Histórico
2 agosto 2010Jesús Camacho

Miguel Muñoz, uno de los mejores de la historia

El fracaso de José Emilio Santamaría en el Mundial de España de 1982 abrió  paso a una nueva etapa en la que se confió en la figura legendaria de Miguel Muñoz, santo y seña del fútbol español por su exitosa y dilatada experiencia tanto dentro del terreno de juego vistiendo de corto, como desde el banquillo portando el chándal de director técnico. Su figura incuestionable, el entrenador record del fútbol español con 14 años de gloria en los que logró copar de títulos la Sala de Trofeos del Real Madrid. Un hombre que en aquel año de 1982 no vivía su primer contacto a nivel técnico con la selección española puesto que en dos ocasiones precedentes colaboró en la parcela técnica del combinado nacional español. Una primera ejerciendo como segundo de Don Pedro Escartín en el año 1960 y una segunda en 1969 en la que integró el triunvirato técnico – Molowny, Muñoz y Artigas – que se hizo cargo de la selección española de forma provisional en una etapa puente para la llegada al cargo de Ladislao Kubala.

Por tanto no era nada novedoso para él, que conocía bien lo que se cocía entorno a la selección española, pero en esta ocasión su vinculación a la roja era diametralmente distinta. Pablo Porta le ofreció el cargo y Don Miguel lo aceptó de buen grado para dedicarse de forma exclusiva al conjunto español.

Miguel Muñoz eligió como ayudante a Vicente Miera y entró siendo consciente de que urgía una renovación en la selección pero también con la certeza de que existía una sólida base sobre la que construir un buen equipo. De esta forma y mezclando juventud, talento, carácter y veteranía, confeccionó una selección que nos hizo vivir momentos únicos.

En concreto la etapa de Miguel Muñoz al frente de la selección nacional estará  marcada siempre por tres momentos históricos para el recuerdo, el 12 a 1 a Malta, la Eurocopa de Francia de 1984 y el Mundial de México de 1986. Y como la cronología de los hechos es la que manda me acercaré brevemente a la reconstrucción de aquel equipo que volvió a conectar con la afición y con el que vibramos en aquella noche del 21 de diciembre de 1983 en Sevilla.

Don Miguel logró conservar en su selección el aporte futbolístico de históricos como Santillana, Camacho o Goikoetxea, junto a los Arconada, Gordillo, Víctor, Buyo, Poli Rincón, y a ellos les sumó el talento de los Sarabia, Juan Señor, Carrasco… Y entre todos completaron la nómina de un equipo que nos hizo soñar a través de la fe, la épica y la furia.

España encuadrada en el grupo de Irlanda, Malta, Holanda e Islandia se había complicado la clasificación al punto de que para conseguir superar en la tabla a Holanda y certificar el pase a la fase final de la Eurocopa necesitaba una victoria ante Malta con una diferencia al menos de once goles. Tarea tremendamente complicada pero que el combinado español logró en una gesta histórica, que quedará por siempre en los anales de la Roja.

Sevilla, 21 de diciembre de 1983. Estadio Benito Villamarín

El análisis de aquel partido quizás habría que buscarlo en vestuarios, donde Miguel Muñoz junto a Poli Rincón les hizo creer en el milagro, es más me atrevería a decir que la crónica y el citado análisis habría que buscarlo en cada balón que los futbolistas españoles recogían de las redes de Bonello, tras cada gol. Todo un cúmulo de sensaciones irrepetible que vivió sus momentos más delicados durante el transcurso de la primera mitad. Y es que en aquel periodo de tiempo las ilusiones parecieron desvanecerse, Señor falló un penalti, Degiorgio igualó el tanto de Santillana y sólo al final del primer tiempo el delantero del Real Madrid maquilló el objetivo inicial con dos goles más. Pero la renta era escasa y las cuentas no salían, el Benito Villamarín presentaba más o menos media entrada pero a medida que fueron cayendo los goles durante la segunda mitad, el estadio acabó presentando un llenazo hasta la bandera. En aquel vertiginoso segundo periodo Malta acusó el bajón físico y Bonello comenzó a recoger balones de su portería. En seis minutos, del 57 al 63, España recuperó la esperanza con cuatro goles consecutivos y la gesta pasó de inalcanzable a posible. Y al final sobraron hasta siete minutos, puesto que en el 83 Juan Señor hizo el 12 a 1 definitivo.

“En Sevilla tuvo que ser”, repetía Miguel Muñoz a todo el que lo felicitaba tras la gesta del Villamarín. Cuentan que la voz rota de Jose Ángel de la Casa aún sigue retumbando en los viejos y cascados televisores vanguard que hoy descansan en algún que otro museo de telecomunicaciones. Los once héroes de aquella gesta fueron los siguientes: Buyo; Señor, Maceda, Goikoetxea, Camacho; Carrasco, Víctor, Sarabia, Gordillo; Santillana y Rincón.

Eurocopa de Francia de 1984

Tras el ‘milagro’ de Malta, España afrontó la Eurocopa siendo consciente de que iba ser complicado pero con una dosis de moral indestructible. Y así fue como se vivió puesto que los comienzos no fueron nada esperanzadores, sendos empates ante Rumania y Portugal pusieron las cosas cuesta arriba a la selección de Muñoz. De nuevo el reto era de proporciones gigantescas pues el rival era Alemania Federal y se necesitaba una victoria ante el vigente subcampeón del mundo para seguir soñando con la Eurocopa. En aquel encuentro la selección demostró que el espíritu de malta seguía aún muy vivo y un golazo de Maceda en el último minuto tumbó a la máquina germana y nos hizo volar a aquel 21 de diciembre del 83.

En semifinales Dinamarca comenzó a vivir su particular calvario con nuestra selección, pues tras empatar a uno -con gol de Maceda- tras el término del tiempo reglamentario, los penaltis -Sarabia transformó el decisivo- le dieron el pase a la final a España.

La historia de la final todos la conocemos, España se enfrentó a una excelsa selección francesa liderada por Michel Platini y Arconada se erigió  en desafortunado protagonista al encajar un gol de libre directo del genio galo, que se le escurrió por debajo del brazo cuando ya lo tenía atajado. Una injusta acción que estigmatizó a uno de los mejores guardametas que jamás he visto sobre un terreno de juego.

México 1986

Dos años más tarde el Mundial de México España se presentaba como gran reválida para los pupilos de Muñoz, que llegaron a la cita con un equipo nuevamente renovado. Un conjunto integrado por veteranos ilustres, como Camacho o Urruti, futbolistas en plena madurez como Goicoechea, Víctor, Zubizarreta, Francisco, Señor, Gordillo, Julio Alberto o Maceda y una generación de jóvenes de enorme futuro, Butragueño, Míchel, Eloy, Julio Salinas, Calderé…

Nada más comenzar tuvimos como rival a Brasil, al que se pudo vencer de no ser por aquel error del colegiado australiano Bambridge, que en el minuto 21 de partido, no dio gol a un impresionante derechazo de Michel que pegó en el larguero y botó medio metro dentro de la portería. Un contratiempo injusto pero que entraba dentro de los planes de Miguel Muñoz, que supo solventar con buen juego los siguientes encuentros ante Irlanda del Norte y Argelia, los que nos dieron la clasificación como segundos de grupo.

España -pese a las lesiones- fue a más y en octavos tocó el cielo de la mano de Emilio Butragueño en un inolvidable partido en Querétaro ante Dinamarca -5 a 1-. Cuatro tantos que hicieron entrar en la historia al Buitre y nos hizo soñar con la Copa Jules Rimet, pero los cuartos de final comenzaron a ejercer de leyenda negra en el siguiente partido ante Bélgica. Encuentro en el que España empató a uno y no mereció perder, cayendo en una tanda de penaltis, en la que Eloy escenificó la impotencia y la desesperación de un equipo al que el fútbol no le pagó con justicia su juego vistoso y alegre.

En todo caso pese a la decepción Miguel Muñoz y los suyos salieron del mundial mexicano con la cabeza muy alta, lamentando quizás su mala fortuna con las lesiones. Y es que todos nos seguimos preguntando qué  hubiera pasado si Sanchís, -gravemente lesionado- hubiera podido acudir a la cita, y una vez en México, si Maceda –se lesionó de gravedad ante Brasil-,  Gordillo – se lesionó ante Irlanda del Norte- y Goikoetxea – se lesionó ante Dinamarca- no hubieran acabado en la enfermería. Y lo que es aún más intrigante, que habría acontecido si Eloy hubiera convertido aquella pena máxima y nos hubiéramos cruzado con la imparable Argentina de Maradona en semifinales. Precisamente y en referencia a ello se cuenta que, cuando Bilardo, seleccionador de Argentina, supo de la eliminación de España, dijo a los suyos. “Los de Butragueño están fuera. Chicos, el Mundial es suyo”.

Miguel Muñoz y su selección regresaron tristes pero sin haber perdido crédito entre los aficionados, por ello y pese a la eliminación se mantuvo en el cargo hasta la siguiente Eurocopa de 1988, en la que posiblemente el sueño y la flor de Don Miguel se marchitó tras no pasar del primer corte, venciendo a Dinamarca y cayendo ante Italia y Alemania.

De esta forma se cerraba un ciclo que la historia recuerda y recordará siempre de forma positiva, un proyecto que adquirió la personalidad, la forma y la caballerosidad de Don Miguel Muñoz, uno de los mejores seleccionadores de la historia de la roja.

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