Histórico
20 julio 2011Francisco Ortí

Venezuela: Gloria sin hada madrina

Las hadas madrinas de los cuentos han muerto. No sé si algún día existieron, pero si lo hicieron han quedado sepultadas bajo licenciaturas, masters en Harvard, y toneladas de trabajo. Manda la cultura del esfuerzo. Logra éxito quien lucha por conseguirlo y quien se lanza en su busca, sin esperar a que un zapato de cristal encaje en tu pie o alguien transforme una hortaliza en carroza. Una Cenicienta moderna, por lo tanto, debería hablar varios idiomas o, como mínimo, haber terminado la carrera de periodismo, para seducir al príncipe y convertirse así en princesa.

Aunque resulta complicado encontrar una mejor versión de esta Cenicienta moderna, criada en la cultura del esfuerzo, que la selección de fútbol de Venezuela. Gracias al exhaustivo trabajo que ha desarrollado durante los últimos años, la Vinotinto ha logrado abandonar la condición de perdedor crónico para convertirse en un aspirante a la gloria. Su excelente participación en la Copa América de Argentina 2011, en la que ha logrado alcanzar las semifinales por primera vez en su historia, es la confirmación de que en Venezuela se está avanzando en el sentido adecuado.

El curriculum de Venezuela la define como la peor de la Copa América. Su pasado es, por amplia diferencia, el más humilde de Sudamérica. Nunca ha disputado ningún Mundial, ni ha ganado alguna Copa América, y sólo ha participado en una ocasión en los Juegos Olímpicos. “Algunos se pensaban que sólo sabíamos hacer culebrones”, protestó Renny Vega, portero de la Vinotinto, reflejando uno de los prejuicios con las que ha tenido que combatir durante años la selección venezolana.

Tradicionalmente se relacionaba a Venezuela con los culebrones, los concursos de belleza y el beisbol. Su fútbol pasaba inadvertido. Hasta tal punto, que durante los clasificatorios para el Mundial de 1990, la policía llegó a detener el autobús en el que viajaban los internacionales venezolanos para que pudiera pasar el de la selección de Brasil, contra la que se enfrentarían sobre el terreno de juego. Su fútbol, entonces silencioso, es ahora uno de los que grita más alto en Argentina. Las grandes favoritas han caído eliminadas, pero Venezuela se mantiene en pie.

El secreto de Venezuela no es otro que el trabajo. Desde que asumió el mando de la selección venezolana César Farías ha sabido construir un equipo basado en la cultura del esfuerzo. Sus primeros pasos con la Vinotinto no fueron buenos y se le llegó a calificar como la ‘vergüenza nacional’ después de una derrota en un amistoso. Su situación con la prensa del país llegó a extremos de tensión altísimos, pero el tiempo y, sobre todo, los resultados le han dado la razón. Con nombres como los de Arango, Rincón, Rondón, Miku o Vizcarrondo ha construido una selección que está sorprendiendo desde tierras argentinas.

La Copa América se ha preparado a conciencia. Desde enero del 2010 Venezuela ha disputado 20 amistosos, ha probado a más de 60 jugadores y ha realizado una mini-pretemporada en Dallas. Tanto trabajo ha dado sus frutos y este miércoles (2.45 horas en España) Venezuela podrá presumir de disputar por primera vez en su historia una semifinal de la Copa América. Enfrente le esperará Paraguay, ante quien Venezuela ya dio una lección de sacrificio en la primera fase al levantar un 3-1 en los últimos minutos. Aunque ya se podría marchar de Argentina satisfecha, Venezuela buscará por estar en la final. La selección de Venezuela ha dejado de ser una Cenicienta para convertirse en un príncipe que aspira a ser rey. Y todo sin hadas madrinas. Sólo trabajo y mucho fútbol.

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