Histórico
13 agosto 2010Jose David López

Ricardo Carvalho, fiel escudero ‘mourinhista’

La estima en uno mismo refleja poderío, confianza y fuerza para poder asumir y enfrentarse al día a día con grandes opciones de salir airoso. Un exceso suele ser problemático, pasivo y hasta deleznable para el resto pero, bien controlado, es una de las mejores cualidades ante la vida. Sin embargo, mucho más agradable y placentero es despertar estima en quienes te rodean, en aquellos que saben de tus condiciones y de tu valía para salir airoso de los retos a los que siempre te has enfrentado. Si quien tiene el don de la palabra y el poder sobre un colectivo es capaz de aprovechar esa estima, quien gana es el total, el conjunto.

En fútbol, hemos tenido varios ejemplos de relación afectuosa por motivos profesionales y siempre escudados en la seguridad de una persona respecto a la otra. Quien manda se lo lleva allá donde vaya, nunca desconfiará de su papel, de su experiencia o de lo que puede otorgar en ese momento donde necesita respuestas a sus problemas. Lo vimos, por ejemplo, con Capello y Panucci, dos italianos íntimos en la cancha (edificaron clubes campeones como Milan, Real Madrid y Roma), donde no podían separarse jamás. Allí donde uno iniciaba un reto, el otro, escudero, siempre le acompañaba. Ahora, ese vínculo fraternal vuelve a surgir en el Bernabeu pues Mourinho necesita a su noble servidor: Ricardo Carvalho.

El técnico portugués sabe que el Real Madrid es capaz de crear, generar, golpear y destruir tácticamente en cualquier escenario y ante cualquier rival por la capacidad de una plantilla larga y con múltiples soluciones. Lo que nunca tuvo claro es que su línea defensiva estuviera preparada para combatir en todos los frentes de la temporada con grandes exigencias competitivas. Intentó llevarse a su anhelado Maicon, ese lateral derecho que por recorrido y profundidad otorga variantes ofensivas a la vez que experiencia defensiva. Con ese movimiento, Sergio Ramos hubiera peleado para ser central y quien hubiera perdido minutos hubiera sido Albiol, muy posiblemente en beneficio de Pepe. Sin embargo, con las complicaciones para fichar al carrilero brasileño y la lesión justo en el mismo día de Pepe (que puede recaer de sus problemas alguna vez más), alarmó a la dirección deportiva que, sin pensarlo dos veces, acudió al rescate de Mou con la que fue su primera petición, la de Carvalho (al que sólo Florentino se había negado previamente).

“Necesitamos a un jugador con experiencia en una zona crucial del campo, alguien que pueda también salir a atacar. Necesitamos a alguien que nos proporcione ese equilibrio”, dijo el técnico portugués horas antes de fichar a su compatriota. La necesidad era lógica, entendible a juzgar por los problemas defensivos que se encontró en la gira americana donde, a pesar de las dos victorias, no encajó nada bien los cuatro goles recibidos. Ahora, Mourinho ya tiene a su fiel escudero, ese zaguero que tantas veces sonó para el Madrid y que ahora ejercerá de su prolongación en el césped. Carvalho (que coincidió con Mourinho en Oporto y Chelsea) es uno de los mejores centrales de la última década, tiene una gran reputación debido a su enorme capacidad en el juego aéreo, su buen salida de balón y sus condiciones físicas estrictas en lo profesional pues pese a sus 32 años, conserva buena parte de las cualidades que lo hicieron vital hace un par de años. Liderazgo, carácter, presencia, aunque veteranía mal entendida en un proyecto que se ha curtido sólo de jóvenes hasta ahora y que se topa con un veterano en clara cuesta abajo y que, probablemente ya haya dado lo mejor de sí mismo.

No hay que esconder la realidad. El Chelsea vende porque no es clave, no es determinante para Ancelotti, que ya le quitó galones el pasado año como Blue y que este año le había mostrado la puerta de salida si llegaba una oferta notable por él (8 millones lo son porque, a su edad, ya no hay mercado posible sino emergencias). Es justo eso, la emergente necesidad blanca, la que le lleva al equipo donde tantas veces sonó a pesar de que, hace sólo una semana, Mourinho admitía que “tiene una edad en la que si alguien quiere construir un equipo para el futuro, no puede pensar en él”. Un fichaje para rendimiento inmediato, para sacar del apuro a Mou y para que no sienta que su equipo está desequilibrado. Su fiel escudero acudió al rescate.

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