Histórico
1 octubre 2010Jesús Camacho

Eduardo Manchón: El noi del barraquer

A través del recuerdo suena una vez más el tema Temps era temps de Joan Manuel Serrat aunque en esta ocasión los melódicos acordes de la voz del cantautor barcelonés rompen la unidad armónica de la composición al llegar a la estrofa en la que cita a Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón. La razón en esta ocasión es la triste desaparición de Eduardo Manchón Molina mítico componente de la irrepetible delantera de los años cincuenta que los aficionados del Barça aún conocen de carrerilla.

Aquella mágica línea ofensiva del Barça de las Cinco Copas, de la que Manchón era el extremo izquierda, aunque paradójicamente iniciara su brillante historia en blaugrana en la banda derecha, aprovechando una lesión de Basora. Un barcelonés nacido en la falda de Montjuic, dentro casi de la zona portuaria, en “C’anTunis”, la populosa y obrera barriada, en la que comenzó a despuntar en la Peña Antúnez. Luego en las filas del C.A.Iberia pese a su aspecto desgarbado, su poco peso y su carácter un tanto nostálgico, deslumbró por su gran rapidez y dominio del balón inusitado, poco habitual en los muchachos de su edad.

Curiosamente rechazado en las primeras pruebas pero que acabó por firmar de la mano de los “patriarcas” Boter y Llorens, por el conjunto amateur del Barcelona, en el que coincidió con Biosca, Bosch y Aloy. Allí dejó su carta de presentación haciendo 44 goles y previa cesión al España Industrial acabó subiendo al primer equipo en la temporada 50/51. Unos comienzos para nada sencillos para el veloz Eduardo, puesto que Nicoláu, el extremo izquierdo titular le cerraba al paso.

Debutó en Les Corts el 8 de octubre de 1950 en un Barça-Valencia (2-1) de Liga, con éxito y materializando el tanto de la victoria ante el Valencia, pero aquella temporada la presión, una grave lesión y la alargada sombra de Nicoláu atenazaron los nervios del joven valor azulgrana. Hubo de esperar hasta la 51/52 para de la mano de Fernando Daucik comenzar a hacerse hueco en el equipo, primero y como cité aprovechando la lesión del extremo diestro Basora y después consiguiendo la oportunidad con la que tanto había soñado, partiendo desde su posición natural y aprovechando nuevamente otra lesión, aunque en esta ocasión la de Nicoláu, aquel duro escollo que demoró uno meses el arranque triunfal de su carrera.

Justo desde ese momento Manchón se hizo con el puesto y se convirtió en pilar zurdo insustituible de un equipo de leyenda: Ramallets, Seguer, Biosca, Segarra, Bosch, Flotats, Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón. Formó junto a Moreno una de las mejores “alas” del fútbol español. Manchón destacó como extremo izquierdo por su gran rapidez, su capacidad de regate y sus precisos centros. Era la flecha de la línea ofensiva, extremo valiente y decisivo, con visión de juego y hábil regate en carrera. Fueron siete históricas temporadas en el primer equipo del Barça, en las que conquistó la Copa Latina en 1952, la Liga en las temporadas 51/52 y 52/53 y la Copa del Generalísimo en otras cuatro, aunque él sólo jugó las finales contra el Valencia, en el 52 y ante el Athlétic, en el 53, marcando un gol en cada una de ellas. También disputó la final de Copa de 1954, en la que el Valencia derrotó al Barcelona.

Estilete del ala infernal zurdo de aquel Barça de las Cinco Copas, jugó en el Barcelona hasta la temporada 56/57, cuando pese a contar con dos años de contrato más, decidió pedir la baja al no tener garantizada la titularidad. Eduardo se marchó al Granada y posteriormente jugó en el Deportivo de la Coruña, Iberia y Hospitalet, club en el que colgó las botas definitivamente. Muy estimado en la Agrupació Barça Veterans (ABV), paradójicos avatares del destino han querido que justo ayer miércoles 29 de septiembre de 2010 el gran corazón de Don Eduardo dejará de latir al son de Temps era temps. Tenía 80 años, y recalco lo de paradójico avatar del destino porque el Barcelona precisamente le había invitado a celebrar en el Nou Camp y en el próximo encuentro, los sesenta años de su debut con gol en el estadio Les Corts ante el Valencia.

No ha podido ser, sus restos descansarán en Les Corts, al lado del Camp Nou, como era su deseo, pero seguro que el viejo Laszy le habrá recibido allá arriba con una amplia sonrisa y la nostalgia de aquellos gloriosos años cincuenta en los que cinco estiletes comenzaron a escribir la historia del Barcelona con Las Cinco Copas.

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