Histórico
20 abril 2011Francisco Ortí

Pepe, sobredosis de adrenalina

Los encuentros importantes se transforman en partidas de ajedrez en la mente de José Mourinho. El técnico portugués analiza hasta el extremo cada posible movimiento del rival, sus virtudes y sus defectos. No le gusta dejar nada al azar y, sobre todo, no le gusta perder. Por eso, el 5-0 encajado en el Camp Nou durante el pasado mes de octubre representa una espina clavada en la autoestima de luso que sólo logrará arrancarse derrotando al Barcelona y venciendo en la batalla táctica contra Pep Guardiola.

Mourinho acostumbra a transformar y hasta retorcer su esquema habitual cuando se enfrenta al Barcelona para construir el mejor antídoto contra el orfeón azulgrana. En las semifinales de la pasada Copa de Europa retrocedió a Goran Pandev y Samuel Eto’o hasta la posición de laterales para colaborar en tareas defensivas. El pasado sábado, el luso también preparó un plan específico con el que frenar a los culés. El césped del Bernabéu estaba más alto de lo normal para ralentizar la circulación del balón y, la más importante, Pepe adelantó su posición hasta el centro del campo.

Mourinho es un enamorado del defensa internacional con Portugal. “El Madrid con Pepe juega más alto; el equipo con Pepe no tiene miedo de dejar espacios a sus espaldas; el equipo con Pepe presiona mucho más; el equipo recupera más balones; el equipo es más peligroso en ataque“, dijo de su jugador cuando éste se recuperó de su lesión. Por eso vio en él la clave para atascar al Barcelona y tras meditarlo mucho y probarlo en San Mamés decidió situar a Pepe como mediocentro en el primero de los Clásicos.

La variación táctica cambió la fisionomía del Real Madrid, sobre todo teniendo en cuenta que el sacrificado en el centro del campo fue Özil. El defensa aportó trabajo extra a la medular y fue el más activo de la línea que compartió con Xabi Alonso y Khedira. Su labor consistió en cerrar la línea de pases hacia Lionel Messi, dejando sin abastecimiento al argentino. Tuvo un éxito relativo en esa función. La faceta en la que brilló fue en la puramente física. Fue un soldado en guerra, una sobredosis de adrenalina para el Real Madrid.

Pepe se bastó por sí solo para afear el encuentro -sin ánimo de que se entienda como algo despectivo. El reconvertido mediocentro buscó el choque con insistencia, impuso su fuerza siempre que pudo y se convirtió en el azote de los centrocampista azulgranas. Todo ello siendo constantemente alentado y aplaudido desde el banquillo por José Mourinho. Las instrucciones estaban claras. Barrió todo lo que pasaba por su zona -pierna o balón- y desquició a los jugadores barcelonistas. Como colofón a su actuación llamó “loco” a Lionel Messi, enervando al argentino.

En el Santiago Bernabéu Pepe ganó la batalla física y -esta es más importante todavía- la psicológica. El portugués fabricó enemistades durante el pasado sábado, incluso después del pitido final, dejando cuentas pendientes que pueden explotar este miércoles. Todo apunta a que José Mourinho repetirá con Pepe como mediocentro en la final de la Copa del Rey y el portugués está preparado para la batalla. Pepe personifica la receta táctica de Mourinho para frenar al Barcelona y la psicológica para enervarlo. Es una sobredosis de adrenalina.

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