Histórico
23 abril 2011Jose David López

Japón-Sendai, fútbol entre escombros

Pasaron noches al aire libre, recorriendo caminos improvisados por la devastación y ayudando a los osados equipos de rescate. Encontraron restos que flotaban por doquier, humeantes rescoldos de incendios y una sensación absoluta de aislamiento entre las lágrimas de quien aún lloraba a sus fallecidos. Algunos, aquellos que se pueden sentir afortunados, aún cuentan cómo sobrevivieron al abrazo del mar en los pocos supermercados que quedan abiertos en la zona. El reflujo del agua y barro terminó, pero el infinito vertedero sigue mostrando la estampa del dolor, de impotencia. Coches destrozados, torres eléctricas por todos lados, vías de ferrocarril eliminadas y barcos que nunca más volverán al agua.

El tsunami de hace siete semanas, arrasó Sendai, una ciudad aún fantasma del noreste de Japón que pasará a la historia por haber sufrido el mayor desastre natural en la historia del país. Toca rediseñar la patria y replantearse dónde están las limitaciones ante el fervor de la naturaleza. El golpe del mar no los ha desintegrado, pero sí se sienten despedazados por el terreno, arrastrados de su hábitat. Un epicentro sísmico, informativo y social, que este fin de semana recupera una de sus mejores caras, la del fútbol, un bálsamo en busca del equilibrio en la bahía de Matsushima.

Este sábado regresa la Japan League, suspendida a raíz del desastre del pasado 11 de marzo. Volverá a rodar la pelota pero nada será igual. Se portarán brazaletes negros en memoria de todas las víctimas (más de 16.000), se guardarán minuciosos minutos de silencio por todos ellos y hasta existen serias posibilidades de que las aficiones decidan no cantar durante los partidos. La solidaridad en un país ejemplar, tan dinámico y vanguardista como noble y tradicional, sigue estando en la mente de todos pese a que el fútbol vaya a utilizarse esta vez como instrumento para intentar dar un paso más en la estabilidad y normalidad de la situación.

El Vegalta Sendai, club de la Japan League y claramente golpeado por la caótica situación, ha sido quien mayores mimos ha recibido. No sólo ha perdido a muchos de sus socios y simpatizantes, sino que su propio estadio, Yurtec, sufrió desperfectos mayúsculos que están siendo reparados a toda prisa para la próxima jornada del día 29, cuando reciban al Urawa Red. Pero incluso  su plantilla se ha visto involucrada. Dos de sus jugadores han perdido familiares en el tsunami, pero incluso el brasileño Marquinhos, una de sus estrellas, decidió hace unos días dejar el club y salir del país, traumatizado por todo lo ocurrido (ya ha sido presentado en Atlético Mineiro). El Kashima Antlers, el otro club de la zona, se ha visto igualmente sacudido y su estadio, absolutamente destrozado, está siendo reconstruido, con lo que hasta entonces, jugarán como local en el estadio nacional de Tokio.

El estado de crisis nuclear que vive Japón, ha provocado además un cambio de horarios. A partir de ahora se jugarán los partidos a primera hora de la tarde para aprovechar la luz solar. La intención es colaborar con la política del país en materia de ahorro energético. Todo esto, además del retraso de seis jornadas que lleva la competición, ha generado enormes problemas a cada club, pues sólo los cuatro participantes en la Champions Asia han tenido cierta competitividad estas semanas. El resto, improvisó partidos amistosos, benéficos y entrenamientos contra clubes de cualquier rincón del país.

Los medios, jugadores y aficionados han sumado esfuerzos para hacer frente a lo sucedido, demostrando una vez más que la determinación con que ha respondido la comunidad futbolística. En ese contexto improvisado, regresa el fútbol a Japón. Un elemento unificador contra los males. El aire fresco para la recién llegada primavera en la tierra del Sol Naciente.

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