Histórico
10 julio 2012Jose David López

Euro 2012: Goleadores, una naturaleza en desuso

El fútbol imponente, el que marca tendencia y reaviva ilusiones en base a talento y resultados perfectamente unidos, lo marca la Selección Española. Ese patrón infranqueable, elegante, elogiado hasta la extenuación y que irradia fantasía embaucadora al mundo entero, ha propiciado no obstante una nueva dinámica en lo que respecta al fútbol de ataque. Porque dentro de las asociaciones en busca del dominio de posesión y generar superioridad numérica en fase ofensiva, se sobre-excedió el canon inicial con la propuesta de retirar un hombre referencial en ataque para situar en su lugar a un jugador con amplitud, llegada y sobre todo, trato aseado a la pelota. Ese movimiento puede iniciar una nueva línea a seguir, sobre todo a tenor de los resultados, algo que frena enormemente la naturaleza y el hábitat de los rematadores más arcaicos.

Un perfil de jugador que puede haber dado un primer paso a un lado hacia su extinción en esta Eurocopa 2012 donde los goleadores y estrellas del área, no encontraron la aureola mediática de antaño. Se acabaron los espacios, se redujeron los primeros remates y se eliminaron los bombardeos al área en busca del gigante referencial. El fútbol ha cambiado y la propuesta global vira en otro sentido. Una transformación que poco a poco se ha ido instaurando en los conceptos técnicos y que, salvo excepciones, cada vez encuentra más adeptos en busca de soluciones y atractivo en base a sus jugadores más talentosos insertados en la medular. La acumulación de estos genera brillantez y malabares, ilusión y expectación, pero acaba con la fortaleza de aquellos que dependen de sus anclajes ofensivos y de sus rutinarias tácticas de agresividad vertical. Esta Eurocopa no hace sino exaltar ese cambio en la ruta hacia la victoria.

Y es que en las últimas cuatro ediciones, las cifras de los goleadores eran mucho más amplias (desde 1992 no se igualaba un premio de máximo goleador a solo tres tantos), algo que acaba determinando un cambio global que prioriza la armonía defensiva e inicia la búsqueda de nuevas vías al gol para imponerse a estas incomodidades. Curiosamente, para redondear la hipótesis, justamente el equipo ganador, el que más minutos ha estado en el terreno de juego y el que impone una renovada teoría ofensiva, es quien se ha llevado ese premio (Fernando Torres con tres goles). Y además, con el jugador más debatido en ese mismo contexto de ausencia de ‘nueve’ referencial y sin haber tenido regularidad en los planes iniciales.

Porque la campeona del mundo y doble campeona de Europa llegó a la fase final con su delantero estrella lesionado (Villa) y con la necesidad urgente de encontrar soluciones que no mostrasen debilidad. Y la respuesta del seleccionador más admirado y querido, no fue apoyar la petición ofensiva de la sociedad o de los analistas, sino dar un giro más a la doctrina imperante de la posesión de pelota. No confió enteramente en aquellos que venían de acumular gestas y grandes números goleadores en la llamada liga referencial (Torres o Negredo), sino que prefirió crear un ‘rondo’ con una alternativa más aseada, apta para jugar entre líneas y estabiliza todavía más la posesión. Un mensaje que además encontró su culmen en la finalísima, ante una Italia que acuñaba el término más parecido posible, pero que sí afrontaba la cita con dos variantes potentes en ataque. Algo que, además, acabó siendo un problema ante la contundencia defensiva de España. Una muestra que se repitió durante todo el torneo.

La vía más directa, el camino más accesible y la ruta de menos elaboración, no sólo pierde potencialidad en esta fase final, sino que prácticamente ha salido vapuleada. Aquellos equipos que pretendían sacar rentabilidad global gracias a sus facultades en despliegue atacante, que tienen verticalidad y físico imponente en el área o incluso una envidiable capacidad de lucha e la presión, han acabado muriendo en la orilla y ahogados cuando aún no se habían lanzado al mar. Una inercia que cuestionará muchos planteamientos, que hace peligrar razonamientos factibles generados en etapas anteriores y que incluso representan una renovación de ideales que puede transformar el fútbol desde hoy, pero que ante todo, ya ha encontrado el mejor impulso posible con un resultado tan glorioso como alentador a nuevos ‘experimentos’. La variante de ‘falso nueve’ es el fin del hábitat goleador. El final de una naturaleza en desuso.

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