Histórico
3 enero 2012Jesús Camacho

Laurie Cunningham, extremo de arena y cal

Laurie CunninghamUn 15 de julio de 1989 el fútbol español quedó conmocionado por un accidente acaecido a las 6:45 en el kilómetro 6 de la carretera Madrid-La Coruña. El coche, un Seat Ibiza de matrícula M-6296-FM, se salió de la calzada, chocó contra una farola y la alambrada de protección y volcó. Una vez más la fatalidad y el infortunio se cruzaba en el camino de Laurie Paul Cunningham, futbolista muy querido por todos, británico de ascendencia jamaicana y extremo de arena y cal. De aquellos que aparecen y desaparecenpara dejar de cuando en cuando retazos de su ‘jamaicana’ carrera y su genialidad. Un tiempo alado ya olvidado en el que el infortunio y el voraz apetito del fútbol, del destino, le condujeron por el abismo de la raya de cal.

Nacido un 8 de marzo de 1956 en Archway, Londres, comenzó a dejar rastro de su calidad como futbolista en las filas del Leyton Orient, donde se destapó como uno de los jóvenes talentos con más proyección del fútbol inglés. Debutó en 1974 a la edad de 18 años y jugó en Leyton durante tres temporadas, hasta mediados de la campaña 1976/77, cuando ingresó en las filas del West Bromwich Albion, conjunto que pagó por él 110.000 libras y en el que marcaría una época pese a jugar solo durante dos temporadas y media.

Su debut con la camiseta del West Bromwich se produjo un 12 de marzo de 1977 ante el Tottenham.  Hawthorns,  mítico escenario verde de los Baggies, vibró con un equipo que nunca olvidarán. Laurie junto a Cyrille Regis, Brendan Batson y Bryan Robson conformó el que está considerado hasta ahora como el mejor conjunto de la historia del West Bromwich Albion. Un equipo  dirigido por el entonces desconocido Ron Atkinson, que consiguió el ascenso a la máxima categoría del fútbol inglés, donde el West Bromwich realizó un gran papel. Laurie fue uno de los grandes culpables del meteórico ascenso del West Bromwich en aquella época, que acabó en tercera posición en la Liga y llegó incluso a jugar Copa UEFA. Junto a Brendan Batson y Cyrille Regis, conformó el que fue conocido como el  “Three Degrees”,  una tripleta de jugadores de color que maravillaron al fútbol inglés y marcaron una época en el West Bromwich.

"Three Degrees"El citado apodo fue una ocurrencia de Ron Atkinson, que les bautizó así haciendo una broma con el grupo femenino de soul que pegaba  fuerte en aquella época. Pese a la tremenda calidad de estos tres futbolistas de color al fútbol inglés aun le quedaba algún paso por dar en la materia social y racial. Y es que a finales de la década de los setenta el fútbol aún padecía los absurdos comportamientos racistas vinculados a la extrema derecha y que tantos problemas han causado no solo en Inglaterra sino en todo el mundo. Por ello tuvo tanto valor la figura de Ron Atkinson, pues con el técnico baggie el fútbol inglés pudo disfrutar con el desempeño genial de tres maravillosos futbolistas de color en un mismo equipo. Un técnico que restó trascendencia al tema declarando que lo de menos era el color de sus chicos, puesto que solo se había limitado a dar la oportunidad  a tres magníficos jóvenes valores que reclamaban un sitio por calidad y profesionalidad.

Afortunadamente los prejuicios se fueron superando y el fútbol fue justo con ellos, convirtiéndose en futbolistas legendarios del fútbol inglés y del West Bromwich Albion. Por entonces Cunningham era uno de los mejores futbolistas del fútbol inglés, y el Real Madrid que lo seguía desde hacía tiempo, (especialmente tras su exhibición en los cuartos de final de la Copa UEFA ante el Valencia), trabajó duro para convencer a Atkinson de que se desprendiera de uno de sus jugadores referenciales. El Madrid pagó la cantidad de £995,00, convirtiéndose así en el fichaje más caro de la historia del fútbol español hasta ese momento. Llegó al Real Madrid en 1979 con la vitola de crack y sus comienzos no pudieron ser mejores, anotó en su debut y en su primera temporada rindió a un aceptable nivel, pero poco a poco el rendimiento de aquel al que en los corrillos futbolísticos de la capital se le conocía como “La Perla Negra”, se fue diluyendo. Nunca llegó a ser ese futbolista eléctrico y mágico del West Bromwich, de un lado las lesiones y de otro su falta de adaptación, además de la poca confianza que recibió de sus entrenadores, le impidió desplegar el fútbol que realmente llevaba en sus botas. No tuvo suerte Laurie en Madrid, pues a todo ello hubo que sumar la trágica pérdida de dos de sus hijas y su cuñada, asesinadas en Londres en 1982.

Durante su estancia en el Madrid se recuerda tan solo una memorable actuación en el Camp Nou que le dio la victoria al equipo blanco 0-2. Un partido en el incluso salió ovacionado del estadio blaugrana. En la memoria de los aficionados también quedaron pequeñas pinceladas de su talento, como su precisión y calidad en los lanzamientos de córner y a pelota parada. Compartió equipo con jugadores de la talla de Juanito, Santillana, García Remón, Pirri, Camacho, Del Bosque, Stielike, Benito, San José… Prácticamente nada más aterrizar en Madrid, en uno de sus primeros entrenamientos le hizo un extraordinario túnel a José Antonio Camacho. En ese momento se le acercó Vicente Del Bosque y le dijo al oído: “Ni se te ocurra volver a intentarlo, chaval”. Y es que Del Bosque conocía a la perfección al magnífico defensa murciano, al que por entonces era un auténtico pecado hacerle un túnel. Laurie no volvió a intentarlo…

Tras su paso por el Real Madrid, Laurie optó por regresar a Inglaterra, donde pasó fugazmente por el Manchester United, conjunto que dirigía Ron Atkinson y en el que jugó tan solo cinco partidos. Su siguiente destino sería el Sporting de Gijón, conjunto en el que jugó una campaña, en la temporada 83/84, en la que Laurie se divirtió jugando al fútbol y recobró la sonrisa ante una afición que le recuerda con cariño. Fue internacional en categorías inferiores con la Selección inglesa debutando con la absoluta en la temporada 78/79, en un encuentro ante Gales. Jugó su último partido como internacional en 1981 ante Rumanía. En la campaña 84/85 jugó en las filas del O.Marsella llegando a jugar 30 partidos y a anotar 8 goles con la camiseta del equipo francés. Un año después ingresó en el Leicester City, donde jugó 15 partidos. El Charleroi belga sería su equipo durante las dos temporadas siguientes y, en 1988 regresó a Inglaterra para jugar en las filas del Wimbledon, conjunto donde no jugó regularmente, pero en el que volvió a saborear las mieles del triunfo conquistando la FA Cup, en una final ante el Liverpool en la que el futbolista británico de origen jamaicano no jugó.

Luego regresó a España para jugar en el Rayo, que militaba en Segunda División y en el conjunto de la banda roja vallecana completó una buena campaña, llegando en algún momento a recordar al mejor Cunningham, ganándose la simpatía de la afición y ayudando al conjunto madrileño en su retorno a Primera. Aquella trágica mañana se dirigía a Vallecas para tratar una renovación que no estaba nada clara y una vez más el infortunio se cruzó en su camino. A la edad de 33 años perdía la vida en la carretera madrileña. Jugador fibroso, atlético y dotado de una técnica extraordinaria, de Laurie se llegó a decir que tenía una de las mejores zurdas de continente. Era un maravilloso delantero o extremo zurdo, otro de aquellos dioses rotos del abismo verde, un tipo que merecía mucho la pena que nació para dejar su leyenda de cal y arena en su fugaz y veloz singladura y en el recuerdo de todos los que le vimos triunfar y fracasar.

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