Histórico
10 diciembre 2011Daniel Cana

Real Madrid-Barcelona: El éxito de la fidelidad

Mourinho - Guardiola 2011

La reafirmación de los estilos como comienzo de toda una cascada de consecuencias futbolísticas. Cuanto más fieles puedan ser ambos equipos a lo realizado en los últimos tiempos, más posibilidades tendrán de alcanzar el éxito y un buen resultado. El Real Madrid parte con ventaja. Clasificatoria y en cuanto al número de planes disponibles. Poco a poco, aprovechando partidos como Valencia, Mourinho ha ido introduciendo, casi con sordina pero siempre enfocado al 10D, ese tercer centrocampista de músculo gravitando sobre Xabi Alonso, ya convertido en el foco indiscutible del equipo. Al entrenador portugués no le gusta que le encasillen con la nomenclatura de trivote, dice que tiene matiz defensivo y prefiere enfatizar su característica táctica de presión de bloque alto. Tiene razón.

Ha conseguido que su equipo sea flexible, tenga una capacidad casi instantánea para adaptarse, más que a un determinado modo propio de jugar, a aquel del que más rendimiento puede obtener en cada momento concreto. Cuando hay que tocar se toca, siempre con más vértigo que pausa, eso sí, y cuando es más conveniente el repliegue y el contragolpe, adelante. La cuestión es si repite la táctica presionante y si en ella tiene cabida Özil. En Valencia el alemán respondió favorablemente, pero aquel día no estaba disponible Di María.

El Barcelona, por contra, no tiene plan B. No lo quiere y tampoco lo necesita. Ha llegado mejor y más lejos que nadie, no ha sido igualado ni en fútbol ni en resultados en las tres últimas temporadas, pero sabe que nadie le ha exigido tanto como el Madrid y debe reflexionar y optimizar sus virtudes. Está sufriendo ante equipos que le niegan los espacios interiores donde tienen lugar esas combinaciones de orfebrería futbolística cuya geometría es tan difícil de descifrar, y donde no hay sitio para los desmarques de Pedro o Alexis o para las llegadas de Fàbregas. Debe por tanto aprovechar las bandas si no se encuentra por dentro. Cuenta con jugadores capaces para hacerlo, y con futbolistas listos para alimentar a los primeros con pases rápidos y profundos. Afellay y su arrancada ante Marcelo abrieron así el camino de la semifinal europea. El juego diversificado hará mejor al mejor, a Messi.

La mejor referencia disponible puede ser la ida de la Supercopa en Chamartín el reciente mes de agosto. Fue un partido a medio camino entre la temporada pasada y la actual. El Madrid, como prueba inequívoca de su versatilidad, alineó al mismo once que había perdido 5-0 en el Camp Nou y, en una gran primera mitad, borró a un Barça eso sí disminuido por las ausencias y la corta preparación física. El triángulo Keita, Mascherano y Abidal como encargados de la salida de balón se apreció insuficiente y fue nítidamente aprovechado por el Madrid, que dominó. Esa noche el Barcelona tuvo más goles que juego, pero esta vez sí contará con su eje más hábil: Piqué, Busquets, Xavi. Para los blancos, la mejor noticia es sin duda Benzema, convertido en el delantero total, y el paso de Ramos del lateral al centro de la defensa; su temporada está siendo muy elogiada, llegó el momento de demostrarlo, necesitará combinar su exuberancia física con capacidad de concentración y lectura de juego. Pepe solo podrá ayudarle en lo primero.

La diferencia en la tabla otorga un dramatismo añadido al partido, como si le hiciera falta. La clasificación parece que no permite al Barça perder, por los puntos y por esa insana necesidad que tiene el fútbol de devorar a sus campeones, como si no pudieran coexistir. La semana de descanso activo de la que han dispuesto ambos entrenadores, con partido europeo pero sin obligatoriedad competitiva, pondrá a los dos equipos en el Bernabéu muy cerca de su mejor forma y exigidos. Ambición y supervivencia. Difícil elegir.

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