Histórico
5 septiembre 2012David De la Peña

Milan: La cruda realidad del ‘fair play’ financiero

Abbiati, De Sciglio, Acerbi, Bonera, Antonini, Ambrosini, Montolivo, Nocerino, KP Boateng, El Shaarawy y Pazzini. Esta es la alineación que el Milan de Massimiliano Allegri puso sobre el césped del Renato Dall’Ara para enfrentarse al Bologna en la segunda jornada de la Serie A. Juzguen ustedes mismos. Cierto que el equipo llegaba con algunas bajas relevantes como las de Pato, Robinho, Mexes o Abate, pero en cualquier caso, que un número tan reducido de ausencias signifique poner un once así, habla muy mal de la actual plantilla rossonera. Pese a que ganaron, (jugando mal, todo hay que decirlo), no me imagino a un formación como esta sobreviviendo en el Camp Nou, en el Santiago Bernabeu, o en el Etihad. Y estamos hablando de un clásico a gran escala. Pero, ¿qué sucede? ¿Por qué se ha llegado a debilitar tanto una plantilla, que en la última década había sido protagonista en Champions con los Pirlo, Kaka o Shevchenko?

El primer punto para detenerse, es la inminente llegada del fair play financiero. Algunas voces apuntaban a que la decisión tomada por la UEFA podría dar marcha atrás. Pero nada más lejos de la realidad, como pudimos observar en la reciente gala que tuvo lugar en Monaco. Gianni Infantino, secretario general del máximo organismo futbolístico europeo, recordó la implantación a partir de 2014 del nuevo sistema, y el propio Michel Platini, en entrevista concedida a Gazzetta dello Sport durante esa misma semana, confirmó que el plan por el que los clubes no podrán gastar más de lo que ingresan, sigue el curso previsto. Así que el principal objetivo durante este verano era reducir la brutal masa salarial que el Milan acumulaba, ya no solo con los contratos de sus dos estrellas, Ibrahimovic y Thiago Silva, si no con pesos pesados como Gattuso, Inzhaghi o Seedorf.

Dicho y hecho. Como poniendo la venda antes que la herida, ya que sabían del impacto deportivo consecuente tras perder a tus dos hombres más influyentes, el club  fue agresivo a la hora de filtrar la información, y la prensa hablaba de cifras escandalosas tras sumar todos los condicionantes. La Gazzetta titulaba, alto y claro, que si Ibra y Thiago marchaban rumbo a París, el AC Milan cerraba una operación de 170 millones de euros. Unos 65 por la venta de los dos futbolistas, más el ahorro de unos 48 millones de euros por el contrato (2 años), que aún le quedaban a Zlatan Ibrahimovic, y cuyo montante ascendía a algo más de 12 millones de euros netos por cada uno de ellos, más los 60 millones en los 5 años de contrato que le quedaban al brasileño, a razón de 6 millones de euros netos por temporada. Sea o no una forma disfrazada de vender la pérdida de estos dos titanes, el mensaje estaba claro: reducir gastos, y que se supiera.

“El Milan decidió afrontar las complicaciones del exigente ‘fair play’ financiero gracias a la aparición del PSG y la operación conjunta por Ibrahimovic-Thiago Silva”

Sin duda, a partir de ese momento, todo el mundo se acordaba de Silvio Berlusconi, propietario del club. El sexto hombre más rico de Italia, según estudio realizado por la revista Forbes en 2012, invertía de su bolsillo, cada año, alrededor de 50 millones de euros para que las cuentas cuadrasen. Y, según sus propias palabras, eso se había terminado. Berlusconi comentó que la situación económica actual hacía imposible una inversión de ese calibre año tras año, e incluso defendió la operación de venta de sus dos estrellas al PSG indicando que aseguraba equilibrio en las cuentas del club durante los próximos tres o cuatro años. Además, Il Cavaliere indicó que era el momento de una revolución, de crecer en base a los jóvenes, y puso el ejemplo, siempre recurrido en Italia, del Barcelona. Pero, ¿tiene mimbres el Milan para competir, completando la plantilla con jóvenes chicos del equipo primavera? , ¿es un discurso real?

Ya hemos visto a De Sciglio como titular por la lesión de Abate, y está cumpliendo. Probablemente, de lo más potable del filial, físicamente no sufre a pesar de su edad y mide bien los tiempos. Pero, recordemos que el año pasado, Roma ganó la Copa Primavera, mientras que el Inter ganó la liga. No hubo éxito colectivo, y lo cierto es que la plantilla deja ciertas dudas acerca de la capacidad de promoción. Adriá Carmona, un extremo adaptado a la posición de mediapunta, y canterano del Barça, es el más talentoso, pero choca de lleno con Boateng en el primer equipo. Otras soluciones son Valoti, un mediocentro o interior de buen manejo pero bastante liviano, o Ganz, un segundo punta (hijo de Maurizio Ganz), con mucha movilidad y desparpajo. Las opciones no son demasiado acordes al discurso de Berlusconi, y más, si tenemos en cuenta que Ely (un buen defensa central internacional en categorías inferiores), o Comi (un delantero, más referencia que Ganz y con físico para competir en primer nivel), se han marchado cedidos a la Reggina. Parece, por tanto, que al margen de El Shaarawy, las opciones de futuro del Milan son más bien escasas.

“La generación del futuro Milan, fraguada en la idea de cantera, no parece tener el nivel necesario como para exigencias de un club clásico del primer nivel”

Veremos hasta que punto este entuerto pasa factura al Milan. La realidad es que, aunque la sensación sea de intención de sanear cuentas y ajustarse al fair play financiero, lo cierto es que la decisión de Berlusconi lo hace más una obligación que pretender hacer los deberes a tiempo. Hay que esperar para ver la forma de competir de esta nueva plantilla, pero no hay que olvidar que un saneamiento, si a un club como el Milan no le lleva a disputar la UEFA Champions League, puede acabar en una espiral negativa muy complicada de remontar, si analizamos fríamente todos los condicionantes. La afición de San Siro ya fue franca en el primer partido de liga frente a la Sampdoria, con una pancarta que decía: “31 de agosto, esperamos impacientes”. Al final, las promesas cayeron en saco roto y la plantilla es débil. Veremos cuantas veces, Pazzini o alguna otra individualidad, pueden ocultar las carencias. Es la amenaza más realista, actual y cruel del ‘fair play’.

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