Histórico
11 diciembre 2011El Enganche

Clásico: El Real Madrid apuntala la Bastilla

Real Madrid - Barcelona

Por Alberto Piñero, periodista cobertura diaria Real Madrid (@pineroalberto)

Sábado 10 de diciembre de 2011. Diez de la noche. El Real Madrid recibe al Barcelona con dos partidos de ventaja en Liga, con una racha impoluta de quince triunfos consecutivos, y con la sensación de que por fin no sólo puede mirar a los ojos al Barcelona, sino que incluso podría llegar a mirarle por encima del hombro. “El Real Madrid tiene hambre de gloria” me decía un aficionado merengue el jueves, y desde entonces no paraban de resonar esas palabras en mi cabeza, entrando en simbiosis con mis propias teorías incluso. Llueve y hace frío en Madrid, pero un Bernabéu a rebosar acoge el Clásico con un mosaico, y con un estallido de alegría que pareció surgir del mismo averno cuando Benzema marca a los 23 segundos fruto de un arranque pleno de rabia. Son los tambores de guerra que acompañan a la revolución.

Todo encajaba. La lluvia, la banda sonora, los condicionantes previos a la batalla, el gol aprovechando varios fallos en cadena del Barcelona demostrando estar más enchufados que nunca. Hasta Mourinho había sorprendido con su alineación, apostando por el tradicional 4-2-3-1 en lugar del trivote como el año pasado, en lo que fue una muestra irrefutable de confianza hacia sus posibilidades de vencer al Barcelona con sus propias armas y no amoldándolas a las de los blaugranas. Un llamamiento a la batalla con su propia Constitución debajo del brazo, con unos valores propios que imponer en lugar de los que venían guiando el balompié mundial.

La revolución burguesa estaba cerca de culminarse. El Real Madrid apretaba al Barcelona y conseguía incomodarle la salida del balón, produciendo ocasiones. La clase acomodada estaba a punto de recuperar su sitio de privilegio en la sociedad española y europea. Ronaldo tiene en su pie derecho la oportunidad de marcar, pero su disparo final traza una parábola de difícil explicación. El club que venía gobernando con mano de hierro el fútbol mundial estaba en camino de perder su corona.

Sin embargo, con el paso del tiempo, el batallón merengue no termina de culminar su ataque, y las tropas blaugranas se rehacen, merced primero al ‘libertario’ Messi, pero sobre todo al gran estratega Guardiola, que reforzando su medular al descanso deja sin margen de movimientos al general Mourinho. Decía su segundo 36 horas antes que conocían todos los movimientos y las disposiciones del rival y que estaban preparados para todo, pero en ese momento no se vio reacción ninguna. Sustituciones sí, cambios no. Y si bien esta vez cumplió con los mandamientos del juego limpio, flaqueó en lo que otras veces era infalible, la estrategia.

Y de ahí hasta el final, La Bastilla no sólo no terminó de caer, sino que a las doce de la noche estaba mucho más apuntalada que un día antes. Mucho más alta, más robusta y más esbelta. Unos destacaron de la batalla la suerte, otros la tildaron de baño, pero sea como fuere, al final de la misma, el rey no sólo había salvado su cabeza, sino que encima asestó una reprimenda brutal a los que por quince partidos y veinte minutos amenazaron con levantarle del trono. Estuvieron cerca, sí. Más cerca que nunca, quizás. Pero hay algo en el batallón merengue que no carbura cuando tiene enfrente a los blaugranas. Y el revolucionario Ronaldo como mejor referente. Complejo, personalidad, o simplemente fútbol, al final el resultado del primer cara a cara del curso es una revolución interruptus que habrá que ver con el tiempo si no ha sido directamente ‘guillotinada’ de raíz.

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