Histórico
12 octubre 2011Jose David López

Portugal: Una noche de realismo

Hace ahora cinco años, en pleno Mundial de Alemania 2006, la selección de Portugal caía eliminada ante Alemania en un verano que supuso el retiro internacional de un icono luso por decreto, Luis Figo. El extremo, referente de toda camiseta que defendió en su amplia y exitosa carrera, se despedía dejando a los portugueses sin el último representante de su llamada ‘Generación de Oro’, aquella que ganó el Mundial Sub 20 en 1989 y repitió dos años después en suelo patrio. En el caso de Figo, que por entonces agotaba sus tardes de gloria en el Inter de Milan, la marcha fue dolorosa pues como había hecho Rui Costa, ya había dejado la selección pero decidió regresar. Aquella tarde en el Allianz de Múnich no hubo punto y aparte…

Su eliminación entonces, reprodujo una de las mayores crisis del fútbol portugués pues se despedía el último icono de éxito que aún quedaba entre sus filas. Los Figo, Rui Costa, Paulo Sousa, Fernando Couto, Abel Xavier o Joao Pinto, no había sido capaces de reverdecer la brillantez de sus años juveniles, acercando al fútbol luso a un nivel principal, rescatándolo de las catacumbas de los 80 y apuntando a un futuro con más alegrías. Pero esa supuesta regeneración no ha terminado de cumplirse ni hacerse efectiva cinco años más tarde. Se decepcionó en la Eurocopa 2008, no se cumplieron objetivos mínimos en Sudáfrica 2010 y ahora, con una generación trabajada en tranquilidad tras el caos de la etapa Queiroz, se siguen encontrando muchas sombras. Debilidades que hoy suponen críticas feroces de un país cansado de ser alternativa (ya lo había sido con Eusebio en los 60) sin momento de gloria.

Y es que por segunda vez consecutiva, Portugal es incapaz de alcanzar una fase final de manera directa, cumpliendo con el rol que su plantilla requiere y dejando pasar opciones de reivindicarse con extrema facilidad. Una pasividad que volvió a reflejarse esta semana en Copenhague, donde el proyecto de Paulo Bento tenía un examen final tras una fase sin convencimientos ni exaltaciones por el juego desplegado. Un colectivo unido por una camiseta pero no por un patrón, por un estilo y por unos conceptos, pues Portugal adolece del sentimiento global. Sigue sacando partidos adelante o arrodillándose ante rivales menores por la simpleza de siempre, vivir de sus individualidades, unas premisas que sirven en muchos casos pero no cuando, como Dinamarca, la tarea es responder ante un colectivo unido en torno a una teoría sobre el césped.

La fase de clasificación, donde ha sido superado por daneses e igualado a puntos por Noruega (que de haber logrado más goles incluso habría dejado fuera de cualquier remota opción a los ibéricos), ha puesto en evidencia la fragilidad defensiva y la falta de solidez en puestos determinantes. No existe portero que muestra seguridad y experiencia (Eduardo frenó su evolución y Rui Patricio encuentra ahora sus primeras muestras de confianza), la línea de zagueros ha sido trastocada tras varios problemas ‘extradeportivos’ con Carvalho o Pepe (dos pilares) y no existe la figura de un mediocentro creativo o que imponga un estilo definido por el juego aseado y asociativo. No es que esa sea la única línea a seguir, porque Portugal tiene extremos de nivel mundial y llegadores especialistas en los mejores escenarios, pero no explota sus virtudes por el exceso poder negativo de sus puntos grises.

Paulo Bento asumió la responsabilidad de la derrota ante Dinamarca y aseguró que el equipo tuvo problemas en todas sus líneas y no sólo a nivel defensivo. Una derrota que abre críticas, envuelve una vez más al grupo en una dinámica peligrosa justo antes de la ‘repesca’ definitiva y que supone una nueva losa en la confianza del vestuario. Críticas a los centros de Cristiano Ronaldo, a la permisividad de Rolando, a la poca presencia de Martins en la medular o a la falta de pegada de Postiga. Problemas que, aunque suene violento, llegan tras la segunda derrota de la era-Paulo Bento, que apenas conocía ese sabor amargo desde que llegara al cargo en el mes de septiembre del año pasado. Un cuadro que arrastró un inicio lamentable con un empate y una derrota en sus primeros duelos y para el que no ha sabido obtener respuestas.

Ahora espera un nuevo cruce (sus rival saldrá de República de Irlanda, Bosnia-Herzegovina, Montenegro o Estonia), un nuevo riesgo y una opción más para restablecer su etiqueta de alternativa o perder definitivamente un prestigio que, como Figo, aparece perdido en el tiempo, lejos, muy lejos de la realidad actual…

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