Histórico
18 marzo 2010Jose David López

Thomas Schaaf: Ein-Mann-Club en Bremen

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Forman una especie protegida, en clara extinción y condenada al abismo. Son la fidelidad por decreto, el amor a una institución y el icono de un sentimiento más allá de cheques, ofertas millonarias y jugosas especulaciones. Los One Club Man (Hombres de un solo club), no pasan de 500 en toda la historia del fútbol y la gran mayoría de ellos lograron entrar en este Hall of Fame tan particular hace décadas, cuando los colores significaban algo más que el camino a la fama. Todo aquél que sume diez años como futbolista en una misma entidad, siendo su único club, entra directamente a este exclusivo top de fieles. Sólo 14 de ellos han dado un paso adelante, ya que además de defender al club en el césped, siguieron sirviendo a la causa desde el banquillo, los despachos o los graderíos.

Podemos citar a Santiago Bernabéu (59 años en el Real Madrid), Ted Bates (39 años en el Southampton) o Bill Nicholson (33 años en el Tottenham), auténticas representaciones y símbolos en la historia de su club. De estos feligreses enamorados, sólo uno de ellos ha gestado su leyenda en Alemania, una historia que sigue escribiendo estos días en el Weserstadion de Bremen. Thomas Schaaf, el hombre tranquilo, misterioso y con pocas sonrisas ante los focos, suma nada menos que 38 años trabajando por y para el Werder Bremen. Un sentimiento de amor verdadero y mutuo que nació, creció y probablemente morirá, vestido de Grün-Weißen (verdiblanco).

Schaaf, la figura magnánima del Werder Bremen que ha rozado el éxito europeo en los últimos años, no pretende frenar su larga trayectoria y hace apenas un mes refrendó sus perspectivas de futuro al firmar un nuevo contrato hasta el verano de 2012. Allí podrá sumar nada menos que cuatro décadas de confianza, honestidad y nobleza a un club que encontró con apenas 11 añitos. Thomas, natural de Mannheim, llegó a la Academia Juventud del Werder en 1972, seis años más tarde, después de ir creciendo en las categorías inferiores, debutó como profesional en 1978. Como a todo canterano, le costó mucho hacerse acreedor de un lugar en el equipo, ya que en sus primeras cuatro campañas apenas disputó 20 encuentros oficiales. Pero dejando ver su capacidad de sacrificio y trabajo, Schaaf fue entrando en los planes hasta el punto de hacerse determinante para su club, ayudando a ganar dos Bundesligas (1988 y 1993), dos Copas (1991 y 1994) y la Recopa de 1992.

Tras poner fin a su etapa como jugador (llegó a ser internacional Sub 21 en dos ocasiones) en 1994, la entidad no podía prescindir de un valor como él y ese mismo verano, comenzó a entrenar a los juveniles del Werder. No había prisas sino orgullo y dedicación plena para ayudar desde la raíz al funcionamiento perfecto del proyecto del club, buscando el progreso de sus jóvenes promesas y creando escuela ya desde los más novatos. Seis años que le dieron otra perspectiva del club que tanto amaba y que le valieron para saltar al filial (Werder II), donde pasó otros cuatro antes de que le llegara la gran oportunidad. Y es que no puede catalogarse de otra manera al banquillo del Bremen, donde se han sentado 19 entrenadores en las últimas cinco décadas. Con varios proyectos fallidos de la mano de Aad de Mos, Sidka o el idolatrado Felix Magath, la irregularidad era enorme y tocaba asentar bases desde la tranquilidad.

De ese verano del 99 (ganó el mismo mes que entró la Copa germana) ya han pasado 11 largos años donde Schaaf ha revolucionado al club en todos los aspectos. En lo deportivo, lo ha dotado de un estilo reconocido en todo el mundo por su talante ofensivo, su achique de espacios, la prohibición de esperar atrás y su defensa adelantada, lo que ha propiciad auténticos partidazos lleno de goles a favor y, desde luego, también en contra (por ejemplo sus últimas jornadas ante Bayern y Gladbach) pero el míster siempre asegura que quiere dar espectáculo. Su forma de entender el fútbol le lleva a buscar el gol, a presionar al rival, a evitar el atrincheramiento del rival ofreciéndole facilidades defensivas y, desde luego, a ser referente del fútbol virtuoso. Así han llegado 3 Copas, 1 Copa de la Liga, una final de Copa de la UEFA y una Bundesliga en 2004, acompañada del ‘doblete’ que aún vanaglorian en el Weserstadion.

No es fácil dejar huella por motivos de fidelidad en un club que se enorgullece por la tranquilidad de su entorno, la transparencia en todas sus vertientes y la limpieza absoluta de su reputación. Sin embargo, transmitiendo valores positivos y humildes, Thomas Schaaf es un modelo a seguir, un icono absoluto del fútbol actual y, desde luego, del futuro pues pese a sus casi cuatro décadas entregado al Bremen, sólo tiene 48 años. “El Werder continúa siendo un equipo interesante con muchos objetivos. Por eso no ha sido nada difícil aceptar este nuevo desafío”. Seguro que no será el último.

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