Histórico
5 mayo 2011Santi Retortillo

Benfica: El amor-odio según Cardozo

Transcurrían los últimos minutos de la final de la Bwin Cup entre el Benfica y Paços de Ferreira el pasado 23 de abril, que concluyó con victoria de los lisboetas por 2-1, y un grito casi unánime se escuchó en el fondo del Estadio Ciudad de Coimbra. Era de queja, pese a que el conjunto de Jorge Jesus estaba muy cerca de llevarse un título. Lo que ocurre es que la supremacía del Oporto de André Villas-Boas provoca en el resto de grandes de Portugal una sensación de derrota constante. El centro de las iras era Óscar Cardozo. El punta paraguayo cuajó una final muy discreta en la que apenas se esforzó. Los encarnados no perdonaron la actuación del sudamericano.

La relación entre la grada del Benfica y Cardozo siempre ha sido extraña, ciclotímica. Su 1.92 metros de altura son imponentes desde su llegada de Newell’s en el verano de 2007 por un montante de casi 12 millones de euros. Desde luego, esa c antidad pagada era un arma arrojadiza para los visitantes al Estadio da Luz, pero el guaraní zanjó su primera campaña con 22 dianas en 44 choques. Un gol cada dos partidos. Parecía que iba a tener la bendición del pueblo, pero nada más lejos de la realidad. Su físico puede vislumbrar un arrojo escaso de Cardozo en sus intervenciones, pero ser referencia ofensiva en uno de las referencias de Portugal no está al alcance de cualquiera.

El grado de culpabilidad de que el paraguayo no esté aceptado al 100% es tan grande como el de una estadio que lo encumbra o entierra según les sople el aire. Por detrás de Simao Sabrosa, Cardozo es el segundo fichaje más caro del Benfica en su historia. El curso actual no está siendo tan prolífico como el pasado para el delantero. Además de concluir campeones de la Liga Sagres, el Tacuara (como se le conoce también) celebró 33 goles, mientras que en la temporada que está cerca de concluir suma 18. En sus enfrentamientos contra el Oporto nunca ha dado, junto a Saviola como compañero, la talla ante Hulk y Falcao, la sociedad más engranada.

Con todos estos ingredientes, Cardozo disputa hoy el choque de vuelta de la semifinal de la Europa League frente al Braga, al que asestó un golpe mortal hace siete días con un violento libre directo que le liberó de esta presión constante que vive en el Benfica. Tacuara fue el artífice del 2-1, ventaja con la que viajan para resolver la eliminatoria en la cancha de Los Guerreros del Minho. Analizando la prensa y el entorno del fútbol portugués, sólo la conquista del segundo torneo continental serviría de alivio para los encarnados en una campaña en la que no han podido disputar el título al Oporto, que se llevó la Liga Sagres en su propio feudo.

Óscar Cardozo tuvo que sucumbir también ante la supremacía que dirige Villas-Boas en la Taça de Portugal. Un nuevo revés para Jorge Jesus, Luisao, Pablo Aimar (que no fue titular en la vuelta y conllevó las críticas de la prensa al técnico) o el tanque paraguayo. La Europa League es la redención para el Benfica, y también para el guaraní. El problema es que volverán a vérselas, si el Villarreal no obra el milagro, ante su peor pesadilla. El Tacuara debe decidir continuar con este pulso frente a una escuadra que marcará una época. Hace menos de dos meses ya se especuló con su posible salida. Pedro Aldave, su agente, habló de una hipotética marcha y señaló al Milan, la Roma o el Terek Grozny ruso como máximos interesados.

El paraguayo está ante la ocasión de volver a subir al cielo con el Benfica. Ya lo hizo con la Liga que conquistó en 2010, siendo un killer al anotar 26 goles, y ahora toca repetir hazaña doce meses más tarde. Tocará ver cuál es el discurso que adoptan los aficionados de los lisboetas. Tan pronto pueden animarse y dedicarle un canto de ánimo a su delantero, como acordarse continuamente de su familia. En su país le apodaron como Tacuara, que en guaraní significa gran bastón. Ese apelativo le viene dado por su enorme figura, pero también por una cuestión física recibe más motes.

No sabemos si hoy los aficionados benfiquistas lo verán con su rostro de Jekyll o Hyde, pero en Coimbra, entre tanto grito de desaprobación por la actuación de Cardozo, una palabra sobresalió entre el resto. Con su camiseta del Benfica como atuendo, arrugas en su rostro y los nervios de estar ante un título, ese aficionado espetó un claro: Patachula. Descargó toda su ira con Cardozo, que en esa final no hizo nada, pero que hoy puede ser el artífice de lograr el billete a Dublín para intentar conquistar la Europa League.

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