Histórico
16 febrero 2011Francisco Ortí

Vucinic, el orgullo de Nikšić

Montenegro logró independizarse de Serbia en 2006. Le bastó un plebiscito para conseguirlo. Para vencer en su nueva batalla va a necesitar mucho más que eso. Montenegro combate contra un enemigo letal: la mafia. El país está controlado por bandas criminales -se contabilizan más de 700 operando- que envenenan la sociedad con tráfico de armas o drogas. El problema es especialmente acusado en Niksic, considerada el epicentro de la mafia montenegrina.

La Kvartasi, sobrenombre tras el que se esconde la mafia de Niksic, es la banda criminal más potente de Montenegro y actúa con impunidad, a plena luz del día. Las calles de la ciudad han presenciado escenas propias del género cinematográfico. El ‘capo’ Krcko Krcunovic ha sido asaltado en dos ocasiones a punta de pistola durante el día. Él siempre salió ileso. No corrió la misma suerte una niña de 12 años, que en 2008 fue alcanzada y herida de gravedad por una bala perdida mientras paseaba con sus padres.

Con la Kvartasi infectando la ciudad, Niksic necesita héroes y ya ha encontrado uno. Calza botas naranjas, es futbolista, de vez en cuando lleva pantalones y se crió en las calles de Niksic. Se trata de Mirko Vucinic (Montenegro 1983), el totem del fútbol montenegrino. “Es un ejemplo para Niksic y Montenegro”, explica la leyenda balcánica Dejan Savicevic, actual presidente de la Federación de Montenegro. Sus goles con la Roma y la selección de Montenegro le han convertido en un ídolo tanto en Italia como en su país, pero ha seguido un camino muy largo para llegar hasta ahí.

Vucinic inició su carrera con el Sutjeska Niksic a la temprana edad de 16 años. Se convirtió en el jugador más joven en debutar en la liga serbomontenegrina y también en marcar gol. Durante los nueve partidos que disputó en primera anotó cuatro goles y llamó la atención del reputado cazatalentos Pantaleo Corvino, quien, siempre ha tenido buen ojo para encontrar estrellas en el lugar más insospechado, le reclutó para el Lecce. Con 17 años aterrizó en el fútbol italiano y a partir de ahí disfrutó de un ascenso meteórico.

Del Primavera del Lecce saltó al primer equipo para ponerse y tras varios años en un segundo plano en la campaña 2004-05 le llegaría su primer gran reto. Zdenek Zeman confió en él para cubrir la marcha de ídolos como Chevantón y Bojinov. Vucinic asumió el responsabilidad y la aprovechó sobradamente. Esa temporada anotó 19 goles, fue el máximo goleador extranjero de la Serie A, batió el récord de más tantos de un jugador del Lecce en una sola temporada y fue galardonado como mejor jugador joven de la competición.

Con semejante carta de presentación los grandes de Italia se pegaron por él y fue la Roma quien lo fichó en 2006 aprovechando el descenso del Lecce. Como giallorossi ha crecido temporada tras temporada, mejorando sus números al mismo ritmo que se apaga el físico de un genio como Francesco Totti. Escorado a la banda, o como delantero centro, Vucinic siempre muestra un olfato goleador letal y se ha fijado dos retos por delante. El primero es llegar lo más lejos posible con la Roma en Champions League -este miércoles se enfrenta al Shakhtar en octavos. El segundo, clasificar a la sorprendente Montenegro para la Eurocopa 2012. Tal vez así logre apaciguar la violencia en Niksic, aunque para ello necesitará más ayuda.

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