Histórico
26 octubre 2012El Enganche

Real Madrid: Iker Casillas, la cruz de ser el número uno

Por Alberto Piñero, periodista cobertura diaria Real Madrid (@pineroalberto)

Este mismo viernes se celebra la gala de los Premios Príncipe de Asturias, donde la candidatura conjunta de Iker Casillas y Xavi Hernández será premiada en la sección de deportes. Un galardón que no llega en el mejor momento para el cancerbero del Real Madrid, pese a que hace menos de cuatro meses del triunfo de la selección española en la Eurocopa. Discutido entre el propio madridismo, y marcado por algunos de los goles encajados, hace escasas dos semanas recurrió incluso a las redes sociales para mandar un mensaje al madridismo que apestaba a auto-liberación ante tanta tensión. Pero a ese comunicado no le han seguido actuaciones sobre el césped que inviten precisamente a que se calmen las aguas.

Y es que, en este inicio de curso, se ha podido ver a un Casillas en general algo inseguro bajo palos. Cuando si precisamente algo le sobraba a Iker era esa sensación eterna de confianza en sus propias posibilidades. Evidentemente no es culpable de todos los goles encajados por el Real Madrid, nada más lejos de la realidad, pero negar que no atraviesa por su mejor momento es absurdo igualmente. Y eso que ante el Celta de Vigo tuvo dos acciones de mucho mérito al final del encuentro, como ante el Borussia Dortmund. Sin embargo, ese despeje centrado y sin mucha fuerza previo al segundo gol en el Westfalenstadion ha provocado que los focos no terminen de desviarse aun cuando no fue el único jugador blanco que erró en esa misma jugada. Apuntaba a que sí se aplacarían después de la ovación del pasado sábado en el Santiago Bernabéu, sin embargo Iker sigue en el ojo del huracán en el capítulo estrictamente deportivo.

Porque en la faceta más puramente extradeportiva, mediática o institucional, los hay ya que no le perdonan ni una desde hace tiempo. Ni lo harán hoy, ni lo harán mañana. “Puse el listón alto y comprendo que se me exija” asiente el propio Casillas, resignado, evitando el enfrentamiento con quienes le han colocado el listón alto como a nadie, juzgándole no sólo por sus acciones sobre el césped, sino sobre todo por su papel fuera del rectángulo de juego. En estas últimas dos temporadas, José Mourinho se ha erigido casi en el portavoz único del Real Madrid, en su defensor público por excelencia, y lo ha hecho con un lenguaje tan cercano al que utilizan los aficionados madridistas, que no tardó nada en conectar con el madridismo, que lo tomó como parte del mismo, como gurú del mismo incluso, aunque acabara de empezar su carrera en el Real Madrid. En un segundo plano, pero en ese mismo modelo de actuación trazado por Mourinho, se han situado jugadores españoles de la cantera como Alvaro Arbeloa o Esteban Granero, que al menos públicamente han sido sensiblemente duros con los medios de comunicación, y especialmente batalladores en las comparaciones con el Barcelona, odiosamente desquiciantes para el madridismo en los últimos años.

Y estas ebulliciones de puertas hacia fuera, han terminado por dejar a Iker Casillas en un tercer plano a ojos de algunos aficionados, como si sacar pecho en Twitter fuera el único cometido de un capitán del Real Madrid. Crucificando incluso al portero madridista por actitudes como la de hermanarse con Xavi y otros compañeros blaugranas de la selección, cuando en otros estamentos se le reconoce precisamente por eso, como una virtud dentro del deporte. Y sirvan como ejemplo estos mismos Premios Príncipe de Asturias. Una actitud crítica con Iker Casillas que evidencia una selectiva falta de memoria, por no decir directamente que roza incluso la falta de respeto con un deportista superlativo. Y es que, más allá de su actual momento de forma o del feeling con el entrenador que actualmente ocupa el banquillo merengue, se trata de un deportista con una carrera brillante como pocas: con 21 títulos colectivos, entre los que se encuentran nada menos que dos Ligas de Campeones, dos Eurocopas, un Mundial y cinco Ligas. Y entre los reconocimientos individuales, el honor de haber sido elegido como el Mejor Portero del Mundo por la IFFHS durante los últimos cuatro años. Un palmarés que le coloca como el jugador más laureado del actual plantel madridista, por encima incluso de los Mourinho, Cristiano Ronaldo o Kaká.

Pero es que se trata además de un futbolista madridista, de los de verdad. No de los de sentimientos con fecha de caducidad lo que dura su contrato. Nada menos que 22 años hace que entró en el Real Madrid, trece de ellas completas en el primer equipo. Lo que quiere decir que nadie lleva más tiempo que él en el club blanco, ni siquiera Florentino Pérez, ni por supuesto ningún otro jugador o miembro del cuerpo técnico. Cuando Casillas ganó su primer título con el Real Madrid, la Liga de Campeones del año 2000, José Mourinho aún no había empezado su carrera como entrenador en solitario, Cristiano Ronaldo –buque insignia de este equipo- aún jugaba en el Clube Desportivo Nacional en Portugal, y Alvaro Arbeloa no había llegado siquiera al Castilla, aún jugaba en las categorías inferiores del Zaragoza.

Y sin embargo, los hay que ya le quieren desterrar, acelerando un proceso ya de por sí veloz en nuestro país, como se pudo ver con jugadores como Zinedine Zidane, Roberto Carlos, o incluso ahora con los Rafa Nadal o Pau Gasol. Es la cruz del número uno. Aunque esta vez no se trata sólo de una fea pero innata costumbre nacional, sino más bien algo casi artificial y provocado. Ya sea por lo que se supone que son desavenencias con su venerado técnico, por no votar a éste o aquél para el Balón de Oro, o por haber errado en algunos goles esta temporada, como si no tuviera ya crédito de sobra después de haber salvado ciento y un goles cantados de ésos que parecen imposibles de detener. Cuando Casillas está por encima de todo eso. Y no porque lo diga éste o aquél periodista, aficionado o directivo, sino porque se lo ha ganado año a año durante los 22 que lleva en el Real Madrid. Tanto en el plano deportivo como extradeportivo. Aunque algunos lo minimicen o lo obvien ahora.

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