Histórico
23 octubre 2012Francisco Ortí

El Barcelona mira hacia atrás

A Víctor Valdés le pedimos que haga justamente eso, que inicie el juego. Hizo lo correcto. Si cada vez que le llegara la pelota se la quitara de encima no podríamos realizar nuestro juego“, explicó Tito Vilanova después de que el portero del Barcelona se dejara robar un balón dentro de su área pequeña y permitiera a Ángel Di Maria recortar distancias en el marcador. El técnico azulgrana, recién estrenado en el cargo de primer entrenador, no dudó en respaldar la figura de su portero después de aquel error que a la postre le acabaría costando perder la Supercopa de España contra el Real Madrid, pero se trataría de una postura que adoptó únicamente de puertas hacia fuera. En privado, el discurso de Tito Vilanova ha sido muy diferente.

Al menos eso se extrae de los últimos partidos del Barcelona. Su libro de estilo ha cambiado, en cierto modo se ha ampliado, pero ha perdido ese aroma a pureza que transmitía el Barcelona durante la era Guardiola. Ese equipo que enamoraba con sus posesiones eternas, adicto al pase corto y capaz de reducir la zona de juego a su mínima expresión dejó de existir en el mismo momento en el que Guardiola abandonó el Camp Nou, pero no se firmó su defunción hasta pasada la Supercopa de España. Con Tito Vilanova el Barcelona se ha estirado, maneja otros códigos. El pase corto alterna con balones largos y la velocidad en la transición del balón convive con largas conducciones en carrera.

La actitud de Víctor Valdés cada vez que recibe un balón supone la máxima expresión de este cambio de mentalidad. El portero ya no arriesga, ni insite ciegamente en salir con el balón jugado en corto. En cuanto siente que está en una situación comprometida recurre al pelotazo. Y lo mismo sucede con la línea defensiva, que ha lanzado más balones largos durante los dos meses de Tito Vilanova en el banquillo, que en los cuatro años de Pep Guardiola. El Barcelona, en definitiva, es más pragmático. O al menos pretende serlo. Y es que la defensa se ha convertido en la principal preocupación del técnico azulgrana durante sus primeros meses en el cargo.

El Barcelona está sufriendo una sangría atrás. En los doce partidos oficiales (dos de Supercopa, dos de Champions y ocho de Liga BBVA) que ha disputado el conjunto catalán durante esta temporada ha encajado 17 goles y tan sólo ha sido capaz de mantener su portería a cero en tres ocasiones, contra Valencia y Granada en el Camp Nou, y Benfica a domicilio. El equipo sangra en defensa y las ausencias empeoran la situación. De la teórica defensa titular del Barcelona que formarían Daniel Alves, Carles Puyol, Gerard Piqué y Eric Abidal ninguno está disponible. Las lesiones se han cebado con la zaga catalana.  Adriano Correia, en una ocasión, y, sobre todo, Alexandre Song y Javier Mascherano han ejercido de parches para reconstruir la línea defensiva, pero los resultados preocupan.

El pasado sábado en Riazor se tocó fondo, con el partido anárquico que se disputó contra el Deportivo de la Coruña. Valdes  falló en varios de los goles, y la defensa fue incapaz de contener al ataque coruñés. Javier Mascherano estuvo torpe, aunque su penalti y expulsión fueran injustificables, mientras que Song confirma noche tras noche que ni es central ni se adapta a esa posición. El Deportivo se dio un festín ante una defensa hecha jirones e hizo goles sin problemas. El Barcelona acabó ganando ese partido (4-5) pero obligó a Tito Vilanova a hacer una profunda reflexión sobre el camino que debe seguir durante los próximos partidos.

Su primera medida fue la misma que adoptó con Valdés en su momento y es apoyar públicamente a los principales damnificados. “Song y Mascherano son una excelente pareja de centrales“, anunció Vilanova. De nuevo una defensa pública, pero el discurso de puertas hacia dentro puede ser diferente. Este martes por la noche (20h45) frente al Celtic de Glasgow se verán las primeras pistas de la evolución del Barcelona y más en una situación si cabe más crítica por la ausencia de Sergio Busquets por sanción. Tito Vilanova vuelve la vista hacia atrás. Los números le obligan y pronto se empezarán a ver los cambios. El Barcelona continúa mutando.

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