Histórico
11 junio 2010Ariel Judas

Uruguay: Garra y poder de fuego

Ochenta años después de haber ganado el primer Mundial de la historia. Cuando han pasado seis décadas desde que ganara en la final más resonante de todas las que se tengan registro. En el inicio del que parece ser un período de resurgimiento. Con la firme intención de quitarse del lomo la frustración acumulada durante muchas Copas del Mundo vistas por la tele. Con patente de corso para retar a duelo a todo aquel que dude de su capacidad para volver a ser protagonista en competiciones como la que está a punto de comenzar. Así encontramos a la selección de Uruguay, que hoy debuta frente a Francia en un complicado inicio del Grupo A para ambos equipos.

En contra de lo que sucede con Javier Aguirre, el Maestro Tabárez no es amigo de los enigmas. Casi dos días antes del estreno de Uruguay en el Mundial de Sudáfrica frente a Francia confirmó el once titular de la Celeste. La distribución de sus jugadores sobre el terreno de juego será similar a la planteada en los últimos partidos del equipo oriental: tres defensores, una línea de cuatro volantes, un enganche, y dos delanteros. Sin sorpresas para Raymond Domenech y sus cartas astrales, salvo los nombres de los dos jugadores que a última hora se han colado entre los habituales titulares en el representativo charrúa.

En el arco estará Fernando Muslera, de gran rendimiento en un campeonato top como la Serie A italiana. El jugador de la Lazio no va a pasar desapercibido en la Copa del Mundo. Uruguay jugará al límite, extremando sus recursos. Con una defensa que dispondrá en principio de pocos efectivos, el ex golero de Montevideo Wanderers y Nacional está casi obligado a ser uno de los puntales de una Celeste que se siente capaz de clasificar a los octavos de final.

La primera novedad la encontramos en la retaguardia. La línea de tres defensores que empleó Óscar Washington Tabárez en los últimos partidos incluyó al central del Colo Colo Andrés Scotti. Llama la atención que su lugar en el partido inicial haya quedado en manos de otro representante de la liga austral, el jugador de la Universidad de Chile Mauricio Victorino, de buena labor en el equipo que ha clasificado a las semifinales de la Copa Libertadores. La entrada de Victorino -que cubrirá el sector derecho, y acompañará en la zaga a Diego Lugano y Diego Godín- podría permitir al cuerpo técnico convertir a la defensa en un grupo de cuatro hombres si fuera necesario, al retrasar unos metros a Álvaro Pereira en la banda izquierda. El volante del Porto es otro de los integrantes del equipo titular con el que Uruguay comenzará a desandar el camino de su undécima participación en un Mundial. El flanco izquierdo en la mitad del campo será el terreno de trabajo de Maximiliano Pereira, del Benfica.

En la contención Diego el Ruso Pérez hará pareja con otro de los que tal vez no se esperaba jugar desde el inicio, el volante central de Peñarol Egidio Arévalo Ríos. El Cacha recuerda más al típico “5″ uruguayo de la década de los setenta o los ochenta. Mucha potencia física, precisión oriental (ja, me pude dar el gusto con el chiste fácil) en el pase, y una gigantesca personalidad. El que viene es un comentario sacrílego, lo sé. Pero veo en Egidio a la versión contemporánea del mayor mito de la selección uruguaya, Obdulio Varela, el hombre fuerte del equipo que gestó el Maracanazo en 1950. La mía es una visión muy subjetiva, pero tal vez Walter Gargano haya perdido su sitial en el equipo titular por el exceso de Factor H que atesora el volante aurinegro.

El enlace, el creador, el enganche será Ignacio González. Su aparición en el Danubio que tomó por asalto hace algunos años las posiciones de privilegio de la primera división uruguaya fue una de las mejores noticias del fútbol local. Nacho apuntaba muy alto. Desde que fuera fichado hace un par de temporadas por el Valencia, González no ha conseguido ser tenido en cuenta por los cuerpos técnicos que han pasado por el equipo español. Esa situación lo ha obligado a pasar a préstamo por el Newcastle y el Levadiakos, sin posibilidad de asentarse tampoco. En lo particular, prefiero a Nicolás Lodeiro en esa posición. Un jugador distinto, como se acostumbra a decir ahora. El juvenil ha sido el cerebro de la selección Sub-20 que tan bien lo hizo en el último Sudamericano, y fue la pieza principal de Nacional durante el 2009. Su transferencia al Ajax -donde ha jugado muy pocos minutos- puede haber resultado el factor determinante para que Tabárez decidiera no contar con él para el once inicial. Si todo marcha por los carriles normales Lodeiro debería ser uno de los principales argumentos revulsivos de la selección, aunque a veces el Maestro se atrinchera en concepciones poco dispuestas al cambio.

“Creo que el equilibrio es una palabra santa para mí”, dijo el seleccionador en su más reciente contacto con la prensa. Eso define a este Uruguay, que -sin olvidarse de la gloria forjada en la primera mitad del siglo XX, cuando ganó dos Mundiales- intenta escribir con letra nueva su paso por la historia del fútbol global. Esa búsqueda del equilibrio -que en la clasificación sudamericana lo condenó durante muchos partidos a ser un equipo tosco, sin demasiadas ideas- solo se justifica por la presencia en el ataque de dos de los mejores delanteros del planeta, Diego Forlán y Luis Suárez.

La Celeste no traicionará a sus genes. Solidez defensiva. Contundencia en la mitad de la cancha. Y electricidad y poder de fuego de tres cuartos de cancha hacia arriba. La fórmula es sencilla. Clásica. Uruguay vuelve a jugar un Mundial, y comienza el viernes en Cape Town frente a una Francia que sangra por la herida, pero que no está muerta. El encuentro promete. El primer grande sudamericano intentará volver a parecerse a lo que fuera ante uno de los más recientes grandes de Europa.

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