Histórico
7 abril 2010Jose David López

La verdad anti-Glazer del Manchester United

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El perfecto modelo de entidad deportiva siempre encontró un fiel aliado en Old Trafford. El Manchester United se ganó por méritos propios a base de un trabajo detallado y minucioso, ser considerado el club más famoso del planeta, el más adinerado, el de mayor expansión en mercados exóticos (es líder absoluto en Asia) y aquél que mejor vendía su marca. Todo ello, desde luego, perfectamente acompañado de resultados brillantes en Inglaterra y Europa, lo que le cubrió de gloria en el momento del boom comercial de mitad de los 90. Desde entonces, esa maquinaria engrasada con delicadeza se convirtió en un todopoderoso ‘juguete’ que, como en tantas ocasiones, fue aparar en las manos menos adecuadas, las de Malcolm Glazer.

Cuando el patriarca estadounidense (considerado según Forbes la personalidad número 244 en cuanto a fortuna, la suya en torno a los 785 millones de euros) compró en 1995 al deficitario equipo de fútbol americano Tampa Bay Bucaneers por 160 millones de euros, puso también al frente del grupo a Joel Glazer, que en unos años impulsó al equipo y ganó la Super Bowl. Malcolm Glazer utilizó una estrategia parecida a la seguida con la compra del Manchester y comenzó a adquirir paquetes de acciones en 1990 hasta que en 1994 él y su familia se hicieron con el 51,3% de la firma. Ya desde sus primeros contactos, las inversiones no eran nada premonitorias ya que Zapata Corporation, una empresa de extracción de petróleo y gas, así como Omega Protein, primera productora de aceite y proteína de pescado, fueron investigadas por el regulador del mercado de EE UU sobre picos inexplicables en el precio de sus acciones. Una primera pista sobre las artes de quien iba a convertirse en la deshonra del club.

La deuda del equipo superó los 700 millones de libras por primera vez hace unos meses. Glazer acordó un préstamo con los bancos para comprar el club y prometió pagar los intereses con las ganancias que éste generara. Pero los bancos aumentaron tanto las tasas de interés que el año pasado el magnate tuvo que desembolsar más de 110 millones de dólares sólo en intereses, lo que se tradujo en apenas 10 millones de ganancias. La situación ahora es extrema pues ante semejante bochorno económico del club más poderoso y rico del planeta, quedan pocas salidas no tachadas de dramáticas. Hace unas semanas, Glazer acudió a los mercados de bonos para intentar recortar su deuda. Emitió lo que se conoce como bonos “basura” por valor de 800 millones de dólares, con un interés del 9%, y utilizó el dinero recolectado para saldar la deuda con los bancos. Sin embargo, esta dinámica negativa siguió su camino y el precio de los bonos en libras ha caído al 93% de su valor nominal, mientras que los bonos en dólares han bajado hasta el 94,5%. De esta manera, los inversionistas ya tienen pérdidas.

En este ‘desaguisado’ entra Goldman Sachs, banco estadounidense de inversión donde nació esta crisis. Esta entidad está ayudando a refinanciar la deuda del Manchester desde su departamento corporativo pero, a su vez, su economista de mayor poder, Jim O´Neill, lidera a un grupo de empresarios que pretende adquirir el United y eliminar del mapa a los Glazer, que ya han presionad a Goldman Sachs para que censure a su ambicioso trabajador (que incluso parece contar con el apoyo del mismísimo Sir Alex Ferguson). O’Neill es un apasionado seguidor del United desde su infancia y, con los medios necesarios, no quiere que su club se venga abajo. Su idea es comprar el club por unos 1150 millones de euros gracias a un fondo de inversión con capital en los ‘Red Knights’, un grupo de notables del distrito financiero de Londres.

Hay que apuntar que el endeudamiento de los Glazer es muy simple de entender desde fuera pues simplemente ha instalado en el club la deuda que ellos estaban sosteniendo para comprar el propio club. Una tomadura de pelo en toda regla para los aficionados que, mientras, saben que su entidad es la marca líder de mercado futbolístico pues facturó más de 300 millones de euros en 2009. Esta fractura social se ha desplomado más aún con el caos de los bonos, que ahora puede generar una acumulación de intereses que podrían incluso obligar al club a vender a sus mejores jugadores. Vender el estadio de entrenamiento de Carrington o incluso, deshacerse del legendario estadio Old Trafford, son opciones que nadie quiere valorar salvo catarsis total…

Y mientras, semana tras semana el Teatro de los Sueños intenta presionar con la humildad y la clase de siempre. No acuden a la violencia y no dan la espalda a sus jugadores (que se manejan a la perfección pese a la profunda crisis que les cubre). Portan bufandas, banderas y camisetas verdes y doradas, unos colores que les describen como Manchester United Supporters Trust (verdaderos aficionados del United entre los que, dando mis datos, me he incluido) y que recuerdan a los que llevaba el Newton Heath, nombre del United en sus orígenes. Una corriente que busca sacar a los Glazer del club y extirpar ese tumor maligno que amenaza con destrozar la historia del más grande, el Manchester United.

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