Histórico
10 octubre 2011Jose David López

Düsseldorf: Air-Berlin, el fútbol nómada

El dúo Eldar Gasimov y Nigar Camal, dos cantantes que aspiraban a representar a su país (Azerbaiyán) en el singular festival musical de Eurovisión, acabaron uniendo su ‘talento’ para conseguir su reto. Superando cualquier expectativa previa, se llevaron todos los focos cuando el país euroasiático centró los focos con la canción ganadora, un tema llamado ‘Running Scared’, que cosechó la victoria con la puntuación más baja de la historia. Ell&Nikki, como ya son conocidos, cumplían un sueño, mostraban su talento y colocaban en pie a los más de 24.000 espectadores que abarrotaban el Düsseldorf Arena.

Lo que probablemente pocos conocían, es que aquél afamado aunque dudosamente respetado festival musical, había desestabilizado la regularidad de la capital de Westfalia. Un presupuesto de 25 millones de euros, 38 toneladas de cargamento, 140 trailers que inundaban la zona, 35 kilómetros de cables, 25 cámaras, un amplificación de 350.000 watios, 2.200 focos y 1.500 periodistas acreditados. Curiosamente, ninguno de ellos dedicados al deporte o aficionados del Fortuna Dusseldorf, el protagonista secundario y principal magullado por el entorno musical que le rodeaba. En días, cedió su estadio, perdió su identidad y levantó un nuevo campo a pocos metros en una de las construcciones más vanguardistas de los últimos tiempos, el móvil y dinámico, Air-Berlin World.

La famosa aerolínea alemana, patrocinador oficial del club, fue el único inversor decidido a obrar el milagro de la mano de la multinacional Nüssli Gruppe (especialista en edificaciones improvisadas para actos ocio-culturales), cuando se anunció a la ciudad como sede del festival en octubre de 2010. El club, atado de pies y manos ante lo que se le avecinaba, pensó soluciones rápidas en los estadios de rivales de la zona, pero ni el Rewirpower Stadion de Bochum ni el BayArena de Leverkusen, permitían ajustar calendarios y facilitar los viajes a sus aficionados. Apenas tres meses después, la directiva aprobó la construcción de un estadio móvil, el primero utilizado en partidos de cierto nivel continental, que iba a levantarse justo al lado de su epicentro habitual, lo que supuso ayuda para transportes e hinchas.

En sólo ocho semanas, 50 operarios, empleando 2.000 toneladas de material, levantaron la estructura modular-temporal de acero. Cerca de 20.000 asientos (12.500 butacas y 7.500 plazas de pie), un edificio suplementario para las ventas de marketing del club, gradas, tribunas, baños, un restaurante y hasta una carpa Vip. El 15 de marzo, el Air-Berlin pudo entregarse listo para su funcionamiento y testado previamente por la Federación Alemana de Fútbol (DFB) y la Bundesliga Alemana (DFL). Su aprobación fue total, pasó varios estándares de seguridad y confort e incluso gustó a muchos aficionados por su ambiente futbolístico, ya que se había logrado un estadio compacto sin grandes distancias entre los espectadores y el césped.

La experiencia fue rentable a todos los efectos pues el Fortuna Dusseldorf, que peleó por puestos de ascenso y acabó siendo séptimo clasificado en la Bundesliga 2, venció los tres partidos en los que utilizó su improvisado estadio. Ocho goles a favor y uno en contra para sumar nueve puntos y dejar, ante todo, un caso exclusivo de movilidad en escenarios deportivos. En las mismas ocho semanas de construcción, se desmontó, y como bien dijo el alcalde de la ciudad, “los ciudadanos entendieron la complicación que representaba para el club, ayudaron, asistieron y animaron a los jugadores para crear una atmósfera ganadora jamás vista en el fútbol”. Un deporte, que durante seis semanas nos enseñó una cara oculta, la del nómada.

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