Histórico
20 agosto 2011Jesús Camacho

Pablo Rojas Paz: El jugador número 12

La intelectualidad, el intelecto se cultiva, se alimenta y se nutre a través de la lectura, el estudio y la interpretación de los textos. Es el conocimiento adquirido por la memoria, aquel que sitúa al intelectual por encima del promedio, una cualidad adquirida que no tiene por qué denotar inteligencia, (pues la inteligencia es una cualidad nata de una persona) pero que en mi opinión sí debe ser tomada en cuenta, pues entre sus académicas sillas tapizadas de conocimiento muchos personajes sentaron cátedra a través de su legado, sus obras.

Legados y obras como las que nos dejó el insigne Pablo Rojas Paz, legendario escritor, ensayista y periodista. Novelista de “Los cocheros de San Blas”, también el “Negro de la tribuna”, aquel  que con sus crónicas de fútbol en el Diario Crítica convirtió su periodismo en leyenda y patentó la denominación “Jugador Nº12″. Natural de Tucumán, autor de una prolija obra que transitó por diversos géneros, publicó ensayos, cuentos, relatos, novelas y biografías. Casado con Sara Tornú, alias La Rubia, poetisa argentina, entabló amistad con los grandes de su época, Pablo Neruda y Federico García Lorca (se conocieron en su casa el 13 de octubre de 1933), en una cena celebraba en honor del poeta español.

Fue también amigo de Jorge Luis Borges, con el que fundó en compañía de Alfredo Brandán Caraffa y Ricardo Güiraldes, la segunda época de la revista Proa en 1924. Aparte de la citada revista Proa y su incesante inquietud literaria, protagonizó un papel preponderante en el histórico Diario Crítica, un periódico que salió a la calle en 1913 para competir con verdaderos monstruos sagrados del periodismo argentino como La Nación, La Prensa, La Razón o El Mundo. Con el tiempo, de la mano de su fundador Natalio Botana, fue ganándose un espacio al aprovechar toda una enorme masa de lectores que se incorporaron lentamente al universo político-social de un país que entraba en un profundo cambio.

Botana revolucionó la forma de hacer periodismo en Argentina, por sus páginas pasaron firmas tan notables como la de Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Ulyses Peit de Murat, Roberto y Raúl González Muñón, Nicolás Olivari, Sixto Pondal Ríos, Gustavo Germán González (GGG, el hombre que transformó para siempre las noticias policiales), el ilustrador Diógenes Taborda y Pablo Rojas Paz. Un periódico que se convirtió en “la voz del pueblo” y que de la mano de Pablo cambió para siempre la nota deportiva. Y es que cuentan que un día, Natalio Botana -maestro genial de periodistas-, se lamentaba de que su diario Crítica no alcanzara la difusión con que él soñaba:

-“Necesito buscar algo -decía-, que pueda servirme de palanca”.

“El Diente” -apodo de uno de los canillitas más perspicaces de la calle, Eduardo Dughera- le aconsejó:

-“Si querés que Crítica se vaya a las nubes, dedícale al fútbol una página entera”.

Botana abrió los ojos. Tenía a mano algunos cronistas deportivos, pero para dirigir la página de fútbol eligió a un muchacho lleno de talento, literato puro, de estilo exquisito:

Pablo te harás cargo de esta página. -¿Yo? Pero si yo no entiendo ni un comino de fútbol. -¡Mejor! Así dirás cosas nuevas. Te confío la tarea de embellecer el fútbol

Y a fe que lo hizo, pues Pablo Rojas Paz, ennobleció este deporte esférico por el camino de la literatura y el rodar de una pluma sobre un papel, Una nota que se convirtió en crónica literaria del deporte.  Y es que a través de la crónica de fútbol, publicada en Crítica pocas horas después de terminados los partidos, el mítico diario informó puntualmente de lo sucedido en la cancha de juego, ilustrándola con gráficos sobre las incidencias del juego y fotos panorámicas del partido. Sus crónicas de fútbol se caracterizaron por ser extensos relatos en los cuales se narró minuciosamente cada jugada y cada incidencia del partido. Unos relatos en los que el cronista a través de pequeños titulares destacó los momentos más significativos del encuentro: “Juego brusco”, “El primer córner”, “Un shoot potente”, “El primer goal de Boca”, “Boca juega con entusiasmo”, “Newell’s ataca”, “Jugada meritoria”, etc.

Además del narrar el juego, la crónica ubicó al lector en el ámbito donde se desarrollaba el partido y consignaba las reacciones del público presente en la cancha; por ejemplo: “La cancha de Boca Juniors esta tarde presentaba, en verdad, un aspecto imponente. Por los cuatro costados las grandes tribunas estaban completamente repletas de público ansioso (…) Debe decirse que es la primera vez que la cancha de Boca Juniors se ve ocupada por tanta cantidad de aficionados en un partido. Fácilmente puede calcularse que el público asistente pasaba de las 30.000 personas”.

Asimismo, daba cuenta de las instancias del juego por medio de una descripción que evaluaba, en su adjetivación, los movimientos de los jugadores:

“Un lindo avance iniciado por Seoane dio oportunidad a Grasini para desde unos veinte metros enfilar un tiro potentísimo y bien dirigido que Nuin, en gran estilo, consiguió detener fácilmente”. “Los delanteros rosarinos intentan avanzar pero no se entienden por lo que facilitan la labor de los defensores locales, los cuales, por otra parte, actúan en muy buena forma”.

Una nueva forma de entender el periodismo deportivo, a través de la literatura, el medio que convirtió las jugadas que se desarrollaban en el campo de juego en relatos míticos, pequeñas hazañas, momentos únicos en los que el aficionado volvía a repasar mentalmente y soñando tropos literarios que le llevaban todo el misticismo que encierra una gran jugada, un gol, un regate…

Su legado periodístico al mundo del fútbol se remonta a aquellas sensacionales crónicas de la década de los treinta, donde ejerció su magisterio literal. Firmaba con el seudónimo de “El Negro de la tribuna” y bajo esta firma, cambió el concepto de periodismo deportivo. La terminología Jugador N° 12 tuvo su origen en Pablo Rojas Paz, puesto que en una de sus habituales crónicas de la década del 30 dijo: “la hinchada es el jugador n° 12 de Boca”. Desde ese momento, pasó a denominarse así a la hinchada más numerosa y populosa del fútbol argentino, sinónimo de aliento incondicional, entrega, sufrimiento y delirio hacia un club de fútbol.

Desafortunadamente los buenos valores que captó Don Pablo en aquella época, (en todo el mundo), se tergiversaron con el rodar del tiempo y el balón hasta el punto de convertir la afición y pasión por un club en sinónimo de violencia, nada más lejos de lo que quiso reflejar “El negro de la tribuna” con sus acertadas palabras. En aquellas palabras y su recuerdo quedó un estilo literario de la crónica con sabor añejo y exacto. La suya la visión futbolística de un intelectual, un literato que convirtió el fútbol en su novela vital. Un gran hombre que falleció en Buenos Aires el 1º de octubre de 1956, dejando un enorme legado como cronista y escritor, un intelectual con numerosas inquietudes que entre otras muchas cosas, tuvo tiempo para describir y denunciar la situación social de las poblaciones rurales menos favorecidas.

Pablo Rojas Paz, todo un maestro…

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