Histórico
17 enero 2011Jose David López

Ruud, el eterno ‘profesional’

Decía estos días Sir Alex Ferguson que Ryan Giggs era “un ser humano increíble”, refiriéndose a su interminable carrera y a todo lo que ha ofrecido en ella. Su rasgo principal es la profesionalidad y el buen estilo, algo que por desgracia no abunda en el mundo del fútbol. Y aprovechando ese dignisimo rasgo diferencial, más de uno sale ‘golpeado’. El Real Madrid anda buscando un delantero a toda costa porque desde la lesión de Higuaín, su delantera ha quedado mermada y el rendimiento de Benzemá no se ajusta a lo que Mourinho quiere de su killer. Y el primero en tomar fuerza entre la interminable lista de candidatos, es precisamente uno que ahora quizás peca de extrema profesionalidad: Ruud Van Nistelrooy.

Se ajusta al perfil que buscan los blancos. Delantero que no necesitaría adaptarse pues conoce Concha Espina como la palma de su mano. Puede jugar la Champions por no haber participado en competiciones europeas con el Hamburgo este curso y, además, es una alternativa que a la afición gusta, que no levantará ampollas y que su precio será reducido. Todo genial pero nadie, absolutamente nadie, parece haber pensado en el lado sentimental, justo donde peca un profesional de los pies a cabeza como Ruud Van Nistelrooy.

Y no lo digo porque me parezca una mala opción, porque es todo lo contrario pero, desde luego, pocos recuerdan ahora la cara B de su salida. No la que le despidió con una ovación merecida por sus años de blanco, ni la que hoy abre la prensa recordando sus goles salvadores que valieron títulos, sino la de la puerta trasera que le fue abierta de par en par cuando parecía demasiado veterano para mantener el nivel de un delantero madrista.

Y es que aunque parezca hoy algo extraño, mirando atrás, Van Nistelrooy salió del Bernabeu porque era un estorbo de área que podría frenar la progresión de Benzema. El galo había sido el fichaje estrella del verano anterior a la marcha del holandés y nada podía poner en peligro su titularidad. Higuaín se opuso a base de goles y ahora, sin ‘Pipita’, el otrora incómodo ariete, es el deseo para reemplazar a quien no cumple con el deber de ser el goleador que todos esperaban. Una situación rocambolesca que vuelve a demostrar la poca memoria del fútbol.

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