella fatal jugada del destino que puso en evidencia las pésimas condiciones de la aeronave militar contratada por la Federación zambiana.

Tras aquel trágico suceso la Federación de Zambia, en sus horas más bajas, se vio obligada a reconstruir a toda prisa un nuevo equipo. Lo ensamblaron en derredor de la figura de Bwalya, de su hermano Johnson y de Charles Musonda, quienes no habían viajado con el resto del equipo porque, en aquellos momentos, se encontraban atendiendo a otros compromisos en el extranjero, aunque estaba previsto que se unieran a él en Senegal. La selección resultante de aquella reconstrucción forzada ofreció una actuación heroica en la fase final de la Copa de Naciones de 1994, en la que se plantaron en una final que perdieron 2-1 ante Nigeria. Pese a aquel mazazo sufrido Zambia paseó con orgullo el nombre y la memoria de aquellos chicos que dejaron sus ilusiones en el océano Atlántico, frente a las costas de Gabón, pues estuvo a punto de conseguir el pase a la fase final de la Copa Mundial de la FIFA,  pero cayeron 1-0 en el decisivo enfrentamiento ante Marruecos en Casablanca.

Kalusha es sin duda una leyenda del fútbol africano, de su país. En 1996 fue el máximo goleador en la Final de la Copa de Naciones disputada en Sudáfrica con cinco goles. En 1998 capitaneó a Zambia en la Copa de Naciones disputada en Burkina Faso. Sus seis participaciones en la Fase Final de la Copa de África de Naciones le convierten en una de las leyendas de la citada competición. Bwalya puso un primer punto y aparte a su brillante carrera internacional con “Las balas de cobre” en el año 2000, en la Copa de Naciones disputada en Nigeria. Y digo su primer punto y aparte, porque Kalusha siguió manteniéndose en forma para convertirse en entrenador/jugador de Zambia. Un nuevo rol en el que el 5 de septiembre de 2004, volvió a hacer historia. Y es que en un partido ante Liberia por la clasificación del Mundial de Alemania, que parecía avocado hacia un 0-0 de manual, fue reventado por una acción individual de Kalusha, que a sus 41 años, salió para de tiro libre anotar en su partido número 100, su histórico gol número 50 con “Las balas de cobre”. Un gol que les dio la victoria y el liderato del Grupo 1, en el que  sin embargo acabaron en tercer lugar.

Su desempeño como futbolista perdurará por y para siempre en la historia del fútbol africano y de su país como un grato e imborrable recuerdo. El recuerdo de un gran medio ofensivo de gran calidad, potencia y llegada a gol que dejó su sello en tres continentes: África, Europa y América. Sobre todo como figura icónica de un país y la generación perdida de “Las balas de cobre”, aquella que giró en torno a la calidad de un futbolista zurdo que amalgamó la tremenda capacidad física de los jugadores africanos con las grandes dosis de talento y la personalidad de un chico de Mufulira Male conocido como “El Gran Kalu”.

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